Hola a tod@s!
Cierta vez un pintor amigo quiso halagar el trabajo de los científicos diciendo que los artistas sólo buscaban la belleza y nosotros la evitábamos en pos del razonamiento. Mi amigo erraba, la ciencia es poesía, versos que son ladrillos de la naturaleza. ¿Acaso no es bello encontrar la respuesta de aquello que tan celosamente está oculto? ¿Hay algo más perfecto que una demostración elegante? Hace poco fui a ver “Interestellar” una película que tiene todos los ingredientes para ser odiada por quienes nos gusta el cine. Imaginaros: La tierra en total declive, un grupo de científicos intenta salvarla, el salvador es Mattheew Mcconaughey. Con estas credenciales nadie me hubiese obligado a verla. Sin embargo, una escena vista en la red y una crítica americana leída despertaron mi interés…y lo agradezco. Al principio del siglo XX la física tomó la rienda de la ciencia y la teoría de la Relatividad dio un vuelco a todo el credo científico anterior. Unos años después apareció la Cuántica y entonces el mundo se hizo aún más incomprensible para el no versado a la par de más explicable para quienes lo intentan comprender. Los términos “agujero negro” y “agujero de gusano” son populares, miles historias fantásticas han sido paridas usando los meandros einstianos y la versatilidad de un mundo cuántico. Sin embargo, en cada uno de ellos la historia se superpone a la ciencia y la ciencia deja de funcionar a la media hora. “Insterestellar” es otra cosa, aquí se mezclan todos los efectos de la cosmología sin hacer muchas concepciones para hilvanar la historia. Su guión es creíble en términos de la física moderna sobre el papel, pero no contento con ello va más allá y saca la poesía que sostiene la ciencia. Los científicos son humanos, tienen sentimientos y a veces se mueven por algo tan profundo e inexplicable como la intuición o el “feeling”.
Os quiero,
Ed.
PD: Ya estamos en un cometa... aunque una sombra probablemente fastidie 10 años de buen hacer.