viernes, 27 de diciembre de 2019

Viernes... último del año y de la década.

Hola a tod@s! 
Un amigo reciente, de esos que tiene pinta de quedarse, me hizo ver que hoy no sólo es el último viernes del año, también lo es de la década. 
Prácticamente salgo ahora de trabajar, con un abductor adolorido y maquinando cómo debo planificar la semana venidera. Mas lo especial del día merece unos minutos para un Viernes, de los míos, esos que escribo y difundo desde 1996. ¿Qué contar, resumir, alegar? 
Ha sido un año interesante, cumplí medio siglo y debo admitir que aún no me marean las vueltas al Sol. Publiqué mi primer libro que, a pesar del tema, el título, mi desconocimiento inmenso del cosmos editorial y los aireados ofendidos, se ha vendido con medido éxito y, lo importante, algunas puertas se han abierto para el conocimiento. En el laboratorio aprendimos un poco sobre cómo ocurre la metástasis, el “paper” original sigue en proceso de revisión editorial y ojalá 2020 sea el año en que aparezcan publicados esos datos que llevan rumbeando desde 2005… se dice pronto. Así es la ciencia, escuchad gestores que quieren el resultado ayer con la inversión de mañana… la que no ha llegado y, probablemente, nunca llegará. También supimos que la inmunoterapia se puede extrapolar a la sepsis. En otras palabras, lo que vale para el cáncer sirve para tratar las infecciones que matan y matan, aunque no salgan en los telediarios. No nos quedamos aquí, al fin ha respirado el aire de internet un trabajito, por ahora menor, que algún día dará alegrías en los trasplantes… buscadlo, merece la pena. Mientras tanto, el planeta (otrora azul) se va tiñendo con otros tonos, una joven sueca vocifera algunas verdades, vienen los mayores para taparle la boca, ofenderse, destapar sus patrocinadores reales y ficticios, mandarla a la escuela, decir que sólo los científicos deben hablar… Total, jamás nos han escuchado. En fin, por ese camino hasta el mar. Yo intento reducir mi huella y admito que la he aumentado con los viajes transoceánicos… mea culpa, no soy perfecto. Quizá por eso no he querido ser político, por aquello de no ser perfecto. De un tiempo para acá esa raza de Homo sapiens, hablo de los políticos, necesitan la inexistente pero exigida perfección. Antes de seguir, solicito que conste en acta que esto no es una oda poética a la especie referida, es simplemente una descripción de la situación actual. Estas personas, imperfectas como todas, han de mostrarse sin asperezas en sus aristas, desprovistas de impurezas en el pasado, el presente y el futuro lejano, deben profesar amor eterno y curiosidad desaforada por su entorno, los países europeos, la lejana Asia y los exoplanetas. A ellos no se les perdona un error gramatical, una salida de tono ni siquiera en Navidad con un pariente insoportable, no pueden meter la pata, ni mucho menos pensar diferente de cómo lo hacían en su pubertad… No, no, definitivamente no podría, porque simplemente no soy perfecto, soy un bocazas y mando lejos a quien lo merece, tengo un pasado y hasta tres, he cambiado de opinión al madurar alguna idea y percatarme del error, me interesan miles de cosas, pero otras no… y, sobre todo, escapé de la Isla Metafórica para decir lo que pensaba en todo momento. Tengo buenísimos amigos en la política, gente íntegra y de gran valía, pero yo estoy hecho de otra pasta. Además, ahora que el juego va de pactos, no me veo estrechando manos, por un lado, a quienes dicen que Cuba es una democracia o Venezuela es un ejemplo a seguir y por otro a los que niegan el cambio climático, me quieren en un armario o levantan muros. Por cierto el nacionalismo, con independencia del color, es el paso previo al cacareado fascismo. El primero te dice que la nación es única, el segundo aprieta un poco la tuerca y asegura que la nación es suprema… por ahí van los tiros. Pero ya acaba el año y mi mesa se llena de cosas pendientes: dos “papers” a punto de enviarse, una tesis doctoral para corregir, un libro que aún no tiene punto final y ANAYA quiere publicarme en marzo, un examen de idioma que he pospuesto… 
¿Qué hago escribiendo un Viernes? Definitivamente alguien desde Miami tiene la culpa, me hizo ver que hoy no sólo es el último viernes del año, también lo es de la década. 
Os quiero, 
Ed.
(foto de Luis Saguar)

viernes, 13 de diciembre de 2019

Viernes... para ti y para mi mago

Hola a tod@s! 
Hoy alguien cumple cuatro décadas, alguien especial que aterrizó en mi vida hace cuatro años. Un mago capaz de convertir la ilusión en canto, la tristeza en optimismo y el despropósito en banco… pero ese alguien es tímido, poco dado a las luces, arisco a los focos. Por ello simplemente le digo: felicidades mago y, una vez más, gracias por tu encanto. 
Entonces he de cambiar de cuerda y acercarme a ese resumen que todos hacemos cuando el año va cerrando. Doce meses de metamorfosis con libro primero en la calle, dos proyectos tocando su fin y choques miles con la idiotez profunda que habita en cada uno de los seres humanos… no me salvo. Un sin parar con viajes largos, amigos nuevos, fotos viejas y más relatos… así describo mi año. Pero el planeta, ese viejo aliado que se desgasta sin escuchar los cuentos y burlas de quienes niegan lo palpable, llamase Vox, Trump, Bolsanaro y acompañantes, está agonizando. Él no es de izquierdas, no conoce el centro, ni entiende de derechas centradas, alejadas o rancias. Es el momento en que digo, gracias Greta, por esos símbolos, ese empuje, ese temple al soportar la imbecilidad humana de la que tampoco me salvo. Ahora muchos me escribirán improperios o lo pensarán que da lo mismo… a veces soy el gran científico, sólo a veces, cuando no digo lo que se quiere escuchar, soy el imbécil ciego que no se percata de la barbarie sueca y sus patrocinadores millonarios… esos financiadores ocultos del discurso que, oh sacrilegio, miles de entendidos investigadores llevamos diciendo hace años, pero simplemente nadie nos hace caso. Esa chica que no niña ha movido fibras, ha puesto dedos en llagas… ¿por qué la defenestras? No respondas… no tienes motivos más allá de que no concuerda con el libro político que te has creado. Es aquí el preciso instante en que soy púrpura y he de morir asado en la hoguera para comunistas impíos que desean la vuelta de Stalin y todos sus santos. Pero paso la página, hablo de locuras separatistas y nacionalismos absurdos, me posiciono contra las disgregaciones, los muros, las divisiones y pierdo el color rojo, me destiño, me pintan de azul, de musgo… me echan a los perros, el resto calla. Acto seguido empatizo con el feminismo, entiendo la bronca de quienes han sostenido el eterno segundo plano, vuelven otros perros, ladran fuerte, me señalan y acusan de fidelista empedernido, clasifico como trapo sucio, útil para fregar mugrientos baños. ¿Entonces quién soy? ¿Cuál es mi color? Tengo neuronas, las uso y un discurso lo evalúo sin importarme el bando. 
Mago, pongo un punto y a ti voy para gozar del día con todo encanto.

viernes, 25 de octubre de 2019

Viernes...

Hola a tod@s! 
Me he saltado un par de Viernes, falté a mi cita con los Nobels en un año con historias varias, no he comentado una Giselle fantástica en el Teatro Real que algunos han preferido abuchear y para colofón sacaron a Franco de su mausoleo. Entonces me centro lo último. 
Se acabó, pero a nadie parece haberle gustado la forma, el envoltorio, el exceso de celo, la falta de respeto, los derechos humanos, la familia y un cometa que pasaba por Neptuno. He leído y escuchado, poco, pero diverso. Resultó que ayer, justo el día del gran traslado, lo tuve de traca. Terminé en las cercanías de las diez de la noche, hora en la que decidí pasar a buscar a mi esposo por su oficina y obligarlo apagar el ordenador. No pude ver los gritos de exaltación nacionalistas, sí esos también lo son. Ni escuchar en directo los “Marlaska maricón” tan apropiados para la ocasión. No pude cenar frente a un telediario con los comentarios de sesudos políticos instagramers (de todo el espectro) criticando, poniendo el grito en el cielo, buscando rédito y sumando algún voto… tan sólo dije: “Enhorabuena a este bello país” entonces empezó una baraúnda de angustiados por mi desconocimiento sobre el legado franquista, sus aportes al bienestar social, los pantanos, la concordia y la Física del estado sólido. De pronto se me tildó de comunista furibundo adoctrinado por el Caribe revuelto y trastornado por los tratados de Marx. En comanda se organizó un curso on line para culturizarme y evitar mi caída en un foso de desconocimiento de Historia Universal, tratados europeos, lírica falangista y alta economía. Desde pueblos perdidos del sur se enviaron listados de bondades y agradecimientos a la existencia de Franco. Con origen en otras latitudes me exigían que desvelara mi afiliación a partidos del martillo y la tarjeta de abastecimiento. Vaya despropósito, yo sólo quise decir: Enhorabuena a este bello país. Enhorabuena por darse cuenta, unas décadas después, que no se debe honrar a un asesino, venga de donde venga y aunque haya tenido mil dos bondades con unos cuantos. Dicen que Hitler fue un excelente padre. Fidel tuvo grandes ideas y unos algunos buenos propósitos… la lista la podemos agrandar todo lo que queramos. No voy a renunciar a las neuronas y pensar, eso nunca. Un dictador venga de la izquierda o venga de la derecha, es eso, un dictador. Un día una distinguida política de Unidas Podemos me dijo que ella tenía un retrato de Fidel en su salón a lo que alegué: eso es cómo si yo tuviera uno de Franco en el mío… “no es lo mismo”, respondió ofendida. Ayer una amiga de derechas ensalzaba la figura y obra de Franco, yo le comenté que aquello me sonaba al discurso de agradecimiento que los fidelistas me echaban de vez en cuando… “no es lo mismo”, respondió entre risas de superioridad. Estas son las cosas por la que a veces, sólo a veces, pienso que moriremos de democracia… luego se me pasa. Es el efecto secundario de tener neuronas y hacerlas funcionar. Hoy seguro seguirán unos diciendo que el PSOE lo hizo por aquello de las elecciones, otros vendrán que si el respeto a la iglesia, los de más allá sacarán el paro a pasear por las calles electrónicas de Facebook y Twitter. Alguno dirá que se gastaron millones y la Notaria del Reino pestañeó inadecuadamente… volverán a gritar: “Marlaska maricón” y aquí me paro: ¿Cuándo vais a entender que ser maricón, es decir, gay-homosexual-lgtbi, no es un insulto?
Volveremos el viernes que viene, con cosas más juiciosa y algo más de tiempo. Pongo el letrero en mi despacho que aparece a continuación y sigo trabajando en eso de explicar la metástasis… por ejemplo. 
Os quiero, 
Ed.

viernes, 4 de octubre de 2019

Viernes... sobre Blyton, Plácido, Allen y un servidor.

Hola a tod@s! 
Cuando era niño, luego de haberme leído una biografía para pequeños de Marie Curie, cayó en mis manos la serie de los Siete Secretos escrita por Enid Blyton. Para mí, y probablemente para varios miles de niños, aquellos libros eran una ventana a un mundo de libertad que distaba de nuestras vidas lo mismo que algunas estrellas. Recuerdo que para leerlos preparaba todo un ceremonial: agua, merienda, luz adecuada y, algo importante, lejanía de mi hermana y el resto de seres vivos que tenía alrededor. Más de una vez, mis padres tenían que requerirme severamente para que dejara de leer e interactuara con la sociedad… yo estaba ensimismado en aquellas historias que venían de lejos, pero compartía en deseos. Y ahora resulta que Blyton al escribir era racista, sexista y homófoba. La verdad que a finales de la década de los 70, momento en que leía desaforadamente todos los libros de esta autora, no estaban tan desarrollados los términos que hoy manejamos. Bueno, ni en los 80, ni en los 90, ni en los primeros años del siglo 21. Por lo que acusarla de racista, sexista y homófoba, juzgándola con los baremos 2019, no es muy acertado. Esto nos pasa a menudo. 
Hace poco hemos leído que Plácido Domingo está destinado a terminar una carrera brillante con la sombra de varias denuncias por acoso sexual, otro tanto le está ocurriendo a Woody Allen. No seré yo quien confirme o niegue lo ocurrido, no está en mis manos. Sabemos que el abuso de poder ha sido y es un pan que se come cada día. Pero quizá debemos recordar lo que se entendía por cortesía hace tan sólo unos años y hoy nos parece una barbaridad. Cierta vez una investigadora se ofendió porque la ayudé a coger algo que estaba fuera de su alcance debido a su escasa estatura. Me quedé perplejo ante su “crees que no puedo hacerlo yo sola”. Tiempo después la misma persona se cabreó porque, al ir yo adelantado, abrí una puerta y le cedí el paso… esa vez contesté a su bordería con un “le abro la puerta a quien vaya por detrás de mí, sea un hombre, una mujer o un elefante” y luego agregué “y espero que lo mismo hagan conmigo”. La cortesía no la entiendo como un rasgo de superioridad, simplemente es eso: cortesía. La doy y la espero. Por ejemplo, soy, por aquello de haber nacido en el Caribe, dado a celebrar la belleza de los demás y en ello la única intención es arrancar una sonrisa a quien tengo a mi lado. Hoy sé que me ha salvado mi condición de homosexual. De lo contrario, más de una denuncia por acoso debido a un piropo me habría caído. Hace tan sólo un mes me acerqué por la espalda a dos de mis doctorandos, una chica y un chico, para ver lo que estaban haciendo. Puse cada una de mis manos en sus respectivos hombros y acto seguido, como si un calambre fuera, quité mi mano del hombro del chico… de pronto imaginé cien comentarios en twitter sobre un pobre doctorando que se vio acosado por su poderoso director científico y, acto seguido, otros cientos de ficticios afectados por mi constante seducción. Si ya he tenido que subir fotos de mi equipo para que vean el equilibrio entre sexos, cosa que no he buscado, pero sí ha surgido, y más de una vez han llegado a mis oídos comentarios sobre el porcentaje elevado de homosexuales en el IdiPAZ debido a un favoritismo inexistente… pues imaginaos si doy pie a otras equivocaciones. Con todo esto sólo quiero llamar la atención sobre los extremos y las vilezas humanas. Debemos juzgar las realidades en sus contextos y recordar que, si la envidia fuera tiña, viviríamos en un planeta de tiñosas. No sé dónde Plácido Domingo ponía la línea que separa su galantería del poderío que le ha otorgado su excelencia. No sé cuántas personas habrán coqueteado con el tenor para lograr un favor, no olvidemos que hay vicios en las dos direcciones. No puedo asegurar que Mia Farrow miente o si Allen es el embustero. Por ahora, sólo recuerdo la voz del primero que he tenido la oportunidad de disfrutar en varias latitudes y las películas geniales del segundo. Cuando se tenga la certeza de sus supuestas vilezas, me entristecerá la condición humana que hace de un genio un ser despreciable. 
De cualquier manera y volviendo a mi querida Blyton… ¿racista? era difícil introducir en la trama a un negro, estamos hablando de una Inglaterra rural del siglo pasado, ¿sexista? en todos los libros no recuerdo diferencias entre niños y niñas de hecho me sorprendía lo intrépidas que eran las segundas, ¿homófoba? me hubiese percatado, pero hilando fino en unas de la series aparecía una niña que se llamaba Jorgina que respondía a un fenotipo de lesbiana sin tapujos ni críticas. Un ejercicio recomendable cuando acusamos una actitud del pasado es imaginarnos a nosotros mismos en esas circunstancias… seguramente habríamos sido: racistas, sexistas, homófobos y una larga lista de barbaridades. Éramos otros y otras eran las circunstancias. Por suerte evolucionamos y hoy discutimos sobre la igualdad en términos muy alejados de los vocablos usados hace pocos años. Debemos seguir haciéndolo, pero no evaluemos la historia con el prisma del 2019, nos saldría todo distorsionado. Ya tenemos suficiente con quienes prefieren valores a pulmones o predicen parroquias ardiendo. 
Os quiero, 
Ed.

viernes, 27 de septiembre de 2019

Viernes... verde porque quiero verde este planeta

Hola a tod@s! 
Se despide una semana verde o al menos así se ha teñido parte del mundo con las marchas y protestas centradas en el cambio climático. Un tema delicioso donde se opina alegremente en un espectro enorme que va desde la negación hasta el catastrofismo. Mientras tanto, Bolsonaro niega la identidad de la Amazonia como pulmón planetario, Trump abraza el patriotismo como única salvación para la Tierra y por el sur español encargan a Vox las políticas  medioambientales… en fin.
Miles de voces se han alzado contra Greta Thunberg, sus padres, patrocinadores reales o ficticios y seguidores. Unos la tildan de niña abducida por la mafia verde-roja que quiere dominarnos, otros la mandan a la escuela (de ser posible con un bozal), más allá culpan a sus padres por convertirla en una marioneta, una escritora cubana arremete contra la pequeña sueca diciendo que a ella sí le robaron su infancia, y no tuvo la oportunidad de plantarse en al ONU para reclamar nada… hace 60 años. Yo, lo siento mucho por aquellos que necesitan leer lo contrario, me identifico con su: “How dare you?” Ese grito con expresión de rabia incorporada muchas veces lo he querido dar cuando veo los discursos de palabras huecas y con una treintena de intenciones ocultas de quienes han tenido la oportunidad de hacer algo por detener lo que ya es una realidad: el cambio climático. Ayer uno de mis colaboradores me decía: “total, es un ciclo que tiene que cumplir la naturaleza, la Tierra se tiene que fundir”. Con esta posición estaríamos extinguidos como especie porque no hubiéramos detenidos epidemias y otras catástrofes… claro está, si leemos la historia siempre o casi siempre ha sido a pesar de quien ostenta el poder. Aceptar que es un ciclo es una barbaridad a la que se opone Greta y sus seguidores, me incluyo. Pero vamos un poco más allá, algunos han dicho, no sin razón, que quienes deberían liderar esta cruzada por frenar el cambio climático tienen que ser los científicos… gran verdad, pero existe un pequeño detalle a tener en cuenta. No miento si os digo que he firmado una decena de cartas internacionales de científicos dando datos y recomendaciones, letras que han caído en los basureros electrónicos de ilustres despachos. La historia corta es que no se nos ha escuchado. Sin embargo, esta niña con su aspecto retraído, tan groseramente criticado, ha movido millones. Se ha podido entender con los adolescentes y jóvenes, aquellos que en unos años llegarán a puestos de poder con la semilla de Greta en sus mochilas. Los de la teoría de la conspiración, tan socorrida en cada familia, advierten que detrás están las mafias de las energías limpias… yo no lo sé, creo que realmente nadie lo sabe. Mas mi respuesta la doy en inglés: “and so what?” Detrás del no cambio climático, del no reducir la contaminación ambiental, del no a las energías limpias están las grandes petroleras y el carbón que, a ciencia cierta, contaminan y contribuyen a la aceleración del declive que estamos viviendo. ¿Qué se prefiere? Yo lo tengo claro. Seguramente, Greta pudo incorporar otros elementos a su discurso, siempre se puede, pero lo que hizo me parece en español puro y alejado del latín: “cojonudo”. Con sus 16 años, edad en la que ya no es una niña (recordemos los aplausos a los Messi precoces), ha conectado y tocado teclas sensibles. Mi máxima es: si soy el más inteligente de la habitación, estoy en la sala equivocada. No me asustan que los nuevos me hagan sombra y Greta creo que llegará lejos en su propósito, ojalá así sea. Por lo pronto ya algunos se asustan y reaccionan, otros miran su huella contaminante planteándose reducirla y… nada será igual. No dudo que Estocolmo valore un Nobel para su causa y ya hablaremos de injusticias en su momento. Mas dejemos las broncas y los desencuentros, la Tierra necesita de nuestros cuidados y debemos hacer esas pequeñas cosas cotidianas que, sumadas, contribuyen… yo seguiré peleándome con mi esposo para que apague las luces innecesarias, él seguirá insistiéndome en reciclar, Rufi que seguro no lee este Viernes porque está estudiando, nos reñirá en andalú para que hagamos las cosas mejor y David Barrado descubrirá exoplanetas para migrar. 
Entonces para despedirme, cambio de tercio y os cuento algo mágico… En Radio Nacional de España existe un programa al filo de la medianoche que se llama La Observadora, su conductora es Teresa Viejo, mujer maravillosa de gloriosa voz. Hace una semana me dio la oportunidad de compartir con ella esa media hora mágica y fue realmente especial aquí os dejo el link (http://www.rtve.es/m/alacarta/audios/la-observadora/observadora-eduardo-lopez-collazo-22-09-19/5393345/?media=rne&fbclid=IwAR3lYMjayPxLP8KX4gWdXVAP2tgn4fgMyNaFuUPNWHMuIgkco3mq4816198). Pero no quedó ahí. Hoy he recibido en mi laboratorio un paquete enviado por un señor de 84 años, fiel oyente de La Observadora, con una carta manuscrita y El Principio en latín… como dato os puedo decir que en la entrevista hablamos de mi afición por coleccionar este libro en diversas lenguas. La magia de la Radio y los detalles de personas únicas hizo el resto. Buscando información sobre ese señor de venerable edad me percato que es Tomás Ramírez Ortiz, un auténtico polímata y conocedor de El Principito, con varios libros publicados sobre el tema además de una historia vital que ojalá algún día me pueda contar cara a cara. 
Os quiero, 
Ed.

sábado, 21 de septiembre de 2019

Viernes... gallego.

Hola a tod@s! 
Y por Galicia estuve… diría y digo, como si ayer hubiese escrito el anterior Viernes. A Coruña me fui para presentar mi libro, exponer mi teoría sobre la metástasis a científicos incrédulos y divulgar la palabra científica en un museo de ensueño. 
Algo sucede en Galicia que me renueva cada vez que allí estoy. Dicen que algún antepasado mío, un Collazo sin López quizá, creció por aquellos lares y luego marchó en busca de esa tierra ¿prometida? que llamaron Cuba. Lo cierto es que con sólo poner el pie en tierras gallegas algo se conecta y me insufla energía. 
Fueron dos días de vértigo sin mareos. En una librería, definida espacio libre de machismo, me sentí como en esa casa repleta de textos escogidos que, en Jovellanos, Madrid y otros lugares he construido, libro a libro. En LUME, Begoña creó un espacio para la discusión y fui arropado por personas cálidas, ávidas de respuestas, llenas de preguntas. Antes y después, conmigo estuvieron Julio, a quien me empeñé cambiarle el nombre por Julián a pesar de esa sintonía que el cine y las lecturas nos unieron en el primer instante, y María con quien comparto la vocación infinita de responder preguntas. Ambos guiaron mis pasos coruñeses, sin prisas ni pausas, con alegría. Entre medias, hablé con Cristina, la periodista que apareció con el cuarto Principito en gallego de mi colección, una sonrisa y preguntas para la radio. En otras medias, Miriam, una amiga de aquellos primeros tiempos postdoctorales madrileños, me localizó al ver mi foto en un periódico local que se hacía eco de la visita relámpago que estoy describiendo. 
El primer día voló, la noche cayó y la mañana surgió para llevarme frente a un montón de científicos que evaluaban cada palabra, gráfico y sentencia sobre esa “más allá de la quietud” o lo que es lo mismo, mi teoría sobre la metástasis. Nuevamente María guiaba mis pasos por los laberintos, esta vez hospitalarios, con el tiempo justo para atender a unos y otros como si de una estrella de cine se tratara… pero no, íbamos a hablar de ciencia. Llegó la comida y fue entonces que un tocayo y hombre de piel, no sólo por ser dermatólogo, me contó anécdotas en primera persona de sus tiempos madrileños al frente del primer servicio que atendía a los infectados con VIH que, en aquel entonces, ya venían con SIDA. 
Con la mente en otro libro me fui al hotel por unas horas y allí un terremoto de cinco años con ojos azules llamada Candela me esperaba junto a su orgulloso padre, hablo de Juan. Fueron tan sólo unos minutos que me alegré poder compartirlos con esa familia, compuesta por dos padres y un remolino. Para el final, el postre dulce de un Museo precioso liderado por una hermosa mujer. Ana lo tenía todo preparado, un recorrido exprés, una invitación para volver y la sala rebosante de personas variopintas para escucharme, un lujo, no para ellos, sí para mí. Hora y algo después, disparados salíamos en el coche de María para el aeropuerto. Palabras de agradecimiento mutuo, promesas de encuentros acá y allá, preguntas que pueden abrir proyectos (las conexinas de María) nos acompañaron los pocos kilómetros recorridos. Entonces sobrevino el remate… a la entrada de la terminal un equipo móvil de televisión me esperaba con la misión de captar los últimos minutos de mis dos días gallegos y emitirlos, en directo, en el telediario local. 
Sólo puedo decir, gracias. Sólo puedo preguntarme: ¿Qué he hecho yo para merecer esto?  
Os quiero, 
Ed.

viernes, 26 de julio de 2019

Viernes... corto y de vacaciones me voy

Hola a tod@s!
Es viernes,  son las tantas y me voy al ballet… pero antes cierro un análisis de datos, dejo instrucciones a mi segundo en el laboratorio, reviso un manuscrito y tengo la impresión que algo falta por hacer. ¿Algo? Miles diría yo, pero los descansos son necesarios…
Hoy, además, una observadora me ha entrevistado y el día se iluminó por esa sonrisa que tan sólo había escuchado por la radio. Luego comí con dos amigos de esos que ya forman parte de mí y aquí estoy, en el laboratorio, haciendo tiempo hasta que un programa termine de calcular.
Os quiero,
Ed.

martes, 2 de julio de 2019

Miércoles de 50...

Hola a tod@s!

Cincuenta vueltas alrededor del Sol... y sin marearme. Medio siglo de inseguridades, alegrías, muchas lágrimas, varias pérdidas, algunas decepciones y millones de momentos memorables. Feliz estoy de poder decirlo. Hoy recuerdo muchas cosas importantes. Compartirlas con mis amigos es un placer... elegí cincuenta y las enumero sin orden ni concierto:

1.     Leer la biografía de Marie Curie cuando no superaba el metro de altura.
2.    Compartir lo que aprendía con mi madre.
3.    Enamorarme perdidamente de alguien que llamé “Ein”.
4.    Llamar a mi madre por teléfono para decirle que me admitían en Física Nuclear.
5.    Un beso en el ascensor de un edificio habanero.
6.    Ver bailar a Alicia Alonso su Giselle, 50 años después de haberse estrenado en el personaje.
7.    Recibir el grado de doctor rodeado de amigos y apoyado por quien “me salvó de entre los muertos”.
8.    Ver la torre Eiffel a lo lejos… estaba llegando a Paris.
9.    Reconocer el “skyline” de NY desde un avión de Lufthansa.
10. Comprobar que la IRAK-M no sólo inhibía la respuesta inflamatoria durante una bacteremia, lo hace también en un contexto tumoral. Y más tarde comprobar que la metástasis se puede explicar mediante una fusión. 
11.  Ver a los impresionistas en el Orsay y luego escuchar los acordes de Giselle sentado en una escalinata.
12. Entrar en la tumba de Tutankamon siglos después.
13. Descubrir el poema que más me gusta de Borges (fue en un cuartucho de 12 y Malecón).
14. El debut de Lorna en El Lago, lugar donde estuvimos tod@s sin conocernos aún.
15. Aterrizar en Barajas… llegaba a Europa.
16. Cada carta de mi madre con una rosa amarilla en su interior, durante años y años.
17. La expresión de Lilo buscando, en su cartera, dinero para pagar un imposible.
18. Descubrir qué era el cubismo mientras leía La Consagración de la Primavera en aquel Jovellanos perdido.
19. Una comida con tres amigos… uno de ellos ya no está.
20. Cuando me dieron la nacionalidad española y unos algunos años después llego a dirigir uno de los Institutos de Investigación más grandes e importantes del país. 
21. Pasear por NY con Nelson y Lissette o por La Habana con Ariel. Repetir paseo con Lissette pero por Madrid.
22. Discutir con Carlos de ciencia frente al mar y con Karel en Milán.
23. Escuchar la 9th Sinfonía de Bethoveen cada nuevo año.
24. Saber que hay amigos que siempre están
25. Soñar muchas cosas con mis amigos del pueblo: Iván, Leidys, Jany, Agustín, Eddy… ¡Cuidado con soñar! A veces se hace realidad.
26. Caminar frente al mar mojándome los pies en varios mares, en muchas latitudes.  
27. Ver por primera vez el Guernica de la mano de Ángel y Argeo.
28. Cuando un error en un experimento me mostró el camino de lo que sigo estudiando hoy: la tolerancia en el sistema inmune innato.
29. Tener un laboratorio que produce varios Summa cum laude cada año.
30. Aquellos domingos de eternos desayunos y lectura de El País (Lilo, Caveda y yo).
31. Llegar a Europa con veintitantos años, veintitantos dólares, mil ilusiones y solo. ¡Se dice rápido!
32. Crear EMPIREO de la nada y con amig@s.
33. Hablar de mis experimentos en Milano, Freiburg, Provindence, Londres, NY, St Louis, Gante, Singapur, Madrid…
34. Una conferencia de Miriam Palacios donde no entendí nada pero me hizo ver el camino a seguir.
35. Otra conferencia, esta vez mía, con Miriam Palacios en la audiencia… años después de la suya y en Londres.
36. Poder preguntarle a Daína Chaviano lo que intrigó a toda una generación y luego tenerla como una amiga alegre con quien no pierdo el contacto.
37. Emocionarme con mil espectáculos que tengo en mi mente.
38. Encontrarme con amigos aquí y allá: Paneque en una escalera de metro, Shelly siglos después, Alina muchos siglos después, Iván en una playa, Petita por Miami, Ariel en Madrid, Yovany y Dilaila en un hotel…
39. Recibir un premio de literatura cuando mi fuerte es la ciencia.
40. Recibir un premio y luego otro y más tarde otro sin dar crédito al primero ni creerme los siguientes.
41. Salir a la calle a celebrar que ¡por fin! somos iguales… un sábado 3 de julio de 2005.
42. Encontrar a Ismael y formar una familia con él junto a Pelusi, Wakito, Milky y Tamalín (cosas nuestras, no indaguéis).
43. Poder celebrar nuestra unión rodeado de su familia y mis amigos… en especial aquellas eternas compañeras de viajes: Lilo, Any, Lissette y Shelly.
44.  Leer “Tq” en mi teléfono.
45. Ir de la mano de mi esposo a donde quiera porque existe una ley que me ampara.
46. Crear mi propio Castalia con amigos que se han vuelto imprescindibles y luego ampliarlo a lo que llamamos el “Brunch”.
47. Publicar un libro y tener previstos dos más.
48. Cada saludo digital de personas virtuales que dejan de serlo por la maravilla de la palabra escrita.
49. Saber que existen hermanas que te aportan la vida como las Anas y Paloma.
50. Poder decir que sigo fiel al niño que fui.

Os quiero, 
Ed.

sábado, 29 de junio de 2019

Viernes de vuelta...

Hola a tod@s! Ya he perdido la cuenta, no sé cuándo fue la última vez que escribí un Viernes. La presentación de mi libro me saturó, los viajes que vinieron después me colmaron, las aberraciones políticas me bloquearon… pero las imbecilidades escuchadas y leídas ayer 28 de junio me dieron una bofetada de realidad y aquí estoy, no un viernes pero sí un sábado temprano, escribiendo mi correspondiente Viernes. 
Quizá sea por la cercanía al medio siglo o el hartazgo digital pero hay ocasiones, cada vez más frecuentes he de admitir, que me asalta un deseo fortísimo de decir: ¡a la mierda, no voy a mover un sólo dedo para intentar explicar, mejorar, hacer entender y un largo etcétera! Pero entonces me vienen a la mente personas decidiendo que no es necesario seguir pensando porque ya se escribió El Quijote y se descubrió América. Se me aparecen otras organizando gobiernos futuros llenos de juristas que deciden eliminar el ministerio de Ciencia por ser innecesario para “las cuatro cosas que hacen funcionar un país”. Y leo, escucho, proceso opiniones, sentencias varias en el mundo de internet, donde sabios populares dictaminan, escuecen y retuercen pescuezos ilustres. Entonces, vuelvo al redil. 
Estas semanas, casi meses, han estado marcada por eso que llamo “mi libro”, una realidad de 156 páginas que me hizo sufrir un proceso de creación acelerado, y también un cúmulo de alegrías, sorpresas y exposición. Todo empezó con una presentación en la Casa del Libro de Gran Vía, templo adorado de casi todo lector. Fue emocionante ver a tantas personas queriendo escuchar y preguntar. Luego vinieron días de radio, alguna tele y mucha prensa escrita. Una vez mi libro estuvo entre los 100 más vendido de toda España y otra y otra más… amig@s, fue delicioso. En un momento dejé de consultar Amazon y visitar las librerías para comprobar que continua en un lugar destacado, mas no dejé de leer la opinión de los lectores. Temía la crítica condescendiente o, quizá peor, el silencio de quien no quiere decir lo que piensa. Pero esto, no ocurrió. Amigos críticos, diría hipercríticos, de aquí y allá, coincidieron en parabienes. Desconocidos me escribieron odas electrónicas, conocidos virtuales me siguieron en otras presentaciones para pedirme la firma… Entonces llegó lo que temía: la opinión de los pacientes, de aquellas personas que están sufriendo… he recibido centenares de ¡gracias! Y eso, es impagable. 
La vida avanzó, mientras España se llenaba de votaciones, me fui a Santiago, Coruña, Canarias… otra vez Tenerife. En Coruña di una charla “Nauka” que fue una experiencia llena de adrenalina. En Santiago, Pepe Castillo me hizo preguntas filosóficas mientras presentaba mi libro y en Tenerife entregué el Alan Turing a ese escritor de futuro brillante que se llama Javier Cid. Pero hago un alto para contar algo gracioso… como dice una amiga: “cuidado que los sueños se hacen realidad”. En la fiesta que coronó la gala de los premios andaba yo, medio despistado, buscando a mi esposo cuando vi a un grupo de personas que venían a mi encuentro. La reacción primera fue esquivarlos, mas me percaté que requerían mi atención o la de alguien que tendría a mis espaldas, me giré y sólo encontré el vacío llenado por la noche tinerfeña… ya era tarde, no podía apartarme más. Entonces uno de ellos me extendió su móvil en un claro reclamo y diciendo: “por favor (algo que no entendí) una foto”. Respondí con un “si” solícito mientras arrebataba el móvil de su mano y me disponía a encuadrar en la pantalla aquel grupo de personas para inmortalizar su momento. Pero algo ocurría, a través del móvil sólo vi caras desconcertadas mientras el dueño del teléfono se apresuraba a aclararme el malentendido… “queremos una foto contigo”. Fue entonces que, entre risas, me hice una decena de selfies con ellos. Siempre recuerdo aquella película donde una escritora novel entra a un sitio, todo el mundo aplaude mientras ella se gira buscando a quien aplaudían… no sueñes, ya sabes. 
Pero no todo reluce, en el laboratorio seguimos luchando por hacer público una nueva forma de parar la sepsis. Las revistas clínicas nos dicen que son datos demasiado mecanísticos, y las básicas califica el trabajo de extremadamente clínico. En laboratorio, también, seguimos luchando por no tener que hundirnos en un mar de papeles para comprar un mísero reactivo de 20 euros. En el laboratorio seguimos sin entender por qué la ciencia, a pesar de lo que digan, no importa un bledo. Y si vamos a la calle, Madrid, otrora refugio de diversidad, se pinta con un verde vomitivo en la búsqueda de la “libertad” que significa eliminar, a golpe de leyes, las verdaderas libertades conseguidas. Es entonces que algo me preocupa, aún más. La propia división que está experimentando el colectivo LGTB+. ¿No está claro que la mejor estrategia es escindir? Divides y vencerás. Hoy no puede importar si tu ideología está cercana o lejana de la izquierda, la derecha o el cacareado centro que cada vez más diluido. No, lo primero es la dignidad de ser una persona y que se te reconozca en toda extensión de la palabra. No dejemos que el discurso eléctrico nos confunda… somos pocos, es una realidad, pueden acabar con nosotros, no sería la primera vez… ¿Lo vas a permitir? Es probable que eso de estar a punto de completar mi vuelta número 50 alrededor del Sol me haga ver las realidades desde otra perspectiva. Si una cosa tengo clara es que, a la hora de la verdad, los únicos que van a dar la cara por el colectivo seremos nosotros mismos. El resto pensará que no es para tanto… como otra mil veces. 
Os quiero, 
Ed.

viernes, 10 de mayo de 2019

Viernes... para mis amigos gestores de ciencia.

Hola a tod@s! 
Cuando decidí estudiar Física Nuclear lo hice porque intentaba comprender lo más difícil, la esencia del universo… luego todo lo demás sería fácil de asumir. Cuán equivocado andaba yo por aquel Jovellanos del siglo pasado. En realidad si quería aprender algo enmarañado pero esencial tendría que haberme hecho “gestor de ciencia”. Esta categoría se adquiere fundamentalmente estudiando leyes y economía, es contraproducente tener un título de científico o cosa parecida. Entre más alejado de un laboratorio estés más éxito tendrás creando e interpretado medidas retorcidas que van poniendo traspiés a todo aquel que quiera estudiar un fenómeno natural o incluso curar una patología. “¿Qué se habrán pensado los científicos?” creo que es el primer tema que deben pasar en su evaluación para obtener el grado exigido. Los demás módulos ni los menciono para no herir sensibilidades. 
Nunca imaginé que la Mecánica Cuántica fuera un juego de infantes comparada con el entramado burocrático que se ha tejido para gestionar un proyecto de investigación. Lo increíble y maravilloso está en la viveza involutiva de las medidas, cada una peor y más incompresible que la anterior. Pero aún más extraordinaria es la capacidad que tiene el “gestor de ciencia” de explicar y dar sentido a todas las medidas que debe aplicar cada día. Lo increíble es que, una vez sumido en la red, todo va cobrando sentido y sólo poquísimas veces recuerdan que, en una vida anterior, eran personas con una óptica común. Todo esto lo digo por pura experiencia propia, no penséis que voy de científico sabiondo que levita sobre la burocracia. No queridos, pero una vez fui normal. Por aquel entonces me percataba de las extravagancias exigidas para comprar un mísero reactivo de laboratorio, necesario para un experimento. Ya hoy estoy abducido, más de una vez me he descubierto explicando mil sin sentidos desde una lógica extrasensorial. A veces he justificado el despropósito y hasta intentado implementarlo. Mas de pronto he dicho basta. Hay otro mundo posible, donde las leyes y las medidas tengan por base el sentido común. Amigos gestores de ciencia, se puede, se puede dejar de buscar el mínimo detalle en una medida para despedir a un investigador que ha ganado una convocatoria de recursos humanos. He descubierto que se puede dejar de interpretar los extremos que nos inducen a prohibir la compra de reactivos necesarios para un proyecto de investigación… recordad que en uno de esos experimentos podrá salir la cura para una enfermedad que puedes padecer en el futuro. Pero, por encima de todo, vuelve a ser persona pensante, deja de hacerle el juego a quienes aún viven con la vista nublada… se puede, inténtalo. 
Os quiero, 
Ed.

viernes, 26 de abril de 2019

Viernes... para ti, español.

Hola a tod@s! 
En inglés existe una expresión que define con exactitud cuando alguien no sé percata de algo que disfruta… lo da por hecho. Probablemente quienes me lean, no sé cuántos lo hacen, encuentren un equivalente exacto en nuestra lengua. Yo no lo tengo en mente ahora. La cuestión está en dar por sentado algunos derechos, incluso todos, y actuar como si nunca pudieran desaparecer. Sin embargo, no es así. Quienes han tenido que dejar atrás sueños, familias y raíces por ganar algo tan inmaterial como son los derechos entienden de lo que hablo. A los otros, sólo os pido que abandonéis, por unos minutos, vuestra seguridad y ocupéis, también por unos minutos, la incómoda silla de quien no posee uno o dos de los derechos que tenéis. 
En unas horas, a penas dos días, estaremos votando. Un acto maravilloso donde cada ciudadano de este país podrá escoger, en libertad, el tipo de España que amanecerá el lunes 29. Un derecho que, por ejemplo, yo no tuve durante una dilatada parte de mi vida y hoy, gracias a mi nacionalidad adquirida, tengo. Sin embargo, este acto tan simple y rotundo podría peligrar. No son pocos los que piensan que el hecho de no haber nacido en suelos de la Madre Patria me hace menos español. De nada sirve saberme de memoria los poemas de Lorca y poder discutir sobre la Constitución con la propiedad que aporta haberla estudiado. No tienen peso las dos décadas dedicadas a la Ciencia en este país hermoso que me abrió sus brazos a finales del siglos pasado… no eres español nacido y crecido en España, no eres igual. Faltó decir: eres de segunda. Quizá muchos penséis que es una ficción, un diálogo inventado para este Viernes puntual. Desafortunadamente, no es así. Nunca diré sus nombres pero han sido dos conversaciones con dos personas que considero inteligentes, solidarias, cercanas y amigas… ahí lo dejo, reflexionad. 
Una vez abandoné todo, en palabras de una amiga “lo dejé todo que no era mucho, pero era lo que tenía” para ser yo. Ese “yo” que durante años tuvo que esperar para realmente “ser”. Vengo de un sitio donde votar libremente es un privilegio no concedido, donde nunca pude ir de manos por la calle con mi pareja, varón igual que yo. Allí tuve que simular otro Eduardo para lograr estudiar, sin sobresaltos, lo que quería. En mi isla metafórica, Cuba para los despistados, tenía que forrar los libros prohibidos para poder leerlos sin ser señalado, conteníamos lágrimas y emociones cuando alguien partía “por unos meses” a un lugar lejano del que nunca regresaría pero simulábamos que aquello no ocurriría. Fueron muchos los años desconectando mi cuerpo de mi mente y viceversa, repitiéndome una y otra vez: “seré yo, después” mientras cantaba el himno nacional e izaba una bandera. Hoy tengo muchas cosas pero sobre todo tengo derechos, muchos de ellos ni siquiera os percatáis de su existencia, nacisteis con ellos puestos, no tuvisteis que abandonar, simular, olvidar, asumir y luchar para tenerlos… pero esto, puede cambiar. Y no valdrá un “yo voto en blanco o no voto porque nadie me representa”, tampoco valdrá un “soy apolítico”… luego las consecuencias son para todos, incluyéndote a ti. Votar, además, es un acto responsable que debemos meditar. Hacerlo con rabia y despecho se aleja de cualquier recomendación. Existe el cerebro, exprímelo y piensa qué tipo de país generarías si tu voto fuera el de todos, qué opciones de gobierno se pueden dar con tu elección. No me considero a la altura de recomendar ningún partido… yo sólo soy uno más de aquellos que muchos consideran de segunda. Pero sí creo necesario decirte que votes y no dejes el sobre vacío. No creas que por ser frecuente y estar en la zona alta de la pirámide social los demás no importamos. Piensa que en algún momento, en un resquicio, en una característica y en algún lugar te puedes volver infrecuente, entonces, adorarías tener ese derecho que hoy das “for granted”. 
Os quiero, 
Ed.

sábado, 6 de abril de 2019

Viernes... inesperado

Hola a tod@s!
Hay ocasiones que las casualidades se pintan demasiado maduras como para creerlas, muy a pesar de mi ya conocido ateísmo. El viernes amanecí con un texto denso y bronco en la cabeza, sólo necesitaría unos minutos para transformarlo en palabras legibles y subirlo a la red. Mi Viernes versaría sobre algo en lo que había estado pensando toda la semana, tendría tintes de humor y un par de palabras cultas… pero los días, a veces, tienen otro plan. 
A primera hora tenía una visita peculiar en mi instituto, el IdiPAZ para los que no me conocen. Se trata de una pequeña que apenas sobrepasa la década de vida y quiere ser científica. Su madre, amiga de amigos, me rogó que la recibiera y aquello no pudo ser más inspirador. Con puntualidad casi inglesa llegó una personita de carita inocente que llamaremos Alba aunque ese no es su nombre. En cada gesto rompía su timidez innata para intentar quedarse con el detalle de lo que le comentaba. Sus ojos, grandes, devoraban cada palabra que pronunciaba… aquello me emocionó. Probablemente recordé a cierta persona en su niñez. Minutos después de su partida, y mientras me preparaba para ir al seminario semanal, un mensaje de voz trastocó la rutina. Alguien cercano me contaba que su sobrino, aún sin llegar a la primera década de vida, tendrá que ser intervenido para extirparle un tumor sólido… “el cáncer infantil no debería existir” dice constantemente mi amigo Antonio. Respondí aquel mensaje con mezcla de contención y ciencia en el ascensor, llegaba tarde al seminario de Patrick. El aula estaba casi llena, yo suelo sentarme en primera fila y logré sitio. Antonio, el oncopediatra que menciono en mi libro, el mismo que tiene el propósito de acabar con el cáncer en el amanecer de las vidas, estaba presentando a Patrick, un alemán nacido en Tanzania que dice hacer ciencia porque es su hobby. Fueron treinta minutos de datos alucinantes, la pantalla se llenó de esperanza para niños con tumores sólidos que hoy no son tratados con éxito… queda mucho por hacer, pero Patrick ha encontrado una ventana, la ha abierto y comienza a entrar luz. No pude irme a comer con él y Antonio, pero la noche que en principio iba a ser de serie, sofá y poco más, se llenó de sushi, tallarines, vino y estrategias experimentales para engañar a los tumores.
Nos dieron casi las dos de la madrugada, allí estábamos Antonio, su esposa, Patrick, mi Ismael y yo mezclando anécdotas con datos, mirando al futuro.
La vida a veces tiene un plan que te hace cambiar tu Viernes… 
Os quiero, 
Ed.

viernes, 29 de marzo de 2019

Viernes de tronos y juegos

Hola a tod@s! 
Dicen que un cambio de tercio, un salto de cuerda… siempre es recomendable. Es entonces que decido empezar a ver Juego de Tronos. Ya terminé la primera temporada y estoy impactado. Realmente no puedo entender cómo el planeta ha devenido fan de una historia llena de sangre, mutilaciones e intrigas. Algo que sólo destaca el lado oscuro y horrible del ser humano. La quise ver porque amigos a quienes respeto y admiro la recomiendan, porque hordas de personas repartidas sobre toda la Tierra la veneran y harto estaba de no saber nada sobre la historia que casi todos comentan. Ahora pienso que como especie estamos muy jodidos si tanta violencia, crueldad y maldad enamora a cultos e ignaros. No me creo un ser moralmente superior, tal y como alguien ha intentado calificarme en las redes, mas esto me lleva a pensar en los vericuetos de la mente humana. Los mismos que nos hacen caer rendidos ante semejante barbarie y, como si no fuera poco, elevarla a la condición de imprescindible. Abrir un debate civilizado sobre el tema fue mi intención primera. Luego me percaté que mostrar la debilidad sentida por el íntimo deseo de aplastar al prójimo es algo que no gusta… vamos que terminaría machacado en el intento. De cualquier manera, si oteamos el horizonte no hay otra cosa que Juegos y pocos Tronos por conquistar. En todas partes he comenzado a oler ese tufo que llaman estrategia para ganar, o quizá sea más exacto decir para hacer fracasar al contrario. Como ejemplo, un botón. En España estamos inmersos en una campaña electoral absolutamente montada en el descrédito del adversario. Pocos son los segundos invertidos en hablar de programas y muchas son las horas dedicadas a empuñar el arma. Si vamos a juegos menores y pequeños tronitos el panorama no cambia… y de esto tengo para escribir cinco libros, algo que probablemente decida hacer en el futuro. Pero no me quiero apartar del motivo primero de este Viernes atípico. ¿Seguiré viendo la serie? No lo sé. Si cada minuto malgastado en lo macabro lo convirtiéramos en medio segundo de bondad, probablemente rebosaríamos felicidad. Por ello, seguiré escudriñando a mi alrededor, investigando todo lo que pueda y escribiendo más y, ojalá, mejor. 
Os quiero, 
Ed. 

PD: Gracias a todos los que habéis comprado mi libro… hoy sigue estando en el número uno entre los más vendidos en Amazon y solicitado en las librerías. 

sábado, 23 de marzo de 2019

Viernes... un libro, un artículo, una película, una vuelta.

Hola a tod@s! 
Nunca entendí del todo aquello que describen como crisis creativa. Para mí siempre ha estado lejos ese momento en que la obra terminada te desinfla, te hace vulnerable. Hasta hoy, mis creaciones eran artículos científicos llenos de datos que seguían evolucionando entre las pipetas del laboratorio. Ocasionalmente, de mi ordenador salían letras divulgativas con la corta vida que otorgan las redes. Cuanto mucho, alguna columna de opinión algo más longeva o un desabrido poema que vive en el whatsapp de un ser querido. Pero el panorama ha cambiado… ayer me paseé, con todo propósito, por las grandes librerías del centro madrileño y allí estaba mi primer libro. 
Llegar a la FNAC, ese templo tantas veces visitado, y encontrar, entre las recomendaciones, las letras que has parido… no sé, llamadme tonto, imbécil o engreído, pero es emocionante. Mas esto ha traído otras cosas, una especie de vacío difícil de llenar y mil preguntas que me hacen reflexionar. Al publicar un artículo científico sus datos están avalados por todo un laboratorio, ha sido revisado por otros científicos independientes y las cuestiones a resolver se vuelven proyectos de futuro… un libro, es diferente. He tenido noches en las que me despierto con el agobio de una coma fuera de lugar o interrumpiendo conversaciones con potenciales lectores que no comprenden un capítulo del libro. Han pasado días en los que vagaba, cual zombi abandonado por la humanidad, y mis amigas, Paloma y Ana, evaluaban en silencio mi cara de héroe romántico sacado de una novela de Proust. Ha sido una suerte que el laboratorio seguía bullendo con “inmunocheckpoints” que se activan durante la sepsis o desactivan las defensas contra tumores. Allí todo ha continuado con ritmo trepidante, sorteando las “normas” que nos bloquean tal y como denuncié en un artículo, ya muerto, publicado por El Mundo. “La insoportable gravedad de investigar” fue el título que escogí para describir la idiotez cotidiana a la que nos somete la administración a quienes queremos buscar soluciones contra el cáncer, por ejemplo (https://www.elmundo.es/opinion/2019/03/15/5c8a727721efa01a408b4662.html). La columna de opinión me propició una interacción virtual y física con el actual Ministro de Ciencia pero el problema aún no tiene visos de solución en el horizonte. La experiencia me dice que es enormemente fácil imponer estupideces pero extremadamente difícil deshacerlas. Mientras tanto, es decir, mientras yo deambulaba, el libro se colocaba en las estanterías, los primeros lectores subían fotos a la red y mis colaboradores seguían moviendo pipetas… España, mi España, se sumerge en campañas agresivas donde cada partido poco habla de su libro pero se especializa en criticar a los demás. Mas a esto estamos acostumbrado, lo que se ha salido del tiesto es la irrupción de viajeros temporales. En la escena política aparecen personas que han sido sustraídas de sus siglos, vestidos con ropas actuales y, luego de un curso acelerado sobre nuevas tecnologías, se están dedicando a vociferar sus arcaicas ideas, barnizadas con ungüentos de modernidad, en redes y medios. ¿Armas para “españoles de bien”? ¿Reformas para homosexuales? ¿Matrimonios sólo para parejas formadas por hombres y mujeres? ¿Protección para la familia tradicional? Un americano diría: “really?” Pero ahí están, venidos desde sus tiempos lejanos y decididos a re-implantar conceptos superados y, quizá, hasta poner en duda la esfericidad del planeta… porque lo de la evolución de las especies, de eso ni hablar. Cuidado, recordemos que la máxima antes mencionada dice: “es enormemente fácil imponer estupideces pero extremadamente difícil deshacerlas”. Mas no todo es gris. Ha sido una suerte que Almodóvar estrenara película, los viajeros del tiempo creo que están haciendo conjuros para borrarla de las carteleras.
“Dolor y Gloria” es una poesía visual cocida a fuego lento para paladares exigentes. Y recomendando el preciosismo colorido del manchego universal quiero despedir este Viernes-primero luego de mucha ausencia, debida, en parte y todo, a esa especie de depresión post-creativa que he padecido cuando el punto final apareció en mi libro.
Os quiero, 
Ed.

viernes, 25 de enero de 2019

Viernes... de aquello que anhelé.

Hola a tod@s! 
Volver a la semilla me hace respirar, llenar los pulmones de puro oxígeno, echar a andar… En un mundo plagado de opciones es fácil equivocar el rumbo o, lo que es aún peor, quedarse petrificado frente a la pléyade de caminos posibles, apetecibles e intrigantes. De niño tenía dos canales de televisión y los libros que se empolvaban en la biblioteca municipal para entretener mis horas libres. De aquellos dos canales, tan sólo uno transmitía películas, en blanco y negro, he de aclarar. Y lo de los libros en la biblioteca chocaba con mi velocidad de lectura, se acababan las posibilidades con gran celeridad. Era fácil, allí estaba yo frente a la tele un sábado por la noche para ver lo que alguien había elegido; sin ninguna posibilidad de cambiarlo, modificarlo o elección del lenguaje. Versión original subtitulada y punto. Desde aquella pantalla llegaron a mi retina los Felinnis, Bergmans, Tarkovskis, con sus Romas, Sellos y Espejos… en algunas ocasiones me dormí, en otras resistí, en la mayoría de los casos aprendí. De la biblioteca bebí ediciones españolas de Enid Blyton con sus “vosotros”, inusuales en el Caribe, y así recorrí praderas inglesas tapizadas de giros de la Madre Patria. Luego llegaron los Sábatos, Zweigs, Cortazars y no hubo elección posible, o los leías o no había otra cosa. Esas fueron mis noches en aquel Jovellanos, tierra oscura de mi infancia y juventud. Nunca tuve la tentación de compartir mi última erección juvenil con un grupo de whatsapp, ni el menú de Netflix para escoger qué serie, qué película, qué documental ver. No había instagram para escudriñar la vida de un amigo en potencia o una fantasía por descubrir. En la radio se escuchaban cantautores que escribían poesía musicalizada, a pura guitarra o con una banda de jazzistas empedernidos. No tenía tendencias en spotify y charlar electrónicamente con una escritora fetiche como Daína Chaviano era, sencillamente, un imposible. … así crecí.
Pero la vida ha cambiado, de pronto me veo frente a una tele “inteligente” que me llena la pantalla de posibilidades. Opciones que me hacen emplear más de media hora en seleccionar, descartar, ponderar y, muchas veces, desistir. Cuando me voy a la cama decido seguir el libro que estoy leyendo, por cierto es de Cartarescu el rumano, pero el instinto me lleva a abrir el móvil y navegar por las redes ¿a-sociales? para ver opiniones de otros, discusiones de muchos y fotos de tantos. Acabo rendido, miro la hora, quedan sólo 6 para levantarme, coloco el libro en la mesilla y sueño con organizarme mejor al día siguiente… De niño, soñaba con estar conectado, quería compartir lo que veía, leía, opinaba… leer a otros y no perder a nadie. Estaba obsesionado con esa idea. Mi amiga Ana dice “no desees algo porque lo tendrás…” Hoy tengo todo eso: opciones, comunicación, instantaneidad, pero quiero desconectarme y no puedo. Sé que es bueno pero abruma. Lo entiendo, mas la variedad a veces me fosiliza, me deja impávido frente a las opciones. ¿Dónde está el punto medio? No lo hay, simplemente hay que seguir. Eso sí, sin dejar de pensar, algo que no se reduce a cuestionarse. Aquel sueño de antaño no ha mejorado la calidad del ser humano. Ser intelectual sigue estando denostado, la guerra contra el que piensa está declarada también en las redes… por ello de vez en cuando vuelvo a la semilla, me desconecto, no atiendo al whatsapp… Todo para que no me mate la variedad.
Os quiero, 
Ed.

viernes, 4 de enero de 2019

Viernes... el primero en mucho tiempo

Hola a tod@s!
No escribo un Viernes desde hace unos cuantos, tampoco es que lo hayáis echado en falta por lo que no será necesario justificar la ausencia. En realidad no hubo desgana de final de año, ni excesos de celebraciones. En cambio, sí tuve un par de meses de muchos viajes, varias conferencias y alguna fecha límite para la entrega de compromisos literarios. Pero como alguien sabio dijo: “esto también pasará”. Y aquí estoy, una vez más, vertiendo palabras que forman ideas, sin la intención de influir pero con el objetivo de fluir. 
El 2018 se cerró con el alboroto de los extremos, por España la ultraderecha se organiza y en Brasil simplemente gobierna… no nos bastaba con Trump, los humanos aprendemos a empujones y a veces se nos olvida el último atropello. Luego vienen miles de analistas justificando el despropósito. Por cierto, no sé en el resto del mundo pero por la Madre Patria se nos da de maravilla aquello de analizar, a toro pasado, el porqué de las cosas. Al haber nacido y crecido en una sociedad que estaba instalada en un extremo tengo grabado con fuego que irnos hacia esos confines nos hace retroceder. Va siendo hora que la humanidad aprenda de aquellos tiempos oscuros en los que abrazar una lejanía provocó el estancamiento. Mas esto parece ser difícil, no digo que imposible. La democracia es de lo mejor que hemos inventado y de ella pueden surgir el mal y el bien. Sé que muchos se preguntan si es posible moldear los límites de la democracia, evitar que esta maravilla se use para eliminar derechos, sufragar guerras y ponderar sectores de la población. Seguro que es posible, pero ¿quién se atreve a dar el primer grito de atención? Y por otra parte, ¿cómo quedan representados ese sector de la población que quiere a homosexuales en el armario, niñas vestidas de rosa, niños de azul y todos en una sola misa? Quizá la solución está en una educación esmerada que apuntale un principio fundamental: el derecho ajeno no pone límites al tuyo. Es difícil de entender cuando el universo está reducido a la épsilon-vecindad del ombligo propio, con una épsilon que tiende cero. Y pongo un ejemplo, soy ateo… no es una noticia, lo digo a los cuatro vientos. Sin embargo, el no creer en un ser divino no me pide limitar el derecho al culto religioso de los católicos, judíos, hindúes, etc… siempre y cuando estos cultos no limiten mi libertad de no tener ninguno. Si UD quiere misa diaria, téngala, pero no me obligue a tenerla yo. Si UD se quiere casar con una persona del sexo contrario, hágalo, pero no me obligue a esconderme para amar a alguien de mi propio sexo. Si UD cree que un migrante le quita el trabajo postúlese para limpiar casas y trabajar la tierra de Sol a Sol… y así podríamos estar hasta el infinito. No es difícil entender que eliminar derechos sólo nos hace retroceder, que imponer modos únicos de proceder nos hace pobres y que libertad no significa atropellar al vecino. 
Os quiero,
Ed.