viernes, 27 de junio de 2014

Viernes orgulloso de ser diferente...

Hola a tod@s!
Probablemente la cercanía al Orgullo Gay me ha hecho recordar a un profesor de literatura de mi bachillerato, llamémosle Roberto. Aquel excelente pedagogo se ganaba a pulso cada uno de sus estudiantes. A los que nos gustaba leer nos engatusaba con citas clásicas y anécdotas ficticias de sus imaginarios encuentros con los grandes de las letras cubanas. Para los que un libro no era más que un montón de hojas con letras, buscaba otro camino. Al final se los metía en el bolsillo usando chascarrillos, siempre literarios, y comparaciones traídas por el pelo en las que podía rescatar a Ulises de la Odisea y situarlo en el peor de los solares de la isla metafórica, eso sí, tambor en mano. Roberto te enseñaba literatura quisieras o no. La novela, el cuento, el verso te entraba en el cerebro para quedarse de por vida. Era un gran maestro, sólo tenía un defecto: era gay. Un maricón amanerado, el culto leguleyo afeminado, un ser que nadie aceptaría en su familia. De Roberto creíamos saberlo todo, se había casado con una profesora de Astronomía que, fortuitamente, estaba haciendo su doctorado en Praga y nunca apareció, su amor eran los libros y la pedagogía, había estudiado en la capital… pero nadie supo cómo realmente era su vida. Nunca conocimos quienes habían sido sus padres, por qué de pronto aquel ser refinado apareció en un vulgar pueblo de provincias, qué había detrás de esa sonrisa y aquellas palabras-fachada. Con dosis iguales de zalamería y discreción Roberto sobrevivía al escándalo, evadía la pregunta incómoda y pedía permiso para seguir respirando.

Un día me fui de aquel pueblo, yo no quería pedir permiso para nada. Pero allí se quedó Roberto, ingeniándoselas cada día para seguir educando a quienes lo desprecian por el simple hecho de no ser frecuente, de ser diferente. 
Os quiero,
Ed.

sábado, 21 de junio de 2014

Viernes en un tren...

Hola a tod@s!

Primera parte... Inconscientemente huyo de Madrid, ahora mismo estoy montado en un AVE que me lleva a Francia, probablemente quiera evitarme ver coronas y escuchar vítores contra las cuales no tengo nada personal, pero me parecen algo arcaicos y evitables. La cuestión es que me voy al sur del país vecino, ese que decapitó a sus reyes e hizo posible otra forma de pensar, el mismo que hoy ha dado un golpe de timón raro y apunta contra los homosexuales e inmigrantes. Europa, tan pequeña y tan convulsa. Allá voy. Mientras tanto cambio de tema y dejo tras mí a príncipes casi reyes y viejos reyes aforados. Prefiero elevarme sobre esas antigüedades y contaros que el domingo anterior luego de siete horas de trabajo continuo, sí siete horas sin levantarme de la silla y con el empeño hecho bandera, me fui al cine a ver algo que seguro estoy se volverá una película de culto. “Sólo los amantes sobreviven” no es una de vampiros, es una visión poética de la existencia contemplativa de dos seres eternos. Una mirada inteligente que se agudiza con la perspectiva y el dominio de un tiempo infinito. Mis ojos estaban cansados y el cerebro protestaba pero al final los tres nos rendimos ante la virtud. Quienes gusten de la música disfrutarán, quienes amen la literatura también lo harán, el científico puro de hoy no quedará indiferente y los elegidos que reúnan todo lo anterior reirán de placer. Id a verla y ya me contaréis. Por el momento sigo aquí, a toda velocidad atravesando montes y montañas sin brigadistas a mi espalda, menos mal, y contando las horas que quedan para comerme un croissant. 
Segunda parte… esas que nunca fueron buenas pero a veces saben mejor. El viaje se extiende. Seis horas dan para mucho y poco, había pedido ventanilla, en fila de un solo asiento. Me dieron pasillo compartiendo espacio con una chica pasada de peso, su ordenador inmenso y unos cascos más grandes que ella misma. Al ponerse en marcha el tren decido, educadamente, buscar otro sitio y lo encuentro. Al menos tres horas hasta Barcelona, pensé. Y así fue. Luego vino el momento “entra gente, se van otros, ¿mantendré el confort?” Y fue entonces que se me sentó a mi lado un americano que intentaba hablar en español, iba para el mismo sitio que yo, lugar donde ninguno de los dos habíamos estado, y estudiaba Historia en Berkeley. La conversación nos llevó al origen de cada cual y el mío nos hizo hablar de su curso de historia cubana. Fue interesante ver la historia del país natal desde un ángulo tan diferente. Hablar de Martí como nacionalista, tratar de ubicar a Fidel entre comunista, anti-imperialista y dictador. Buscar la razón histórica de los ingleses-mameyes para cambiar La Habana por Florida y especular, ¿cómo no? sobre una Cuba británica. Así fueron las otras tres horas que me separaban de mi destino, en el que me deparaba la alegría de un encuentro y el prolegómeno de algo que quizá cuente alguna vez. 
Os quiero, 
Ed.

domingo, 8 de junio de 2014

Viernes de república...

Hola a tod@s!
Para aquell@s que no han estado en el planeta esta semana he decirles que el Rey ha abdicado, el resto seguro que agradecerían un: “cambiando de tema…” Pero hoy, queridos amig@s, me haré eco de la misma cantaleta que ha dado de comer a cuanto medio de comunicación pernocta por estos lares: el “to be or not to be” de la “demo-gracia”, la súper formación del príncipe sucesor quien ya es llamado Felipe el preparado, el referéndum y la madre de los tomates. La cuestión es que con la marcha de Juan Carlos se reviven los sentimientos pro-república medio-dormidos de los españoles. Entonces se despierta la gritería de la constitución que se votó, ya nadie se acuerda de cuándo; el papel del Rey durante la transición, su gran trabajo para unir a todos los españoles y un larguísimo etc que podemos recitar de carretilla. Al grano, criticamos la permanencia de gobiernos que por su duración devienen dictaduras y somos incapaces de ver lo poco natural de un reino. Esto y la iglesia son cosas del medioevo y aquí seguimos erre con erre. He leído mil y un análisis económico concluyendo que una república nos costaría más que un reinado. Sí, también nos cuesta más que las mujeres voten, que los homosexuales se casen y tener empleados en lugar de esclavos. ¿Y el otro coste? ¿Quién lo contabiliza? Acaso es razonable que una familia se perpetúe por siglos en la jefatura de un estado, tenemos que obligar a la hija mayor del actual príncipe a que se prepare para reina de España, ¿y si quiere ser puta? Muy probablemente si el Felipe de Borbón se presentase a una elecciones para la jefatura del estado muchos españoles, “me included”, le votemos para ese cargo. Tiene una excelente preparación  para esas cuestiones, pero sentiría que un pueblo lo ha elegido y no su cuna, su gestión sería evaluada en las urnas y sus descendientes no estarán llamadas a cumplir ese “deber”. Ciertamente creo que es hora de que este país haga un referéndum sobre el tema y no me vale aquello de que “no es momento”. Nunca lo será si no lo proponemos… por cierto, con tanta bobería del príncipe para arriba y Letizia para abajo, nadie dice nada del avión-todo-primera con asientos personalizados para trasladar la selección española de fútbol, tampoco lo que ganarán en caso que se traigan la copa para casa. En fin, seguiremos hablando del vestido de la futura reina y si era oportuno una coronación con firmas de lujos e invitados de postín, por aquello del coste y la visibilidad de Madrid y otras boberías. 
Os quiero,
Ed.

domingo, 1 de junio de 2014

Viernes dominical...

Hola a tod@s!
Ayer en el teatro una conocida me preguntó, con cara de asco, si aún seguía en eso de la investigación. Pensé soltarle un discurso, pero desistí, preferí dejarlo en un: “sí, y me va bien” y allí la dejé a punto de vomitar. Al final lo agradecí. Aquel ser mostró su verdadera opinión, no la ocultó como la mayoría que necesita una máscara para decir la verdad. En sitios como este, llenos de hazañas que nunca se llevaron a cabo y virtudes inexistentes, el sofisma es el arma por excelencia. En el pasado pensé que Cuba, toda ella, era un sofisma, el único. Hoy me percato del error, vivo rodeado del argumento aparente y sólo pido no verme arrastrado por su enorme gravedad como si de un agujero negro se tratara.
 La semana ha transcurrido convulsamente tranquila, cada paso me confirma que no es suficiente llegar para cambiar las cosas, hay que subir mucho más e intentarlo es casi un acto de suicidio. Todo se vuelve apoptótico si lo mínimo hace mella a lo máximo. Es entonces que me pregunto: ¿Cómo? y ¿Qué? Para colmar hubo elecciones al parlamento europeo, votar pudo ser un acto para inducir un cambio, lo hice, a medias. No me creo ni al PP ni el PSOE, la derecha me asquea y la izquierda me decepciona. La noche electoral apareció la sorpresa, la juventud habló a través de un partido nuevo, Podemos. Mis becarios, entusiasmados por el resultado, son el reflejo de miles de personas que han visto en esta agrupación la luz tenue que indica el camino para salir de esta noche cerrada. No se habla de otra cosa en internet. ¿Qué hacer cuando lo nuevo se parece demasiado a un viejo conocido? Realmente me fastidia ser viejo y ver un poco más allá porque los años me han hecho diablo. Un discurso bien estructurado no me emociona, conectar con el desfavorecido es necesario, más que necesario, pero tampoco me entusiasma… preveo lo que viene después que ni es bueno, ni es fresco. Ojalá me equivoque porque un cambio es necesario.  
Os quiero, 
Ed.