viernes, 31 de diciembre de 2021

Viernes... el último de 2021

Hola a tod@s! 
En algún lugar leí que “los tiempos difíciles crean hombres fuertes, los hombres fuertes crean buenos tiempos, los buenos tiempos crean hombres débiles y los hombres débiles crean tiempos difíciles”, sin entrar en la contemporaneidad de los términos, tan adecuada en ocasiones y tan desafortunadas en otras, y entendiendo hombres igual a personas, me pregunto: ¿En qué momento del ciclo estamos? 
Hoy se cierra un año que, aunque me empeñe, no puedo negar ha sido harto difícil para mí. Las fachadas son siempre lustrosas: un premio en Baeza, un puesto en la lista Forbes, lo mismo en listas de El Mundo y El Español, numerosos artículos científicos de rigor, un libro, una mención por parte de la Sociedad Americana de Inmunólogos, una columna permanente en un periódico nacional, un largo etcétera de logros para la vitrina. Mas “no vivimos en el mundo tanto como lo hacemos en nuestras propias mentes”. El 2021 se llevó a mi hermana… “vuelve con lo mismo” dirán los que no saben qué significa la pérdida. En el 2021 se esfumó un proyecto de vida que alimenté con leña suave y cociné a fuego lento… dos minutos me despisté y un torrencial implacable lo convirtió todo en cenizas. “Siempre es fatal que se interrumpa la música o la poesía”, mas a veces se torna insoportablemente necesario. 
También este año me ha regalado un punto de inflexión, ese momento mágico que un matemático escudriña buscando el cero de la segunda derivada y el poeta describe con palabras dulces, sonoras. “Es fácil amar a las personas en la memoria; lo difícil es amarlos cuando están frente a ti”… alguien dijo o escribió. Ningún convencionalismo podrá arrebatarme esas 30 horas en la que descubrí que el paraíso existe, está en la tierra y es caprichosamente efímero. Quizá tarde un Siglo sin Luces hasta que llegue la Consagrada Primavera, quizá para entonces, como otras veces, alguien diga: “Me atraviesas el alma. Soy mitad agonía y mitad esperanza. No me digas que llegué demasiado tarde, que esos preciosos sentimientos se han ido para siempre”. Tal y como me dice el chico de Kansas: “el advertido está preparado de antemano”. 
Se acaba el año, otros 12 meses pandémicos, 365 días en los que he luchado con los demonios internos y externos. “Qué dramático” dirá aquel que no ha vivido. Un puñado de horas de sufrimiento con traca final en una discoteca y remate postmoderno a través del teléfono “mejor lo dejamos”. Y con ello borramos el proyecto y la inflexión, la curva se aplana y la soledad vuelve a ocupar el lugar de privilegio de antaño y después. ¿Planes para el 2022? Vivir, crear que es mi forma de vivir. 
Gracias Ana y Paloma, Gracias Alejandro y Ruben, Gracias Castalios, Gracias Bañuscos, Gracias Cruz y Pedro J, Gracias Verónica, J, Rober, Karla, Rebeca…, Gracias Daryl, Gracias Jaime, Gracias Lilo, Any, Shelly, Lissette, Gracias Alfredo, Gracias eternas al chico de Kansas… gracias a los que estuvieron aunque ya no estén. 
Os quiero, 
Ed.

viernes, 10 de diciembre de 2021

Resumen...

Hola a tod@s!  
Un Viernes gélido en Madrid. La semana se ha marcado temperaturas bajas para estos lares y un servidor, fiel a sus costumbres, anda con la voz de locutor radial y el asma que me acompaña cuando se enfría el cuerpo. 
El 2021 se va consumiendo y mi definición sería: el año sorpresa. Las ha habido buenas, malas, terribles, agradables… doce meses que algunos preferían olvidar, pero no tener memoria es el primer síntoma de subdesarrollo. Yo siempre recuerdo. 
Empezamos por una vacuna que llegó con la peor de las ventiscas vividas en mi ciudad. Terminamos con el convencimiento de que la soledad es un estado natural al que tendemos, aunque me empeñe en lo contrario. Por el camino re-apareció el chico de Kansas 30 años después de desvanecerse en La Habana. Llegó para quedarse y estos Viernes fueron la herramienta que nos volvió a conectar. Una “bendición” de amistad que agradeceré el resto de mi vida. En el camino se quedó mi hermana, víctima de un virus que aún hoy muchos miran sin respeto. El mago de mi vida, aquel que seis años atrás me iluminó con su sonrisa, decidió bifurcar el sendero que antes transitamos juntos y yo le deseo la mejor de las suertes. En otra cuerda, mi ciencia es imparable y no me da ningún reparo en admitirlo, decirlo, difundirlo… ¡no tengo abuela! Bueno, por no tener no tengo prácticamente a nadie. La suerte está en ese club de amigos que he ido alimentando durante las 52 vueltas al Sol que llevo sobre las espaldas. He de decir que nuevos miembros han iluminado estos días grises, hablo del vecino de Castellar y su pandilla andaluza. También del literato de las aceitunas y el científico que vive al frente. Este último, un genio de la neurociencia a quien seguía por sus artículos, resultó ser un vecino que puedo saludar con sólo salir al balcón… alegrías del 2021. Extendiendo la cuerda un poco más, diciembre ha visto el nacimiento de mi columna dominical “Ciencia en Español” donde hablo con quien me lea, de tú a tú, como siempre suelo hacer. Un espacio semanal dedicado a difundir ciencia, política científica e investigaciones recientes, siempre en Español y en El Español (Cruz te adoro y lo sabes). Dos amigos han publicado libros David y Pedro J. Dos presentaciones emocionantes separadas por 24 horas. Mi libro ¿Qué es la sepsis? cerró la trilogía “¿Qué es…?” pero, a diferencia de sus predecesores apenas ha sido leído. La sepsis sigue sin interesar, la sepsis sigue matando. 
Y yo os dejo por hoy. 
Os quiero, 
Ed.