sábado, 15 de octubre de 2016

Viernes... de otro amor

Hola a tod@s! 
Probablemente ya nadie recuerde mi otro ser querido, ese ente al que le he dedicado y dedico muchas más horas que a cualquiera de mis parejas, incluyendo la presente. Quizá mi defensa a ultranza de la ciencia y el desespero que me provoca verla caer, precipitarse, defenestrarse haya ocultado, momentáneamente, ese otro amor nacido también en la infancia. Pero las apariencias a veces engañan, nunca he dejado atrás al cine. De pequeño, en la soledad de las noches jovellanenses, con mis padres durmiendo y mi hermana… quién sabe dónde, el diálogo con el cine se hacía sólido. Gracias doy, sin exagerar ni dar más crédito que el justo debido, a la programación de cine que la pequeña pantalla, en blanco y negro, me regalaba cada noche para llevarme, plano a plano, por mundos ignotos y suertes de conocimientos en forma de imagen. Todo aquello me hizo devorar, no sólo las películas, sino libros que hablan de películas, directores, formas y modos.

De planos americanos a los generales, de Chaplin a Keaton, en cine fórums improvisados con fans también improvisados que el tiempo dejó sin cines ni pasión… así crecí. Entonces llegó La Habana y con ella más cine. La universidad y la ciudad eran un cultivo de cinéfilos, muchos excéntricos, otros más excéntricos que los primeros. A mi vida llegó Tarkovsky y sus siete obras de arte que mandan a dormir al más despierto si no te centras en la búsqueda de algo superior. Por mis ojos desfilaron los neorealistas italianos, los elevadísimos franceses, el cine feroz* latinoamericano, la técnica impecable norteamericana, la escuela inglesa y los olvidados rusos. Entre ecuación y experimento sacaba tiempo para la cinemateca (filmoteca para los españoles) y allí estaba contando sellos hasta llegar al Séptimo* o buscando a esa Persona* que obsesionaba al sueco. Ahora atropello recuerdos con Cielos protegidos*, Acorazados* que no llegan a puerto, siempre contando escalones hasta llegar a 39* a pesar del Vértigo*. Más tarde llegó el estilo de las mujeres que se desquician al borde de un ataque de nervios*, Almodóvar, sus locuras y el primer beso homosexual explícito en una pantalla enorme repleta de ley pro-deseo*… el cine, el cine. En una sala oscura o en el salón de una casa en silencio, siempre ha estado aquí conmigo y también me preocupa. La gran pantalla necesita comida, pero caviar fino, no salmón ahumado en promoción y a punto de caducar. Como la ciencia, el cine se ha ido al “ladrillo”, no sólo aquí en la patria madre (¿por qué tengo que poner madre patria?), sino en casi cada rincón del planeta. Como en la ciencia, la base del cine se está derritiendo con el cambio climático… ¿Dónde se ha ido el cine de autor? Hemos olvidado que todo empieza con él, todo lo que hoy es el cine se engendró a partir de los genios que idearon un lenguaje nuevo, una estética trasgresora, un movimiento de cámara insólito, un plano estrafalario, un decálogo dogmático que luego se flexibilizó hasta el infinito sin olvidar que un día rompieron las olas* y apareció, entonces, un pueblo llamado Dogville*. Pocas son ya las veces que el cine sorprende con un giro que impondrá estilo, muchas, creedme, son las oportunidades a la semana que le doy. El séptimo arte puede estar entrando en la lenta agonía de quien repite fórmulas porque el cerebro no es capaz de generar nuevos axiomas para demostrar… o simplemente, “los tiempos están cambiando” como cantaba Bob Dylan, tanto que su poesía hoy es Premio Nobel y yo… definitivamente me he vuelto un conservador. 
Os quiero, 
Ed. 

(*) las películas que menciono: Séptimo Sello Persona El Cielo protector Tango Feroz El Acorazado Potemkin Los 39 escalones Vértigo. Mujeres al borde de un ataque de nervios La ley del deseo Rompiendo las olas Dogville

sábado, 8 de octubre de 2016

Viernes de Nobels y otros sueños… algunos cumplidos.

Hola a tod@s! 
Cuando era pequeño, bastante por cierto, me leí un libro para niños de Herminio Almendros sobre la vida de una polaca que, contra viento y marea, se licencia en Física y Matemáticas en la Sorbona de París, se casa con la ciencia y su Pierre Curie y funda una dinastía de científicos sin precedentes. De sus manos salió el concepto de radiactividad y también dos nuevos elementos químicos: el radio y el polonio. Aquella vida dedicada a la búsqueda de la verdad me fascinó, la elevé a un altar. Luego muchos otros compitieron por destronarla, mas algo la mantuvo firme en lo alto de mi veneración. Como cada año, esta semana desde Suecia han ido anunciado aquellos que entran en otro altar, los Nobels. Como cada año, pensé dedicar mi Viernes a comentar los premios pero un soplo que se origina en mi infancia me desvía del objetivo primero.
En Madrid, dos personas apasionadas por la vida de Madame Curie, la polaca de mi altar, han lanzado una nueva biografía de la Curie y para celebrarlo trajeron a los dos nietos de aquella diosa de mis primeras décadas. A veces, pocas, los sueños se cumplen. Tuve la oportunidad de conocerlos y decirles que estudié Física Nuclear por culpa de su familia. Ahora en casa tengo una biografía más de Maria Salomea Skłodowska-Curie, pero firmada por Helene y Pierre, hijos de Nobels y nietos de Nobels. Y una curiosidad más se añade a lo que ya sabía de esa dinastía científica; Helene que también es física nuclear, se enamoró y se casó con el nieto de  Langevin, aquel otro científico que tan cerca estuvo de plantear la misma teoría que hizo famoso a Einstein y con quien Marie Curie, se dice, tuvo un fallido amorío tras la muerte de su Pierre. Los círculos, a veces, se cierran. Pero la semana, implacable, siguió su curso sin atender a mi emoción. Empezó con la mala noticia de un NO colombiano al proceso de Paz, seguramente imperfecto pero extremadamente necesario. Otro ejemplo de lo que, muchas veces, hemos hablado sobre consultas populares y madurez frente a las urnas. El mismo lunes vivimos con cierta intranquilidad la posibilidad, aún real, de un Nobel español en Medicina. Lo que hemos llamado “corta y pega” genético estaba en las quinielas con grandes posibilidades. Me refiero a ese mecanismo molecular que imita lo que hacemos todos los días con el procesador de texto cuando cortamos y pegamos frases, pero a nivel del ADN, es decir tratando a los genes como si fueran palabras. Su descubridor, el que le puso ese nombre tan difícil para la prensa generalista (CRISPR), es alicantino y trabaja en la madre patria. Al final los suecos decidieron elevar a su altar a un japonés, Yoshinori Ohsumi, por el descubrimiento de la autofagia, la maquinaria que permite una especie de limpieza a niveles celulares. Merecido. El mismo lunes, y a raíz de la posibilidad patria, escribí para un diario “on line” una tribuna de opinión sobre por qué España ha perdido el tren de los grandes descubrimientos a favor de los autobuses que tan sólo llevan al pueblo colindante. Es simple, se han olvidado de lo esencial. La ciencia con mayúscula se gesta en los laboratorios básicos, allí donde se buscan explicaciones “estrafalarias”, se prueban ideas “locas” o simplemente se estudian las bases del todo. Nuestro sistema es miope a los grandes saltos y sólo se interesa por los pequeños pasos que van dando soluciones intermedias. El mismo Pierre (nieto de Marie) respondía a una pregunta mía sobre el tema con un … “nos hemos olvidado de la creatividad y sólo hacemos ciencia programada, hoy Einstein no tendría ninguna posibilidad de financiación”. El martes llegó con el Nobel de Química a la nano-ingeniería, las futuras máquinas que llevaran fármacos y otras necesidades a lugares escondidos del cuerpo, los premiados fueron Jean-Pierre Sauvage, J. Fraser Stoddart and Bernard L. Feringa. Y con ello se esfumó, por este año, las posibilidades españolas de volver al altar sueco. El corta y pega que antes comentaba, al convertirse en una técnica que está revolucionando la biomedicina, tenía posibilidades de entrar en esta categoría, habrá que esperar un año o más. Ya miércoles tocaba el turno de los físicos y esta vez el galardón se fue a la teoría de la topología de transiciones de fase, debo reconocer que aquí me perdí… David J. Thouless, F. Duncan M. Haldane and J. Michael Kosterlitz estarán muy contentos, digo yo. Y el jueves vino la sorpresa. Tuve un día complicado, asistí a un homenaje que me ocupó la mayor parte del tiempo y sobre las seis de la tarde fue que pude buscar el nombre del escritor o escritora que verá re-editada toda su obra en medio planeta. El Nobel de Literatura es controvertido, la exquisitez literaria se antoja demasiada subjetiva. Mientras me conectaba hice quinielas ¿Murakami? ¿Un poeta senegalés que no conoce ni dios? … ya sabéis que hablo del dios de los ateos, por supuesto. Y la sorpresa es que no había anuncio de Nobel de Literatura. ¡La indecisión ha llegado a Suecia! Amparados por la regla de los 4 jueves y este caprichoso año bisiesto, no dieron el veredicto, tendremos que esperar un poco más. Pero el viernes me gustó, luego de ese NO popular vino el reconocimiento por el proceso de Paz en Colombia que tanto ha costado a ese hermoso país. Santos recogerá la medalla Nobel el 10 de diciembre en Estocolmo. Falta el de Economía, Oslo y no Estocolmo lo anunciará el lunes… y los libreros no han podido hacer agosto con el nuevo escritor agraciado. Y por hoy os dejo, tengo que revisar datos del laboratorio. Sé que la ciencia no me promete la felicidad pero, al menos, me proporciona bocados de verdad. 
Os quiero, 
Ed.

domingo, 2 de octubre de 2016

Viernes...

Hola a tod@s! 
Un Viernes corto, rápido pero sin urgencias en un domingo madrileño que parece lunes de espera. Ayer un partido político tocaba fondo, hoy volvemos a las andanzas. Días atrás recibía una lección grabada con fuego: la gente mala seguirá siéndolo y el malnacido que dice saber de danza es eso. Pero la balanza se inclina a favor de las buenas personas alrededor. Siempre habrá una de arena para aplacar la cal. Y esta semana hubo cosas buenas, diría que muchas… Rafael Yuste hablando de su proyecto Brain, Julio reaparecido desde México, una poesía escrita con Marlen durante el sueño y la esperanza de un Nobel para España que, a pesar de gobiernos, políticos y recortes sigue siendo creativa porque a sus científicos y artistas les va la vida en ello. 
Os quiero, 
Ed.