viernes, 30 de agosto de 2013

Viernes lisboeta dos décadas después...

Hola a tod@s!
Luego de una parada no técnica en Madrid, las vacaciones continuaron. Para el final había dejado el reencuentro con una ciudad casi veinte años después. Sí, cuando llegué a España mi pasaporte de antaño llevaba un visado erróneo y el correcto me esperaba en Portugal… pero eso será historia de otro Viernes. Hoy os cuento que íbamos a Lisboa. Por una vez me despreocupo, dejo que otro organice el viaje, me echo una siesta y al despertar me anuncian que los billetes y el hotel están cogidos. Como dicen en mi Cuba… el tiempo que restaba para el viaje “me tiré a la bartola”, me dediqué a dormir y relajarme. Pero no del todo, también me agencié una guía, planifiqué recorridos y visitas, me compré un libro apropiado para leer allí con una historia de la Isla Metafórica que mezcla nostalgia, decadencia y ganas de vivir… en fin, sólo quedaba el mar. Entonces, ya en Barajas, una vez pasado el control de aduana, el otro sonríe nerviosamente y me dice: “me equivoqué”. En ese momento nos percatamos que teníamos billetes para Oporto y hotel en Lisboa. No doy crédito. Menos mal que el billete no era para Moscú. Llegamos al aeropuerto de Oporto decididos a tomar un tren rápido para la capital. Pero había que llegar a la ciudad… sacar un ticket para el metro es complicado, sólo aceptan tarjetas portuguesas. Luego nos ponen otra prueba, hay que sacarlos uno a uno (somos dos, el que me llevo a Oporto y yo), la máquina comete un error y me da un papelito que debo entregar en la oficina de turismo para que me devuelvan el dinero. Me cago en todo y sigo intentándolo. Con el ticket en la manos subimos al andén. No me lo puedo creer, según el panel el tren que nos lleva a la ciudad llegará en 22 minutos… aquí los tiempos son otros. Pero Lisboa merece tres horas adicionales de tren y las risas nerviosas por una metedura de pata que quedará en mis anales.
La ciudad decadente que conocí hace casi dos décadas, ¿Carlin te acuerdas? sigue teniendo el mismo aire despreocupado de quien tiene todo el Atlántico a su vera. Callejear por sus cuestas te hace disfrutar de lo cotidiano, el aire del océano se lleva las preocupaciones y la vida resulta más fácil. Se nota en quienes la viven… la troika y los bancos tóxicos no han podido con esto. Me recorrí hasta el agotamiento sus callejuelas, me refugié cuanto pude en las iglesias…¡que distinto sería todo si toda la riqueza usada en construir templos para la adoración religiosa se hubiese empleado en crear observatorios astronómicos, centros de estudios no teológicos etcétera!
 


Aprecié un florecimiento del comercio pequeño, diminuto, familiar y destinado al vecino. No vi locales cerrados ni mucha basura en el suelo, tampoco caras tristes ni ánimos exaltados. Cuando estaba harto de subir cuestas una vista me sacaba del paso, me transportaba a otra ciudad que recuerdo en blanco y negro. Lisboa está viva, hay un ambiente propicio para la creación, es bohemia pero no se vanagloria de ello. También visité sus alrededores, en Belem me enamoré del estilo manuelino y comí unos pastéis en un sitio con dos siglos de tradición, en Caparica gocé de una playa amplia y limpia.



Por las noches me perdía por el Barrio Alto, una de ellas cené en la Cervejaria Trinidade que lleva sirviendo comida desde hace 175 años y está situada en un antiguo convento del XIII, recomendación de una amiga, esperaba lo mejor… entonces para no seguir románticos he de decir que ha sido el lugar donde peor he comido si descontamos el comedor de la universidad de La Habana y un restaurante del Escorial… ya lo dijo Wilder en 1959 “no body is perfect”. Pero mi amiga acertó en otras mil cosas, Lisboa ha entrado en altar de mis sitios favoritos. También acertó “el otro” con su billete equivocado a Oporto, tres horas de ida y tres horas de vuelta se aprovecharon para leer “La novela de mi vida” esa que cuenta la vida de Heredia… mientras tanto por la ventana se sucedían paisajes verdes que, una vez más, me transportaban a lugares añorados a los que, posiblemente, nunca volveré. He de decir que cuando allí vivía, lleno de sueños por cumplir, rodeado de crisis y desespero, una carta de algún amig@ que podía permitirse un viaje, unas vacaciones, algo distinto, me llenaba el alma y me daba aliento. Por eso hoy, pese a las críticas recibidas y los malintencionados comentarios en mi blog, sigo contando las experiencias vividas porque sé que habrá alguien como yo en el pasado que disfruta con ello.

Os quiero, 
Ed.



viernes, 16 de agosto de 2013

Viernes de altas tierras...

Hola a tod@s!
Por aquí seguimos, en un mundo donde matar a más de 500 personas durante un “desalojo” puede ser la noticia con la que amenizas la comida y como mucho la gente piensa: “vaya, me quedé sin poder visitar las pirámides”. Algun@s van más allá y reflexionan: “al menos se va a beneficiar el turismo español”, aunque esto último está desaconsejado por una eurodiputada británica que no tienen mucho que hacer. Pues si, en el país de la pirámides y los secretos se gesta una guerra civil y, mientras tanto, Gran Bretaña y España desempolvan el tema Gibraltar para hacer más ameno lo de tener temperaturas altas. Yo, sin prever nada de esto me lie la manta a la cabeza y, con una troupe muy entretenida, nos lanzamos a descubrir las High Lands escocesas. Ya tuve que aguantar que algún mequetrefe dijeran una bobería sobre mis tweets desde el sitio… pero eso es algo normal, vamos que ni caso.
Lo cierto es que llegamos a Edimburgo e inmediatamente cambiamos el chip obligados por una temperatura más fresca y otras circunstancias. Primero fue inspeccionar la ciudad, pequeña pero elegante, probablemente más majestuosa en mis sueños. Eso si, llena de creatividad. Resulta que hace casi un siglo, para celebrar que la guerra había terminado, allí se organizó un festival de artes escénicas. Entonces muchas compañías de teatro, danza “and so on” se presentaron, pero 4 de ellas se quedaron fuera del programa… “no había cama pa’ tanta gente” diría un cubano. Sin embargo, aquello no las desanimó y crearon un festival alternativo al margen del oficial que llamaron “Fringe” (marginal en inglés). Desde entonces Fringe es el festival de festivales, allí estuvimos. La Royal Mille estaba repleta de pequeños avances de lo que se podía ver en las salas de toda la ciudad. Nosotros fuimos a dos propuestas, una ya conocida y traída por algunos amigos desde NY y otra muy británica.
La primera, increíblemente mejor que cuando la vi en NY, la segunda toda una clase de escuela dramática inglesa. No tuvimos tiempo para mucho, queda para la próxima pasear por la Ciudad Cerrada, aquella donde confinaron a los enfermos de peste durante 100 años y hoy se llena de muñecas por la visión de una médium japonesa. También me quedó por ver la sangre del amante de María Estuardo, asesinado… no sé sabe muy bien por quién. Todo esto y algo más lo cambiamos por meternos en un coche y viajar muchos kilómetros por esas tierras altas, verdes, vírgenes. Quienes me conocen sabéis que entre las cosas que trato mantener lejos de mí están las dinámicas de grupo y los viajes en coches. Las primeras me agotan, los segundos me marean. No obstante, debo decir que ha sido una de las experiencias más placenteras que he experimentado. Con rumbo al norte nos hicimos más de 500 km para buscar Ullapool y desde allí otras tantas millas para recorrer unos montes tan verdes que duelen. La desintoxicación fue brutal, ni un solo edificio, muy pocas personas, todo lagos, mar, cascadas, primos de Bambi, ovejas, vacas peludas y una compañía inmejorable. Durante las horas de coches pasábamos de analizar la política agraria de la UE a la estrategia de embrutecimiento que gestan las televisiones privadas, una maestra nos hablaba de cómo enseñar a no marcar diferencias en los niños y un periodista se nos dormía mientras visitábamos una isla que sólo él había incluido en el itinerario.
Todo amenizado por el mejor de los maestros de ceremonias: Nelson, el amigo cubano-argentino-newyorker que siempre tiene una palabra feliz para cualquier desenlace. Más de una vez los siete viajeros pensamos que detrás de aquello estaba el fin del mundo, alguna vez el silencio coronó la visión difícil de describir y sólo la voz de Chavela Vargas “perturbaba” el momento. Y aquí lo dejo, gracias Jose, Amparo, David, César, Carlos y Nelson por estos días tan agradables.
Os quiero, 
Ed.






PD: Felicidades a Jose, Ahmed y JL.

domingo, 4 de agosto de 2013

"Viernes" ... fin de la cita

Hola a tod@s!


España ha vivido esta semana una puesta en escena muy “graciosa”, por una parte nuestro poco agraciado presidente lució un preparadísimo discurso repleto de citas tras las que siempre dijo “fin de la cita” en un intento de remarcar las palabras de su adversario político. Por otra, tuvimos a una oposición que ahora "sabe" lo que hay que hacer y se dedicó a resumir la hemeroteca de los últimos tiempos. Un circo sin pan que deja un mal sabor y evidencia la pésima posición de nuestros políticos y su máxima: aquí no dimite nadie. Curiosamente, mientras el circo se desarrollaba en el parlamento, los medios se hacían eco, con la boca muy pequeña, de la noticia importante del día: “60 científicos del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas a la calle”, fin de la cita. ¿Qué son 60 personas si los comparamos con los millones de desempleados españoles? Este número en relación con la cantidad de personas que nos dedicamos a la ciencia puede significar millones. Pero hay más, se abre la brecha en el sector. Si el buque insignia de la investigación en cáncer del país se puede permitir el despido de científicos sin la menor de las protestas ciudadanas, el resto es pan comido. Lo cierto es que nadie ha movido un dedo. No he visto un post aireado de @AnaPastor, tampoco un video blog analítico de #IñakiGabilondo y mucho menos una reprobación masiva. ¿A quién le importa? Sigo insistiendo, a nadie. La semana ha pasado centrada en el empeño de Rajoy de creernos tontos y lo peor es que lo somos. 
En lo que a mí respecta, no han sido unos sietes días malos, todo lo contrario. Mi proyecto, ese niño que tanto he mimado, pasó el primer escollo y fue algo así como una liberación. También firmamos un acuerdo con el Comité Olímpico Español para desarrollar un programa en el que pretendo aplicar lo que ya sabemos al antidopaje (Belda, nuestro primer proyecto juntos!) y un par de amigos se suman a mi vida… ¡bienvenidos! Todo esto salpicadito de mucho calor y alguna que otra curiosidad científica…

¿Sabéis que la epigenética podría explicar las diferentes susceptibilidades adquiridas por las diferentes razas? Resulta que eso que acabo de mencionar “epigenética” no es más que las transformaciones puntuales y temporales que ocurren en los genes pero que, hasta ahora, no se considera posible su transmisión hereditaria. Estos cambios epigenéticos hacen que algunos genes dejen de “funcionar” y otros “funcionen más” bajo algunas circunstancias. El hecho podría ser la explicación de algunas peculiaridades de razas que se han desarrollado en ciertas áreas del planeta que, curiosamente, tienen lugar en individuos de razas diferentes que migran hacia esas zonas. Yo estoy convencido de que el puñetero calor modifica epigenéticamente nuestros genes y nos hace menos analíticos y más sandungueros. Probablemente esto le está ocurriendo a los “analistas” del Fondo Monetario Internacional, que de tanto estar de vacaciones por el Caribe se les ha bloqueado algo en el cerebro. Ahora recomiendan la siguiente brillantez: “bajad los sueldos españoles un 10%”… y por qué no se baja las bragas la francesita esa que tienen por jefa. ¿Dónde estudiaron esos economistas? A ver, con el paro como está, los sueldos que han sido recortados muchísimo y los precios intactos o a la alza, si bajas el salario un 10 % más, ¿quién diablos va a consumir? No se le ocurre que a lo mejor lo que se necesita es bajar los precios reduciendo un poco la ganancia de las empresas. Por otra parte, ¿no tienen nada mejor que hacer que sacar informes predictivos sobre España, cuando sabemos que ningún modelo de predicción ha acertado? En fin, me despido con otras dos noticias, la primera en cirílico, mi tocayo (Ed) tiene asilo en Moscú por un año y me alegro por él pero no dejo de hacerme la pregunta: ¿Qué querrán los rusos? Porque no me creo que les haya dado un ataque de democracia. Y la segunda en italiano… Berlusconi a la cárcel, no sé por qué tampoco me lo creo. 
Os quiero, 
Ed... fin de la cita.