sábado, 30 de enero de 2016

Viernes... ingrávido.

Hola a tod@s! 
Hay días, semanas y temporadas en las que “la levedad del ser” se agudiza y pareces pasar por encima de “la nada cotidiana”, mientras que los problemas del diario te resbalan cual babosas que han perdido sus adherencias. Esos días, semanas y temporadas son aquellos en los que no te incomoda hablar con personas incapaces de competir en inteligencia con los batracios y hasta te ríes de sus ocurrencias, las mismas que otrora provocaban apoptosis masiva neuronal. Hay días y temporadas que ni siquiera tomas en serio las barbaridades de muchos políticos, aquellos que pertenecen a la especie está es mi silla y no que no se te ocurra moverla porque te araño. Son los mismos días, semanas y temporadas en las que no importa que el sol no salga… total, ya tengo tu rostro. Pues amigos, estoy pasando por esos días que se han tornado semanas y ya adquiere rango de temporada. No obstante de estar en estos días, semanas con clasificación de temporadas, sigo siendo científico, observo y hasta experimento con mi alrededor. Es entonces que me percato, una vez más, de las reacciones curiosas y contradictorias del ser humano… esa especie, mala, malísima que nos ha tocado en la lotería natural y asumimos con algo de dignidad. Sí, es interesante ver cómo reaccionamos a los días, semanas y temporadas de absoluta ligereza gravitacional de los demás. La poca empatía con los estados de felicidad nos hace sobrevolar la razón y ocupar los escalones más elevados de la evolución-irracional para sentenciar, clasificar y mirar por encima del hombro, desgastado de tanto usar, al pobre infeliz que vive esos días, semanas y temporadas de embriaguez voluntaria y satisfactoria. Pero lo mejor de esos días, semanas y temporadas es que quienes los están viviendo hacen caso omiso a las miradas de desaprobación, comentarios viperinos e inútil etcétera alargado del resto de la especie humana. 
Os quiero, desde la absoluta levedad irracional, 
Ed.

viernes, 22 de enero de 2016

Viernes... sin rima

Hola a tod@s! 
Uno de los grandes bioquímicos españoles, Carlos Gancedo, me comentaba minutos antes de empezar una conferencia en mi instituto que aún hoy a los científicos se nos cree exentos de los principales rasgos humanos. Nos ven como seres que velan por el bienestar de los demás, preocupados por la salud del prójimo, desinteresados, despistados… y una larga lista a la cual muchos añaden: mal vestidos, despreocupados por las tendencias, “freakies” en extremo, aburridos y hasta a-sexy (sí, me inventé el término). Todo esto porque a veces damos con la cura para algún mal que lleva azotando la humanidad desde sus albores o recodamos una puerta de embarque usando algún recurso nemotécnico relacionado con lo que hacemos. Sin ir más allá, suelo memorizar los números usando sus características: si son primos, múltiplos de algo, etc… Y, tal y como hice en un viaje reciente con amigos a-científicos a Londres, recordé la puerta de embarque porque era B19, los linfocitos B tienen una molécula de membrana que se identifica por el número 19… B-19. Pues queridos míos, no es así. Los que nos dedicamos a la ciencia simplemente somos curiosos. De la misma manera que hacen los artistas, nos complace ser los primeros en poner nuestra rúbrica en algo y de paso crear, descubrir, arrebatar secretos a la naturaleza, explicar lo que no se comprende… en fin, cosas de ego. La clave está en que los potenciales resultados de nuestra labor pueden sobrevivirnos y tienen un calaje real en la evolución de la sociedad. Es evidente que no todo lo que hacemos se convierte en oro, pero nunca sabemos qué, cuándo y dónde algo de lo que perseguimos se transformará en el preciado metal. Por eso hay que mimarnos, cuidarnos y financiarnos… a pesar de que no seamos todo lo sexy que gustaría, ni estemos al día en cuanta tendencia surja. Simplemente, luego nos gusta que las cosas funciones, sin embargo, las app tienen su base en ciencia… os lo recuerdo. Pero dejemos el tema que ya me habéis tildado de aburrido. En España seguimos sin gobierno, ahora parece que Iglesias se conformaría con un segundo plano donde el protagonista fuera Sánchez, una gerencia sin los azules ni los naranjas. Me resulta difícil visualizar a Pablo Iglesias como secundario de una historia. ¿Y a vosotros? Los que sí ya tienen president son los catalanes que siguen erre con erre con la independencia y su supremacía de raza elegida para dirigir el porvenir del sistema solar. Bromas apartes, sigo sin entender muy bien el independentismo catalán. Como tampoco entiendo que a estas alturas algunos sigan identificando transexualidad con homosexualidad. Más de una vez, en pleno siglo XXI, he tenido que aclarar que el hecho de que te gusten personas del mismo sexo no implica, ni remotamente, que estés en desacuerdo con tu sexo biológico. ¿Por qué habló de esto así de repente? Es que he visto una joya cinematográfica que recomiendo, hablo de “The danish girl” que con una excelente factura, fotografía y música incluidas, nos cuenta los primeros devaneos médicos y sociales en Europa al tratar la transexualidad. Aunque, tal y como siempre ocurre, la historia está deformada en aras de la fluidez cinematográfica y porque a veces los creadores piensan que es mejor contar otra historia en lugar de lo realmente acontecido, la película es deliciosa y su protagonista, Eddie Redmayne, sigue en la cúspide. Continuando con cine, esta semana fue la tercera edición de los premios Feroz, los mismo que crearon un grupo de amigo con David a la cabeza. También estuve allí e incluso participé como anónimo en una broma con los guionistas de las películas nominadas… pero lo de anónimo me duró poco, un periodista de Redacción Médica me reconoció y el chiste saltó a la web de la revista. Y poco más me queda por contar además de que parece que encontraron el planeta X… como dijo el poeta: “hoy no es día inteligente y no puedo ir más allá…” 
Os quiero, 
Ed.

sábado, 2 de enero de 2016

Viernes... primero y con resumen.

Hola a tod@s! 
El 2016 me ha tomado por sorpresa, nada fue como lo había planificado, un elemento nuevo irrumpió sin fuerza aparente y se tornó huracán. Y aquí estoy, reconduciendo los días, llenando los vacíos y gozando de otros puntos de vista. Mientras tanto, 2015 se despidió con tortas políticas para todos los colores. España se diversifica, ya no se nos puede clasificar entre rojos y azules, existen los morados y los naranjas. A mí es que el zumo de naranja siempre me ha gustado. ¿Para cuándo un gobierno donde estemos todos o casi todos? Pero de esto estaréis cansados, en política todos tenemos opinión y todos dominamos la razón. Es una pena que los demás siempre estén equivocados, diríamos. 
Por todo ello mejor cambio de cuerda y le presto atención a mi amiga Marlen, la misma que dice: “habla de ciencia que es lo tuyo”. El año que despedimos nos trajo alegrías en muchos laboratorios y equipos de investigación. Visitamos Plutón y descubrimos agua en Marte, y dirá Lilo ¿para qué? Pues para lo mismo que Boole desarrolló su álgebra, hoy base de todo lo que hacemos con un ordenador, es decir todo. O para lo mismo que De Broglie predijo la existencia de la antimateria… quién diría que nuestros TAC se basarían en aquella locura inservible que no eliminaba el hambre de la humanidad, por lo tanto innecesaria. No sabemos cuándo necesitaremos dejar atrás el planeta azul que tanto hemos contaminado, y necesitaremos los conocimientos que hoy acumulamos sobre Marte y Plutón. Este año también nos dejó un método eficiente de “edición” genética… una aguja fina y precisa para modificar o insertar información en el genoma de una célula. La terapia genética gana sentido con este avance y también los condicionamientos éticos y la cara B de todo avance. A un paso estamos de mucho de lo que hemos visto en películas de clonajes y otros avatares. Estará en nosotros el buen uso de todo ello. Avanzando en el año se encontró el pentaquark y aquí nos vamos a la verdadera esencia del todo. Esta partícula se buscaba desde los años sesenta del siglo pasado y… voilá, ya dimos con ella. Ahora tenemos que interrogarla, pedirle explicaciones claras de su “comportamiento” y, de paso, entender un poco más sobre los pilares del universo. Pero no nos quedamos aquí, en África aparecían unos restos cuyas fotos dieron la vuelta al mundo. Una nueva especie humana se mete en el complicado árbol evolutivo que algunos se quieren cargar con el diseño ¿inteligente? de no sé quien. El Homo Naledi ha llegado para quedarse y, por lo pronto, parece ser un eslabón más entre el mono y el hombre. En cuestiones más terrenales, la biónica se torna realidad con chips que permiten dominar partes anatómicas insertadas, un rostro nuevo para un bombero que lo había perdido 14 años atrás se nos presenta como un avance sólido en la cirugía de reconstrucción, una epidemia eliminada con una vacuna eficaz y desarrollada en tiempo récord alegró la vida de todo un continente, el más negro, el más olvidado… Hoy me sigue retumbando en los oídos las palabras del director de una revista “cool” de este país que me dijo: “los científicos sois aburridos”. Este señor nunca sabrá lo que es realmente diversión… eso sí, he de decir que mientras la mayoría de los que me leéis habéis recibido una paga extra para los gastos de fin de año, quien escribe descubrió que su nómina se redujo en diciembre. Cuestiones de prioridad de esta sociedad.
Os quiero,
Ed.