viernes, 18 de abril de 2014

Viernes sin ti...

Hola a tod@s!
Por fin un Viernes puntual. Sí, no me fui a la playa como el 70% de los conocidos, ni tan siquiera me he movido de mi épsilon-vecindad. Ando por Madrid temiendo al verano que se avecina, contento de saber que existe un exo-planeta donde migrar cuando los políticos y alguna que otra prima donna, de esas que se expanden a razón de su ignorancia, destruyan por completo el sitio donde vivimos. También encuentro tiempo para formular y reformular mi teoría del paso evolutivo, no quiero decepcionar a Lissette que dice esperar la explicación con el cerebro abierto… yo te mando un beso.
En otra cuerda, me fui al Teatro Canal para ver “La voz humana” con María Bayo, salí satisfecho pero con el recuerdo de Felicity y Cecilia, una Lott y la otra Roth, cuando juntas hicieron historia en la Zarzuela. Más tarde me paso una tarde entera con Lilo, recién regresada de Cuba cargada de historias y esperanzas. Con ella me percato que la amistad profunda sólo se gana con el tiempo, la prontitud confunde. Sigo la semana, para mí nada santa, aprovecho para ponerme al día en cosas imposibles y disfrutar de esa soledad que nunca llegará a ser centenaria por razones diversas… y así fue como me enteré que Márquez moría, se nos ha ido, ya no está. El hecho me transportó a la juventud incipiente, cuando cada domingo leía una crónica suya que se publicaba en el periódico oficial del país de las metáforas, Cuba para los recién llegados a mi Viernes. Los Buendía no me eran aún conocidos pero aquellas combinaciones de palabras, letras, hechos e ideas me estremecían. Envidiaba como construía cada frase, su síntesis y su expansión. Muchos años después, incluso algunos más tarde de elevar a Carpentier al altar, me encontré, así de sopetón con la familia del coronel Aureliano… aquel día me dije: este es el libro. Cada vez que lo abría para continuar leyendo era como sumergirme en un mundo nuevo, nunca antes y jamás después me ha vuelto ocurrir. Aún sigo esperando que alguien logre encontrar la forma de elevar a otra Remedios la bella… la esperanza se va apagando y sólo queda la luz de una vela.  
Os quiero, 
Ed.

sábado, 12 de abril de 2014

otro Viernes...

Hola a tod@s!
Ahora sí no hay marcha atrás, llegó el verano. Mi biomarcador estival ya está activado, hablo del asma. Ella no engaña, otras sí. Pero a esas mejor no dedicarles ni un segundo. En Madrid estamos lavando los pantalones cortos y las camisetas, la gente se prepara para dejar la ciudad por semana santa, ¿las minúsculas?… ya sabéis. Muchas cosas han sucedido, me he enterado que Kundera tiene libro nuevo, catorce años después y con más de ochenta, vuelve en francés. A este señor le debo parte de la levedad de mi existencia en La Habana de principios de los noventa. No sé que tendrá que decirnos ahora, habrá que esperar hasta septiembre que será cuando aparezca el libro en español. Mientras tanto, dicen que la Aguirre, esa pija-política-engreída, evadió a los agentes de movilidad y el revuelo no se hizo esperar. No sé de qué se asombran. El español es chulo por naturaleza, hoy ha sido ella, ayer fue un policía, mañana un ejecutivo y todos los días el resto. Está en la esencia del ibérico, eso y la eterna incoherencia. Si Kundera hubiese nacido por aquí seguro que su fama se debería a “La insoportable incoherencia del ser” y la palabra levedad no habría aparecido en el título. Poco a poco me he percatado que aquellas incongruencias que me ponían enfermo en mi Cuba natal no habían sido adquiridas por convivencia con los soviets, no… eran herencia directa de la Madre Patria. ¿Qué le vamos hacer? Como sentenció en 1959 Willy Wilder “no body is perfect”. Entonces lo mejor es evadirse con alguna idea, exprimirse el cerebro en busca de una verdad e incluso viajar a otra galaxia. Y es que entre tanta búsqueda de soluciones a las trabas cotidianas, seguir adelante a pesar de todo y el típico etcétera, no hay nada mejor que plantearse una pregunta aparentemente absurda. ¿Estamos bloqueando un paso evolutivo? Creo que sí, pero esto lo dejaré para otro Viernes, escrito un sábado del futuro cercano. Hoy quería compartir otra cuestión ligeramente diferente… lo improductivo de la muerte para la especie humana. Puede parecer sencillo, claro que es jodido eso de la muerte, alguien deja de estar y se instala el nunca jamás. Pero vayamos un poco más allá. Un ser humano durante su vida acumula conocimientos, saca conclusiones y obtiene experiencia. Esto último es probablemente lo más importante, con los años, las vivencias, lo aprendido y eso que llaman poder de asociación logra una arquitectura ¿lógica? que le permite poder enfrentarse a situaciones diversas. ¿Cuántos seres humanos han podido plasmar todo esto en un formato utilizable para quienes les suceden? Posiblemente no llegue al uno por ciento. Todo se pierde en cada fallecimiento y por siglos la improductividad sigue mellando la especie. Algo de esto se va solucionando con las redes sociales, pero ni aún así creo que la unidad porcentual se supere. ¿Qué pensáis sobre esto? Quizá merezca un segundo, un par de minutos o alguna hora. De cualquier manera siempre nos quedará disfrutar con especulación, usar eso que nos diferencia, nos hace sutiles, malvados y otras cosas. Y ya os dejo, pero antes os recomiendo asomarse al “Hotel Budapest” con Stephan Zweig en la sombra, “Viajar a ninguna parte” en el teatro para los que andan por Madrid, “La partida” para los que quieran gozar de una película intensa aunque con final fallido y sobre todo, “Conducta”. En esta última encontré a la Cuba de hoy que no reconozco pero donde algunas cosas no cambian. 
Os quiero, 
Ed. 
PD: Alice felicidades, Glaría… estoy esperando ese email, J gracias mil, Lilo te estoy esperando en Madrid.