sábado, 26 de noviembre de 2016

Viernes... ¿hace falta decir de qué?

Hola a tod@s! 
Cuando no encuentro las palabras exactas para decir lo que quiero, cuando las ideas no ganan cuerpo en una frase precisa, cuando esto ocurre… prefiero el silencio. Mi Ángel desde Valencia, Ale desde La Habana y el eterno profesor matancero han reclamado mis Viernes. Pero los Viernes no encontraban la arcilla propicia para expresar la consternación ante la estupidez mayúscula de un Trump en el trono planetario, un análisis que se me atragantaba entre tanta paja y posts. Pero esto tendrá que esperar… hoy, un sábado lluvioso en Madrid, me levanté sigiloso pero sin propósito. Ismael duerme, ayer, hasta las tantas, celebrábamos la vida con Lissette, la misma mujer adorable que abandonó Cuba hace veinte años para re inventarse en una NY convulsa, buscando una oportunidad que la Isla, llena de Metáforas, le negó. Durante la cena el teléfono sonó, era Ariel, mi hermano de la Universidad, dos décadas sin vernos y el domingo pasa por Madrid… un congreso lo sacó de Canadá y nos reunirá ¿por casualidad? mañana. Ha pasado mucho tiempo, una vida fuera de Cuba… más tiempo en otros lugares, una profesión construida a cojones, hijos criados en otras culturas, vivencias que se superponen a los recuerdos, en blanco y negro, de aquellos lares caribeños. Pero las heridas cerradas, taponadas, mal cocidas y olvidadas se asoman. No lo hacen como antaño, cuando sangraban sin contención, ayer eran aparentes rasguños mal curados que mejor no revolver. Entre risas, las historias neoyorkinas se entremezclan con aquellas habaneras. Ismael no conocía las peripecias vividas por Lissette y servidor cuando, debido a la grandilocuencia de un líder absoluto, nuestras prometedoras carreras se vieron truncadas en pleno despegar. Pero la risa ganó, ¿quién se acuerda hoy de aquel 1992 cuando la inocencia nos llevó a actuar con libertad y decir lo que pensábamos? Éramos científicos en ciernes, los datos ante todo, pero los datos tenían que estar en plena concordancia con un ideario… y nosotros, no lo sabíamos. Entonces empezó un calvario, de la noche a la mañana dejamos de ser fiables… y el plan secreto floreció. Como Lissette y yo, casi toda una generación abandonó la Isla Metafórica… 
Y vuelvo al comienzo, abrí los ojos esta mañana rara, dije que lluviosa, prolegómeno de un invierno anunciado… con la lentitud del soñoliento encendí el teléfono y la noticia saltó. La tristeza me abrazó y con ella llegó la rabia dando paso a unas lágrimas que me quemaron aquellas heridas que ayer, tímidamente, removí. No era inmortal… ha sido la única persona que he odiado con la fuerza de lo irracional. No te deseo que descanses en paz, no te lo mereces. No estoy contento, me ha asaltado la rabia que hace mucho reprimía para poder vivir. Se ha ido sin justicia y eso… no es justo. Hablo de fidel castro y las minúsculas no son un error. 
Os quiero, 
Ed.

sábado, 5 de noviembre de 2016

Viernes... cambiando de tema

Hola a tod@s! 
Allá por la isla de las Metáforas, cuando los años 90 hacían su agosto, la emigración devenía un desesperado deseo y el comentario sobre lo mal que andaba todo era el primer punto de todo orden y día, allá asumimos la costumbre de empezar cualquier conversación con un “cambiando de tema”. De nada servía ebullir la sangre y aumentar la presión arterial… buena costumbre aquella que nos mantenía hablando de cosas bellas, del futuro y lo sabroso del pasado. Costumbre que hoy abrazo para evitarme un ictus matutino… entonces recomienzo mi Viernes escrito un sábado de casi invierno, en Madrid. 
 “Cambiando de tema”… por aquí sigo, saltando para recordar, recordando para vivir, elevando la mirada para evitar los muros y el corto plazo. Y también negociando para cambiar, guardando la fina memoria que va definiendo cada paso… desechando en cajones inmensos todo aquello que huele demasiado mal para llevarlo en la mochila. Así llegué hace poco a Manchester, el Instituto Cervantes buscó en mí la Ciencia perdida y mil veces encontrada de España. Hasta allí fui con el miedo del principiante que la experiencia de otros cientos de veces no ha borrado, ni lo hará. Allí encontré un equipo de gente, rica por dentro, a quienes las tinieblas del sitio no han logrado desdibujar la sonrisa latina que nos hace especial en Europa. Hablé de España y sus tópicos, de Ciencia y España, de teorías que a punto de convertirse en artículos están. De allí me guardo a Kepa con su biblioteca mental que atesora la historia y el arte, a Oda con Japón por sus venas, a Amaia, discreta y encantadora, las afiladas preguntas de Artal que revuelven los cimientos, una foto con Alan Turing… y esa especie de halo de “knowledge in valoration” que envuelve todo lo británico. Luego vino la vuelta a la convulsión, mas he decidido, sólo “bellezas en mi entendimiento” aunque con ello ofenda. En el laboratorio las lupas incrementan su aumento, el misterio se va desvaneciendo y a Dylan alcanzaremos. Fuera, la vida lleno con letras de otros, imágenes que son historias y vericuetos que se me antojan bellos. Y dentro, muy dentro, filosofo sobre cómo avanzar… el mundo se retuerce pero yo no con él. El hartazgo no puede consumirnos y las metas han de estar en el infinito, que otros pongan los tornillos… y hoy me voy al Ballet. 
Os quiero, 
Ed.