sábado, 2 de abril de 2016

Viernes... desde un sábado reflexivo

Hola a tod@s! 
Almodóvar, aquel que nació en La Mancha, el mismo que trabajó en telefónica y por eso destrozaba un teléfono en cada una de sus primeras películas, el sobreviviente de una movida rota por el SIDA… el genio, ahora es doctor Honouris Causa por Oxford. Ya Harvard, la grande, le concedió el mismo título hace un par de años y aquí, en la España natal, sólo la Universidad de Castilla La Mancha se ha acordado de Pedro. Nadie es profeta en su tierra, pero si la tierra que te vio nacer es latina mejor no triunfes, porque sólo piedras y pocas flores te tirarán. Nunca he podido entender la miopía nacional frente a evidencias a nivel planetario. En el cine, como en cualquier tipo de actividad creativa, llegar a tener un sello personal es el objetivo cimero, lo deseado y casi nunca logrado. ¿Cuántos directores de cine pueden decir que una situación/escena/diálogo/estética determinada lleve su apellido allá donde se produzca? Si alguien combina de manera armónica colores antes imposibles, en tonos apastelados a la par de chillones, decimos inmediatamente que estamos delante de una estética almodovariana. Si un texto dispara frases alocadas con el sentido profundo de un mensaje popular lo clasificamos, invariablemente, como almodovariano… si alguien ha logrado llevar a cada rincón de este planeta el submundo femenino de la España profunda, mezclado con la modernidad de un quiero pero no puedo, es Almodóvar. Nos puede gustar o no sus películas, yo me declaro fan de aquellas que son obras de arte, pero ha creado un universo como pocos. ¿Cuál es la diferencia entre Allen y Almodóvar? Los dos son genios, los dos tienen sellos propios, los dos han experimentado, cual científicos, con la imagen, el sonido y la acción. Simplemente uno nació en La Mancha y el otro en Manhattan. Sufro cada vez que veo reacciones tan poco sustentadas contra aquellos que han creado escuela. Mientras que en Estados Unidos, esa Norteamérica tan criticada y cruel, si tienes talento te sale un patrocinador, en nuestros queridos países latinos te salen tres envidiosos y veinticinco mediocres generadores de zancadillas. ¿Es algo cultural? ¿Complejo de inferioridad? Un dato me deja perplejo, según una encuesta que, por supuesto, no he verificado a pie de calle, alrededor de un 75 % de los jóvenes españoles sueñan con ser funcionarios… este país necesita que el 75 % de sus jóvenes se quiera comer el mundo y celebren cuando uno de los suyos logre imponerse fuera de las fronteras. 
Os quiero, 
Ed.