sábado, 30 de agosto de 2014

Viernes... en compás de espera

Hola a tod@s!
Por estos días, finales de algo y comienzo de todo, el calor y ese deseo impreciso de concretar lo que no toma forma han marcado el tempo. Las ganas, o más bien la desgana, indicaron el camino luego de cada mañana con tarde corta en un laboratorio desierto. Allí estuve, reescribiendo un artículo que auguro importante, luchando con mi mente que planteaba paseos… un tanto lejos. Pero no me preocupo, sé que la concentración, en mi caso, es cosa de períodos y el devaneo siempre precede al mejor encuentro. 
Entregado al momento, un par de veces me fui al cine, no hay mucho más que cine en el Madrid estival. Un par de veces salí contento. “Locke” me dejó la certeza de haber visto el guión del año y en una cuerda alejada, sumido en el esparcimiento, “Shirley” me ofreció las escenas más cuidadas de un experimento visual que gocé y recomiendo. Pero aún quedan en la lista dos más y el fin de semana se presenta recogido en la intimidad de una sala oscura, buscando algo nuevo. 
Y así, sumido en una calma revuelta, espero con miedo la aparición de un septiembre estúpido que trataré volver inteligente, alejando, en lo posible, la voluntad imprecisa de quien por tonto me tiene. 
Os quiero, 
Ed.

viernes, 22 de agosto de 2014

Viernes...

Hola a tod@s!
Esta semana un desconocido-recomendado me escribe, me pide ayuda para abrirse camino en Madrid. Se presenta desconcertado y seguro, algo así como hambriento y saciado. Empachado de un mundo que aún no se ha comido. Esa mezcla de cubano sobrado e inmigrante perdido también me dice: “… ya he leído tus Viernes, gracias a dios que te has dedicado a la ciencia, lo tuyo no es la literatura”. No puedo negar que aquel misántropo-moderno me desconcertó. ¿Qué hay que hacer frente alguien seguro de merecer todo sin haber hecho nada? ¿Debemos ayudar a quien cree estar de vuelta sin emprender el viaje de ida? Lo peor es que este caso no es aislado… tropas de miles engreídos pueblan la tierra. Mi respuesta educativa, o por lo menos sosegada, la dejo en la privacidad. Pero quisiera hacer una reflexión sobre el tema. La imagen que hemos fabricado del éxito junto al propio éxito infructuoso, tan de moda, no solamente ha creado esos prototipos de cazadores del triunfo, también ha generado aquel ser que detesta la humanidad y siente tener una estatura desmedida. El mismo que sin mover un dedo, por aquello de no consumir energía en algo sumamente inferior, cree merecer la alfombra roja de la pasarela celestial. ¿Acaso nadie le ha dicho que la sensibilidad y la inteligencia no bastan? ¿Nunca antes alguien le ha comentado que el movimiento se demuestra andando? Detrás de cada mínimo logro, del más ínfimo resultado existe un trabajo duro, una dedicación que se cuenta en años, horas de estudio y días de obstinación. Merecería la pena decirlo, una, dos y mil veces. Los Einsteins, Curies, Cortazar, Carpentier, Lezamas, Alonsos… fueron grandes trabajadores provistos de una enorme capacidad. Sin lo último probablemente no estarían en la lista, pero sin lo primero no hubiesen llegado. 
Os quiero, 
Ed.

viernes, 15 de agosto de 2014

Viernes de vuelta al presente...

Hola a tod@s!
Vuelvo, regreso, aquí estoy. Luego de un viaje al pasado y unos días en la playa, ya ando por Madrid, buscando la rutina que me hace “Eduardo”. Mis vacaciones, más cortas de lo planificado, me llevaron a Praga y Budapest y, como ya dije, también al pasado. De ambas ciudades quedé enamorado, imaginé vivir en ellas, elaboré planes para volver una y más veces. En la primera, Praga, me abstraje de los turistas que como yo abarrotaban “llanos y montañas”. Casi pude palpar los instrumentos de Kepler, atravesé el puente Carlos bajo la lluvia, bajo el sol, ilusionado. Intenté hacerme una composición de lo que sintieron aquellos cubanitos de 16 y 17 años, salidos de bohíos profundos, al llegar en los años 80 a ese lugar para estudiar cosas difíciles, sin dominar el idioma y con el cerebro virgen de tanta belleza. En la ciudad de los violines la pasé bien, descubrí la hermosa sequedad de los checos… pero el pasado me asaltó. En el museo del comunismo (así con minúsculas) reviví la estupidez, la terquedad, el empecinamiento y sobre todo las ansias de expansión rusa que hoy toma nuevos vuelos. En sus paredes identifiqué todo aquello que me bloqueaba durante mi infancia y hasta la juventud. Aquellas ataduras impuestas para homogenizarnos y hacernos uno. Y volví a pensar: ¿Qué diferencia el fascismo del comunismo? Los extremos se tocan, probablemente por aquello del espacio curvo. Quizás algunos dejen de leer mi Viernes en este punto, gente que quiero y que quiere que piense como ell@s. En el otro lado de la cuerda, otros fijarán la vista buscando el aplauso a la derecha y luego se frustrarán al no encontrarlo. Y es que he decidido, firmemente, decir lo que pienso sin modulaciones. Salí de Cuba, abandoné las raíces y muchas cosas, para decir lo que quiero. 
Luego de Praga me volví romántico. Quise rememorar el pasado reciente, los tiempos en que recorrí Europa con una mochila y un billete de tren que me permitía subir, bajar y hasta dormir en los vagones. La memoria traiciona, no contaba con el calor, no recordé los cientos de jóvenes mochileros con olores peculiares abarrotando los pasillos, tampoco el retraso característico que transformaron 6 en 8 horas… no obstante algo bonito quedó: Desde mi “comodidad” de clase media con asiento fui testigo de la conversación entre una irlandesa y un belga. Ella le cuenta su vida en Londres, él se confiesa fanático del origen de las lenguas. Ella le da una clase sobre las diferencias entre el british y el irish, ambos sin asientos hacen de sus sillas plegables el lugar más confortable del mundo. Y así llegué a Budapest, ciudad maravillosa, con la mejor comida del planeta y repleta de personas agradables. Fueron pocos días pero bastaron para caer rendido ante su arquitectura, su pastelería (Francia…copiona!!!), sus baños y… sabía que pasaría. Nuevamente el recuerdo de la mierda se revolvió al visitar el museo del terror. El sitio donde primero hicieron de las suyas los alemanes de Hitler y luego se sentaron los soviets. Ahora entiendo por qué he retrasado mi visita a la Europa ex comunista, por qué nunca he ido a Rusia. En Cuba intentaron lo mismo, el control de la mente, las organizaciones de masas para mantener el rebaño. En fin, yo puse un mar por medio… Y se acabaron las vacaciones, tan sólo restaron unos días en Sitges donde sin planificar me esperaron Lilo, Johan, Ernest, Rai, Joseba, Alvaro… un sitio donde el sonido nocturno del mar me acercó ese pasado distante y confuso, en el que habita mi Habana vivida. 
Ahora vuelvo a lo cotidiano, pero en mi maleta me traje experiencias y visiones, también dos nuevos Principitos, uno en checo y otro en húngaro, esa lengua que suena a diablo. En casa me esperaban otros dos, uno en napolitano y otro en gallego… y es que Facebook hace maravillas, dos personas aún virtuales, sabiendo mi manía de coleccionarlos, me los hicieron llegar desde Nápoles y Galicia, gracias. Y aquí os dejo, pero antes quisiera pedirles algo: aunque sea sólo por hoy probemos dejar de ser hombres para ser humanos. 

Os quiero, Ed. 

PD: Angel, Argeo, JL… el viaje a Valencia queda pendiente pero no está cancelado. Robert subiré, subiré. Ana (London) gracias por las recomendaciones. Dani, vuelve de una puñetera vez.