lunes, 24 de agosto de 2009

Viernes


Hola a tod@s!

En Madrid nos achicharramos, el termómetro digital que tengo en casa, por suerte y por aquello de que las baterías no son eternas, ha dejado de funcionar… y es lo mejor que pudo haber hecho. De esta manera me evito el stress de ver como la temperatura sube y sube y sigue subiendo. De lunes para martes soñé varias veces que estaba en un desierto y hasta aplasté a una pobre araña que me hacía cosquillas en la espalda. ¡Horror! Esto mismo pienso cuando veo el “acojone” que tiene la ministra de sanidad con la gripe A. El otoño se acerca y con él el tiempo de los mocos y los estornudos… la vacuna aún brilla por su ausencia y sobre su efectividad nadie se atreve a decir nada. Aunque de lo que si se dice mucho y se dirá más es sobre las últimas medidas-anti-crisis propuestas por el gobierno: subida de impuestos a las rentas altas (¿De cuánto estamos hablando?), congelación de los sueldos públicos (medida Aznariana, recordemos) y alguna que otra lindeza más… en fin, el mar. Mientras, yo sigo con esta especie de alergia a los aires acondicionados y el “asma-like” a la que intento no prestarle atención pero está ahí y se hace patente en el cine, en el laboratorio, en el metro… en todos los locales climatizados. No obstante a ella, me llené de valor y me fui dos veces al cine con Luis Miguel (no el cantante y si el amigo). La primera una francesa: “El primer día del resto de tu vida”. Me gustó –lo siento Emmanuela- a pesar de ser una copia europea de CRAZY, le noté esos toques galos que tanto aprecio en la gran pantalla. La segunda: Enemigo público que tiene gran crítica pero es que el género no me gusta y sigue sin gustarme.

En otra cuerda, estuve en Mérida para ver el estreno de Medea por Blanca Portillo en un montaje de Pandur. La ciudad me encantó, recomiendo el museo que es lo primero que me gusta de Moneo, pero el teatro… es algo difícil de describir. Centrándome en la puesta, aquí tenemos a la viajera Medea que llega a España con tres mil años en las espaldas y su versión de los hechos. Aturdida y caminando entre los últimos espectadores que van tomando asiento, esta Medea-Portillo intentará aclarar el sentido de las palabras tantas veces dichas por aquello de que “las mentiras perduran por siglos”. Así comenzó el jueves la última Medea que han visto las piedras del teatro romano de Mérida. Blanca Portillo nuevamente se alza por encima de todos los hombros y dio vida a una trágica mujer que define su unión con Jasón de esta manera: “no éramos una pareja, éramos dos personas que colisionaron”. No sé cómo tomará la crítica o los puristas esta revisión del texto más conocido de Eurípides, a mí me fascinó. El lenguaje está sutilmente actualizado y se agradece, la escena matrimonial de la ruptura es sencillamente genial. A mí me queda muy claro el porque de tanto sangre: el amor. El coro, esta vez formado por chicas que tocan el acordeón, fue un acierto. Al igual que la música elegida para matizar o remarcar las situaciones. Sólo quitaría el Réquiem de Morzart del final y afinaría a la protagonista en la canción que cierra la puesta. Por su parte, Julieta Serrano borda el papel y Asier le da el toque necesario a su Centauro. En este montaje Tomaz Pandur se ha superado con creces. Estuve dos horas fascinado y no era sólo la magia del teatro romano (¡Gracias Abri, Marta y David!).

Y para terminar… otra de ciencia: en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas han ideado una forma de hacer que el melanoma entre en apoptosis (muerte celular programada), la estrategia es genial y los resultados prometen. La noticia salió publicada en El País, sin embargo, los comentarios estuvieron dirigidos a que el grupo estaba formado por científicos extranjeros que investigan en España, un lector se atrevió a preguntar: ¿Por qué tenemos que financiar a los extranjeros para que investiguen aquí? Sin comentarios…

Os quiero,

Ed.

PD: He tenido problemas con internet... por ello el "delay".

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