Viernes… de Beethoven

Hola a tod@s!
No, no asistí a ningún concierto con música de Beethoven, sólo que se acabó el 2008 y tengo la costumbre, desde los 11 o 12 años, de escuchar la 9th sinfonía del sordo alemán para celebrar el inicio de un nuevo año. No recuerdo exactamente cuándo lo hice por primera vez, en cambio sí que para la ocasión siempre escojo la grabación que hizo Toscanini, la primera novena que escuché en mi Jovellanos natal. En mi casa de antaño a mi hermana le provocaba dolor de cabeza, mi padre dormía y mi madre me acompañaba, sin entenderlo muy bien, pero allí estaba.
Finalmente ha terminado 2008 y este ha sido un año de grandes cambios, buenas noticias y desastres múltiples. En lo personal hubo de todo pero, como casi siempre, trato de quedarme con lo bueno. Viajé por Asia, visité la tumba de Drácula, sufrí como un condenado, salté de alegría aunque a muchos les parezca insulsa mi contentura, disfruté de momentos sublimes, me entristecí frente a muchas injusticias, vi como un amigo simplemente fingía serlo, hablé durante horas con Miriam (la Palacios), asistí a malos y buenos espectáculos, murió un amigo y se me encogió el corazón, visité la cuna de la democracia… la misma Grecia que hoy arde reclamando más justicia democrática, descubrí que TREM-1 tiene mucho que decir en la tolerancia a endotoxina (y aquí mi equipo de investigación jugó un papel esencial), también nos percatamos que la maquinaria de los microRNAs se afecta tardíamente en los estados refractarios. Aprendí que la felicidad se mide por lo cotidiano y que sólo se logra en determinados momentos. También que la estabilidad es frágil y hasta un asado mal hecho la puede romper si no actuamos con cierta inteligencia…
En resumen, un año más o menos que he vivido con intensidad. En el que la alegría de tener un negro en la Casa Blanca contrasta con la realidad de la máxima romana: “Pan y circo…” que tanto usan los políticos hoy, o la lucha de la iglesia por mantener la mentira y la estupidez otros 2009 años más.
Por suerte sigo enamorado de eso que llaman ciencia. Y es que esta señora nunca decepciona, porque sólo promete algo mejor que la ignorancia.

Os quiero,
Ed.