viernes, 1 de diciembre de 2017

...esa enfermedad sin cara que sigue arrebatando sueños.

Era apenas un chaval de 14 años cuando aquello aterrizó en la Isla. La presentadora de las noticias de la tarde dijo que un escenógrafo cubano había fallecido de SIDA, luego siguió hablando de la irrelevancia cotidiana. El “cáncer gay” hacía nido en mi país, el sitio que pensaba a salvo de todo lo malo que generaba el mundo. Me quedé helado en el pleno calor de un pueblo perdido del atlas y tomé una determinación: el condón. Sí, sólo tenía 14 años pero mi vida sexual ya había despegado hacía algún tiempo. 
Mucho agua ha caído desde entonces, en la Isla se destrozaron vidas y familias en aras de controlar la infección. Allí siempre se sacrifica el individuo por la masa, sin pensar que el primero es parte de esa masa. El miedo a la muerte se olía en cada encuentro, al menos no viví el estigma de que sólo los gays éramos el blanco de aquella cosa que luego se supo virus. Más tarde vinieron los antiretrovirales al rescate de los enfermos, para entonces aquello era una pandemia, pero con esta solución llegó el sello distintivo del portador, la marca infalible en unas mejillas hundidas y la distribución irregular de la grasa, hablo de la lipodistrofia. El VIH mostraba una cara que hoy se diluye, mucho dinero ha lavado hasta borrar esas distinciones de antaño… hoy la enfermedad se oculta en los reservorios de un tejido, llegaron los indetectables. 
El estigma se disimula, la prensa apenas hace alusión a una población creciente de infectados, una pastilla diaria ofrece la solución para una vida plena. Los políticos miran hacia otro lado, hay campañas para prevenir el embarazo pero nadie habla de los contagios… si no se habla de ello, no existe. Pero el VIH se sigue moviendo, el virus se controla en la circulación pero no se elimina de los tejidos… se queda allí, a la espera de un descuido. Parece ser que había dejado de fastidiar, de hecho hasta se dice que si no se detecta en sangre esa persona no contagia… dicho que no es un hecho y no confundamos, la ciencia es la única que tiene la última palabra. La vida no se desvanece por tener al lado a un portador, nada malo ocurre si el condón acompaña en la intimidad. Mas, la tregua se acaba. En la escena aparece un nuevo actor, el envejecimiento precoz de las defensas. Poco se habla de ello, cuesta explicar con términos simples el fenómeno que será un gran problema mañana por la mañana. La persistencia del virus en algunos tejidos junto con la medicación diaria hace que las defensas se defenestren a pasos de gigantes. Se abre una nueva batalla y la ciencia no está del todo preparada. 
Os quiero, 
Ed.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿por qué nadie te comenta este post?

Anónimo dijo...

Tema escabroso que parece no estar cuando no se habla de ello.

Anónimo dijo...

Algún que otro post tuyo he comentado y hacia tiempo que no te leía, hoy con alegría he visto 3 blogs tuyos los cual he leido, incluidos los comentarios.

Tras leer que nadie respondía a este post me ha apetecido escribir porque no quiero que un tema que afecta a tantas personas no sea, como mínimo, comentado.

Por desgracia vivimos en la epoca de la desinformación y de darle importancia a cosas que no son las mas importantes. Cada vez nos centramos más en los problemas cercanos y presentes, sin ver que nos deparará el futuro e intentar arreglar los problemas más graves.

Gracias Eduardo por recordarnos esta enfermedad e informarnos de los males futuros.

Un saludo,
Rafa