Hola a tod@s!

Un texto cada Viernes fue un pacto con el diablo y un exorcismo al mismo tiempo. El diablo me dio un cheque, probablemente envenenado, que me servía para aguantarme las ganas de colgar los guantes, el exorcismo era necesario. Mi Viernes pocas veces gustaron en el pasado, otras simplemente se quedaban en los buzones en forma de bits que nunca se desarrollaron en sonoras palabras. Luego llegó el blog y más tarde Facebook y Twiter. Entonces el cheque a veces funcionaba y a veces no. Sin embargo, el exorcismo siempre tuvo lugar. Hace un par de semanas dije que tiraba la toalla, pero no eran mis Viernes los que tiraba por una ventana, eso creo que nunca lo haré. La toalla está tirada y olvidada en alguna parte del camino… dejé atrás las ganas de cambiar a quien para asno nació, con el resto sigo la vereda, buscando la sombra que proporciona la sapiencia.
Gante, Brujas, Bruselas, Castilla la Mancha, Galicia y… Madrid, por supuesto. Por ahí han ido mis pasos estos días. Un encuentro científico me llevó a Gante, ciudad hermosa que, medianamente, descubrí. Una noche mágica en Brujas pasé y en Bruselas un príncipe de pocos meses, gestado por subrogación, me enamoró. Luego vino La Mancha y allí nuevamente fue la ciencia, esta vez en castellano, la que me llevó. Más tarde a Santiago de Compostela fui para oponerme, científicamente hablando, a un Pope de las células madres. Y en Madrid, mi eterno Madrid, cambié las maletas, dormí poco y algunas cosas vi.
Gante es un bullicio científico que se expresa en inglés gutural. Hablar de esas células que se polarizan y deciden el curso de una infección fue un placer que a medias disfruté. Como diría alguien que de mí cerca estuvo: “no me despojo del polvo de la dehesa”. Dos conferencias antes de la mía hablaban de un imposible que mis datos resolvían… pero, lo de haber nacido latino siempre arrastra y cosas como estas deben suceder para darnos cuenta, una vez más, que el talento está homogéneamente repartido… cuestión de desarrollarlo y darlo a conocer. La noche en la ciudad de los puentes, Brugges/Brujas, que nada tiene que ver con señoras volando en escobas fue, simplemente, mágica… pasear con algo de frío, pero no mucho, por sus calles fantasmas se antoja una delicia para la vista que no se logra inmortalizar con ningún objetivo. Más tarde en Bruselas cambiamos nuestros planes de salidas y paseos por tener en brazos a un ser adorable que ha venido al mundo, gracias a la gestación subrogada, para alegrar la vida de dos amigos que en Bélgica viven. Anoche una buena amiga que para Guatemala parte, me decía que el cuerpo de una mujer no se alquila y de acuerdo estoy, pero la felicidad de un acuerdo mutuo sin explotación mediada puede tener cabida en una sociedad donde atrás deje el modo patriarcal de convivencia. Cambiando de tercio… de tercio, perspectivas y paisajes; Castilla La Mancha me recibió para escuchar mi perolata sobre el papel de una molécula en la viabilidad de un paciente infectado con bacterias… tema sin gota de glamour que me apasiona y me hace pensar día sí y día también. Hace muchos años, trasladé una idea de este campo al cáncer, ahora hacemos el camino contrario, y es que en la naturaleza todo es armonía. Una concepto revolucionario que hace su agosto en las terapias contra el cáncer se puede aplicar en la infecciones bacterianas, lo que llamamos sepsis, y lo dejo ahí… no quiero que los pocos que esto leen dejen de hacerlo. Para el final, estuvo Santiago, no aquel Lorquiano, hablo del Compostelano. Allí me invitaron para hacerle la vida difícil a un científico insigne que hablaría de células madres. Lo llaman “Escola Fonseca” y consiste en un enfrentamiento didáctico y dialéctico entre dos científicos con espectadores, también científicos. Esta vez me tocaba oponerme a sus ideas… en septiembre seré yo el que exponga las mías y otro intentará bajarme el tono. Lo disfruté. Pero entre media de tanto lío estuvo Madrid, dos espectáculos de danza y una película sobre la vida de Stephan Zweig que recomiendo. El Teatro Real sirvió de sustento para el salto cuántico que la Compañía Nacional de Danza ha dado bailando al difícil Forsythe y, mientras tanto, el Teatro del Canal prestó sus tablas a los herederos de Béjart que triunfaron, una vez más, con el incombustible “Bólero” que un día concibiera Ravel. Lo de Zweig… siempre lo digo, su “El mundo de ayer” debería ser lectura obligada para todo europeo… y ya. ¿Estuve muy engolado Jorge?
Os quiero,
Ed.