sábado, 6 de abril de 2013

Viernes...

Hola a tod@s!
Está semana, como todos por aquí, me he estado quejando de la disparidad del tiempo y otras singularidades regulares. ¿Qué estas dos palabras no conjugan? ¿Y qué? En un país donde el gobierno dice que imputar a una infanta afecta la marca España, y que los que aplican la leyes se esmeran en echar sombras sobre la evidencia, creo que me puedo permitir regularizar una singularidad. Recuerdo una vez que le pedí a un abogado del estado que, a manera de favor personal y sin implicaciones de ningún tipo, me revisara un contrato de trabajo que podía, o no, firmar. Vamos que estaba diciendo: “échale un vistazo a este escrito por si se me escapa algo”. La respuesta fue rotunda: “NO, un abogado del estado no puede hacer eso porque si un día ese contrato llega a ser público y se sabe que fuiste aconsejado por… entonces…”¿Entendible? Seguro que tienen prohibido hasta mirar el contrato de alquiler de su pareja. Y me parece una soberana estupidez, fundamentalmente porque luego son capaces de borrar lo tangible y elevar a verdad lo falso. Acaso no es axiomático que Bárcenas es un capullo estafador, que la infanta estaba al tanto de todo lo que pasaba con su marido, que la Mato conocía de donde llegaban los billetes “and so on”. Entonces la conclusión es: las leyes y sus interpretaciones han sido creadas para emborronar la realidad al antojo del más fuerte, en la mayoría de los casos. Y mejor dejamos el tema que para un día medio soleado que tenemos no seré yo quien lo vuelva gris. Prefiero seguir contándoles que estuve dos días con mis amigos de Valencia A&A, los mismos que hace casi dos décadas me abrieron sus brazos cuando llegué a Madrid. Allí todo fluyó como siempre, mientras paseamos por aquella preciosa ciudad hablamos de cuando uno de ellos asistió a la lectura de una obra de teatro no publicada de Virgilio en la complicada Habana de los 70. También de aquel número especial de Revolución y Cultura a raíz de “El recurso del Método” de Carpentier, de sus charlas con Dulce María Loynaz y todo ello entre plátanos maduros fritos y otras delicias culinarias. Fueron algo menos de 48 horas de “Viaje a la semilla” y vuelta a los “Orígenes” (guiño para algun@s) que agradecí. De regreso a Madrid todo ha sido un zafarrancho de combate: proyectos por perfilar, papers por corregir, negociaciones que mediar, una charla que dar, ciencia por hacer y entre todo ello una entrada para ir al estreno de “Don Giovanni” en el Real. Miércoles a las 7 pm, teatro repleto, platea encorbatada y con laca hasta en las pestañas… se sube el telón y empezó el horror. La llamada ópera de las óperas ha sido re-interpretada por el ruso Dmitri Tcherniakov de la peor de las maneras posibles. Tampoco la orquesta acompañó y los cantantes, salvo alguna excepción, estuvieron en sincronía con el desastre… ¿resultado? Abucheos, gritos de desaprobación, pataleos y un largo-desagradable etcétera. Es el momento de recordar que allá, en la Cuba tercermundista, país tildado por muchos como excesivo, gritón y otras lindezas, teníamos por “mal educada” costumbre aplaudir desaforadamente cuando en escena algo lo merecía. Y, por el contrario, la desaprobación se hacía patente con un silencio sepulcral. ¿Por qué este público-real que paga hasta 300 € por una entrada, que viene de una clase alta y educada, no hace lo mismo? Yo no aplaudí, la puesta en escena me pareció desafortunada y pocas cosas llamaron mi atención, por ello mis palmas no premiaron a los artistas. Creo que es una buena manera de hacérselo saber. Pero España en muchos sentido es diferente, aquí se suele ser muy duro con el error ajeno y condescendiente con el cercano. Seguramente ya he sufrido el contagio porque aquello de que “veinte años no es nada” no es cierto. No obstante, a veces pico y lo hago fuerte. Ayer, sin ir más lejos, estaba anunciado un coloquio sobre “la actualidad y oportunidad de escribir ciencia ficción hoy”, ya lo sabéis, este género me gusta, lo siento “no body is perfect”. La cita era a las 9, corrí, corrí y hasta sudé para llegar cuando pasaba un minuto de la hora del cañonazo (otro guiño). Sin embargo, allí no estaba ni el apuntador… la cosa empezó, con calma, pero mucha calma, 45 minutos después. En fin, el mar. Y para terminar sólo una cosita más: ¿Alguien pensaba que “la niña de Rajoy” sería superada, desbancada, borrada por una tontería superior? Increíble el afán de superación venezolano… lo del pajarito de Maduro no tiene nombre. Ni el genio de García Márquez con todo un siglo de soledad palidece la imaginación “bolivariana”. 

Os quiero, 
Ed.
PD: Racmar, gracias por venir a mi charla. 

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Jaja que bueno Ed.

Anónimo dijo...

Este señor, científico dice ser, pero que alguien me explique como puede pagarse viajes y entradas de ópera muy caras. Este país ha permitido que los inmigrantes nos vengan a quitar lo que tenemos y ahora lo pagamos. Que asco de persona.

Anónimo dijo...

Hay algunos comentaristas de blog que son verdaderos candidatos para ensayos clínicos sobre la estupidez humana. Para ejemplo el segundo de esta lista.
Ed bravo por tu Viernes.

Anónimo dijo...

Fascinante Ed.

Anónimo dijo...

¿Te gusta la sf? Ahora si que eres perfecto chaval.

Anónimo dijo...

Lo tuyo si es singular

Anónimo dijo...

DE qué das charlas bombón?

Anónimo dijo...

España ya no es lo que era, está infectada por ratas como el que escribe este blog. Además se piensa con el derecho a protestar por lo que ocurre. NO ERES DE AQUI TIO.

Anónimo dijo...

Una pequeña corrección: "imaginación" también debe ir entre comillas... :-) Un abrazo, Pablo.

(Por cierto, veo que recibes la visita de amorosos y sensibles constitucionalistas... ¡Deplorable!).

Anónimo dijo...

La envidia es aquel sentimiento o estado mental en el cual existe dolor o desdicha por no poseer uno mismo lo que tiene el otro, sea en bienes, cualidades superiores u otra clase de cosas. La RAE la ha definido como tristeza o pesar del bien ajeno, o como deseo de algo que no se posee.
Frases notables:
La envidia es una declaración de inferioridad.
Napoleón I (1769-1821) Napoleón Bonaparte. Emperador francés.
Castiga a los que tienen envidia haciéndoles bien.
Proverbio árabe
La envidia va tan flaca y amarilla porque muerde y no come.
Francisco de Quevedo

Cada uno tiene lo que se ha ganado. No puedo permitirme el lujo de ir a la ópera pero me encanta saber que gente como tú sí puede.
Me encanta Don Giovanni y es una pena lo que te ha pasado.

Besísimos

Yoss

Anónimo dijo...

Soy español, y estoy totalmente contigo, Ed. Muchos españoles se enorgullecen de serlo, por un mundial, por unas medallas o por chorradas semejantes y no se avergüenzan por haber sido cómplices con su voto en fomeentar un gobierno corrupto, del color que sea, no se avergüenzan de llamar RATA a extranjeros cualificados, que cotizan en nuestro país, y olvidan con facilidad a todos esos españoles que tuvieron que irse antaño a Argentina o Alemania a ganarse la vida... Libre la crisis a este tipo de personajes, de la necesidad de partir al extranjero para buscarse la vida... Aunque sin duda, allí no les tratarán como ratas porque, aunque no ganen mundiales, tienen civismo.
Ed., no odies a los españoles, no todos somos iguales y se te quiere. Lo sabes.
Un beso enorme.
Ceci.

Anónimo dijo...

Grande como siempre Ed... voy a tener que pasar más a menudo... aprendo con tus escritos y me divierto con la fauna que se cuela en los comentarios... al #2 con lo que éste señor trabaja debería poder tener helicóptero privado, pero al ser científico tiene un sueldo que no se lo permite... y por cierto #2 y #8, este señor cotiza más para vuestra pensión que a los que votáis... así redirigir vuestros esfuerzos y sandeces, y aprended un poquito de educación.

Saludos MA LL