domingo, 16 de diciembre de 2012

Viernes... ¿Vienés?

Hola a tod@s!
Una de cal y otra de arena. Mi anterior Viernes lo mandé tan puntual que hasta yo me sorprendí, este lo retraso dos días para mantener el equilibrio latino. Ha sido una semana intensa, estuve por Viena con dos amigos y allí volví a vivir aquella extraña y casi olvidada sensación, que tantas veces experimenté en la isla de las metáforas cuando me encontraba con un extranjero. Y me refiero a ver la despreocupación reflejada en la cara de quienes me rodean, despreocupación por lo fundamental. El austriaco no tiene la palabra crisis en la memoria RAM, ellos no sufren el drama de un desahucio que no sólo te deja sin techo, sino que, además, te mantiene la deuda. Su mirada está puesta en el futuro porque no hay dudas sobre el presente. ¿Por qué ellos lo han hecho bien y nosotros no? La respuesta probablemente no sea tan compleja, lo complejo no es cierto la mayoría de las veces. Por estos lares nos gusta la rapidez sobre la superficie, nunca la reflexión en profundidad. En estas latitudes nos encanta el beneficio inmediato y cada uno de nosotros tiene parte de culpa, tod@s. Hoy España carga con un 25 % de desempleo, pero el empleado hace menos cada vez. Aquí criticamos todo y a tod@s, pero hacer lo que se dice hacer, es cuestión que dejamos para el vecino. El problema es que el vecino piensa lo mismo. Pero he de cambiar un poco de tercio, quizá sea interesante comentar que allí, y me refiero a Viena, volví a enamorarme de Schiele, aquel que murió con 28 años, tiempo suficiente para dejar un legado pictórico que sigue emocionando. Nunca antes había estado frente su “Abrazo”, tampoco había tenido sus ciudades a pocos centímetros de mi nariz. Pude comprobar que para él Klimt fue inspiración y no imitación. En la misma ciudad el museo Leopold me decepcionó con su muestra sobre el desnudo masculino, la misma que hizo saltar las alarmas de la parte conservadora austriaca, “nobody is perfect”, ya lo dijo Wilder en 1959. Pero la perfección llegó en forma de arquitectura, el paseo gélido a las orillas del río me mostró el ingenio de quienes supieron convertir la majestuosidad en funcionalidad. Sin embargo, por encima de cuadros, música, edificios y hielo, de allí me traigo un aprendizaje. La tolerancia y el respeto puede mover mucho más que cualquier otra cosa, y en ello no tuvo nada que ver Austria, sino mis amigos. Con ello me regresé a casa, aquí me esperaba un país que va caminando hacia la oscuridad de los tiempos, un ministro de educación que impone la religión, un gobierno que quiere reducir el gasto en investigación, una sanidad que se vuelve precaria y tiene como única salida la privatización. Y en mí cada día se va haciendo más fuerte la idea de migrar. ¿A dónde? ¿Qué lugar se salva? ¿Estados Unidos y sus armas repetidoras que le da poder de decidir sobre la vida de niños a un adolescente? ¿Alemania que mira con desprecio a todo lo que huele a “latinia”? ¿Asia con sus dictaduras encubiertas por los dólares? ¿Latinoamérica?  La Atlántida se hundió. Y por hoy os digo adiós, volveré la semana entrante si es que los mayas no estaban en lo cierto.
Os quiero,
Ed.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

El mundo está hecho para ti, escoge un sitio y allí triunfarás.

Anónimo dijo...

Cuanta razón hay en tu Viernes.

Anónimo dijo...

La tolerancia. Esa gran olvidada como el sentido común.

Anónimo dijo...

Has venido de Viena con nostalgia o me lo parece? Heriberto.

Anónimo dijo...

Que masculino estás en esa foto, wapo

Anónimo dijo...

Este se está cansando de su madre patria. Prepara el terreno para poner tierra por medio.

Anónimo dijo...

que lugar se salva? sigue investigandolo y si lo descubres dimelo, por favor
la tolerancia, la oscuridad, la barbaridad... gracias por comentar tu, y poner las palabras, yo solo tengo rugidos