Hola a tod@s!
Llego tarde a la cita de los viernes, mas aquí va mi texto parido una semana que he preferido frenar, un descanso mínimo para recuperar energías. Seguimos por Madrid, en el medio de España, a un costado de Europa, geográficamente por encima de África… y todo eso cuenta.
Continuamos viviendo unas circunstancias especiales donde más que nunca “las grandes mentes pueden cambiar el mundo, romper la inercia, pero las grandes mentes están entretenidas haciéndole la pelota a los mediocres…” y son estos últimos quienes pilotan las naves, no sabemos hacia qué confín.
En mis años universitarios, cuando un terremoto de trabajos, seminarios y exámenes me aplastaba… huía al cine. En mis múltiples exilios, físicos y nostálgicos, cuando el mundo amenazaba con exprimirme… escapa al cine. Siempre el cine me ha servido de refugio. Una sala oscura con pantalla enorme y desconocidos alrededor re-conecta mis neuronas y calma el alma… cosas, en apariencia, distintas que quizá tengan mucho que ver. Pero la pandemia lo ha complicado todo, las salas estuvieron cerradas y el miedo a la vuelta impregna demasiado hondo. No obstante, he vuelto… a pocos me he ido acercando con la timidez de un impúber, acompañado del recelo y la aprensión.
Allí, en una sala oscura y rodeado de anónimos enmascarados, me reencontré con el maestro de la pantalla, el mago de los colores… aquel que me hizo conocer Madrid desde el Caribe y hablo de Almodóvar. Estuve 30 minutos absorbiendo su Voz Humana, en inglés, con Tilda Swinton, como si en un teatro estuviera. Un poema visual lleno de detalles que merecen más de una visita. Un monólogo actualizado que empodera a la mujer sin quitarle su esencia, sin restarle el dolor de la pérdida, sin banderas ni tinieblas. De la sala oscura salí rejuvenecido, recordando todos los festivales de cines habaneros, todas películas vistas en San Sebastián, cada una de las veces que una gran pantalla salvó mi día. Vuelvo al ruedo, hay que seguir luchando para que el virus no nos aplaste. Como especie hemos creado maravillas y debemos perpetuarlas.
¡Grandes mentes que pueden cambiar el mundo y romper la inercia, dejad de hacer la pelota a los mediocres! No se puede permitir que sigan pilotando las naves en las que vamos tod@s.
Os quiero,
Ed.
2 comentarios:
El cine nos permite entrar en un trance parecido al de las ensoñaciones. Todo invita a ello: la sala oscura, la atención en una trama en la que uno, sin advertirlo, se identifica con los protagonistas y penetra en esa su otra realidad...Es bueno acudir al cine de vez en cuando, y abandonar por una o dos horas este mundo lleno de mediocridades al mando.
Y la pobre mediocridad que no queria que la poseyeran, se pregunta hasta cuándo la van a tener al mando.Ella que sólo queria pasar inadvertida.
Estupendo tu regalo de viernes.
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