sábado, 25 de abril de 2015

Viernes en crisis...

Hola a tod@s!
Estoy en crisis, ¡vaya noticia! ¿Quién no lo está? Pero mi crisis es diferente, tiene una manifestación clara, evidente, líquida y transparente. No encuentro un puñetero libro que me seduzca. Ya he probado de todo, en la FNAC me ponen la alfombra roja cuando entro, se encienden las alarmas y hasta me saludan por mi nombre los chicos de la caja. Pero no hay manera de que un libro me atrape… tengo una montaña de cadáveres sobre mi mesa de noche, libros que he comenzado y decidido dejar luego de varios intentos infructuosos. Me he ido al esnobismo francés, a los clásicos norteamericanos, he paseado por la ciencia ficción mala y supuestamente buena, he comprado best sellers y worst también… pero nada. Estoy por pensar que no me gusta leer, que he perdido esa voracidad de antaño o simplemente que estoy en crisis. Me decanto por lo último… días difíciles estos que ando viviendo. En uno de esos libros-cadáveres leí que esperamos de la vida lo que no es la vida y debe ser cierto. La misma impresión tuve cuando vi “Regreso a Ítaca”, la película coral a lo francés, dirigida por un gabacho pero con esencia cubana. La misma donde la basura de cada uno se esparce en el encuentro esperado y sucedido muchos años después. ¿Qué es esta puesta escena sin ensayo general? Me temo que cuando nos percatamos que no hay otra oportunidad, la vida se fue. Pero también me temo que esto no lo aprendemos. Mientras tanto todo continúa, como si nada pasará, sin percatarse que uno anda todo “crisoso” y me invento el término porque si no me lo invento hoy quizá no recuerde hacerlo mañana.
Y yo, me dejo llevar… busqué en la “nueva-Blade Runner” una razón para la diferencia y sólo encontré la nostalgia de aquella juventud con amigos, hoy dispersos, concentrados en un cine de Matanzas para ver llover en Los Ángeles del futuro. También busqué razones para el montaje de “Carmen” de la Compañía Nacional de Danza y concluí que cuando no tienes nada que aportar mejor quedarse callado. Pero no todo es horrible, el Real apostó por “La Traviata” y allí estuve para disfrutar de Violeta y su amor incombustible, ese que se nos ha metido en la cabeza, no existe, pero hay que buscar. También disfruté cual enano del último capítulo de “El Ministerio del Tiempo” donde me enamoró Lorca y odié a Dalí. Dije adiós en silencio a Grass y Galeano que desde sus antípodas se despidieron a la vez de esto que llaman vida terrenal. Bailé con Luz Casal en un concierto que me tomó por sorpresa, me vi en la pantalla pequeña en ese talent show que odian y aman y se llama MasterChef. Supe que Rato dará para mucho Rato. Le compré una rosa amarilla a mami. Y sigo preguntándome ¿Dónde está todo el mundo? No me creo eso de la soledad en el universo.
Os quiero, Ed.

sábado, 4 de abril de 2015

Viernes... sin santos.

Hola a tod@s!
De seguir la tradición hoy tocaría criticar la semana santa, el parón español por estas fechas y un etcétera alargado. Pero justamente hoy no me atrae eso de seguir una tradición. Entonces os cuento que me fui a Andorra, probablemente huyendo de mis circunstancias y a sabiendas de que las muy cabronas te persiguen allá donde vayas sin importarle los husos horarios ni la altitud. Allí no sabía lo que me iba a encontrar, nieve quizá. Con dos amigos y un coche atravesamos España y en seis horas llegamos a los Pirineos. No había mucha nieve, pero si una tortilla con Sol que resultó brillar más de lo prometido. Está de más decir que lo mío no fue esquiar, los días intrépidos desafiando mi vértigo innato son historias para fardar. Leí, reflexioné, aprendí. Nada sabía de ese principado, co-dirigido y restrictivo para mantener su linaje. Aparentemente es más fácil que te premien con un Nobel que ser andorrano (gentilicio que me suena raro, por cierto). Han de pasar más de dos décadas de residencia legal para lograr el pasaporte de este pequeño país y aún así las cosas no te las ponen fácil. Lo de votar es complicado y montar una empresa con tu capital, sin andorran@ por medio, ni hablar… eso sí, el dinero es bienvenido y en un restaurante puedes escuchar alguien preguntar: “… ¿pensáis venir a menudo o lo de la compra del piso fue para blanquear?” En Andorra el tiempo se paraliza, la tierra parece que gira con más lentitud, y si a todo esto le añades mi tontería habitual de hundirme frente al percance nimio, por suerte no me ocurre cuando el percance adquiere proporciones de problema, mis días por allí fueron una montaña rusa de parque de atracciones barato. Pero no todo es negro en la blanca vida, en Andorra descubrí a Sol que merece su nombre, una catalana medio ibicenca y, como yo, Madrileña de corazón. Con ella compartimos más de una reflexión certera y muchas risas inteligentes. También estuvieron, mientras el esquí lo permitió, e-Robert y el gran-Dani, ambos con sus estilos tan propios ofreciendo hombros y provocando carcajadas. Y así terminaron los días-Andorra, dejando para el final lo de perder el tren para la vuelta por razones distintas según quien lo cuente. Gran-Dani manifiesta que fue debido a un atasco, e-Robert dijo que Gran-Dani fue optimista al calcular el tiempo mientras que yo me empeñé en alargar la mañana entre burbujas, la realidad fue que e-Robert tardó lo suyo comprando todas las botellas de alcohol que cabían en su maleta. Pero qué más da… Luego en Madrid la semana santa continuaba y una casa rural en un pueblo, demasiado rural, me esperaba en Castilla.


Allí me fui, con Alex recorrimos “los montes verdes” para percatarnos de que el urbanita necesita la contaminación para la vida. De allí huimos cuando el atardecer se volvía noche cerrada sin nada que hacer sino dormir. Es bueno saber que existen personas con las que compartes historia, cultura y están al alcance de la mano… Ya estoy en Madrid, preparado para afrontar el reto de llenar cada día una página en blanco.
Os quiero, 
Ed.