sábado, 28 de julio de 2018

Viernes...

Hola a tod@s! 
Con un contrato encima de la mesa, un viejo sueño se empieza a convertir en realidad… 
Escribir ha sido un acto de liberación durante toda mi vida. En Jovellanos garabateaba diarios y buscaba rimas fáciles, mas fue un cuento quien me señaló con un premio; demasiado prematuro para prestarle atención. En La Habana y mientras esperaba algún transporte, o simplemente hacía una cola interminable, seguía garabateando diarios, algún ensayo que nunca vio la luz, poemas malos o quizá buenos. En Madrid, aparecieron los Viernes y se quedaron para acompañarme en Alemania, en Estados Unidos y otros lugares. Escribir sustituía leer cuando las letras leídas se antojaban transparentes. Escribir me comunicaba conmigo mismo. Un día murió mi madre y con los ojos encharcados escribí y escribí y escribí. Más tarde llegaron columnas con opiniones no compartidas, criticables, elogiables. Una de ellas me abrió el camino a otro premio; demasiado tarde para prestarle atención… pensé y me equivoqué. Hoy tengo un contrato encima de la mesa y un viejo sueño comienza a convertirse en realidad. Alguien ha decidido apostar por mis letras, una editorial me ha abierto sus puertas y en primavera habrá un libro firmado por mí. Una amiga, siempre me recuerda aquello que reza: “cuidado con los deseos, se pueden convertir en realidad”. Pero la vida sigue, Madrid se calienta, no demasiado para las fechas, España se cuestiona todo, como siempre... y mientras tanto debo escribir un libro. En el laboratorio se abren paso los experimentos, los imposibles se diluyen uno a uno… y mientras tanto empiezo a escribir un libro. De la Isla Metafórica llegan cantos constitucionales que aseguran libertades para los LGTB, tan básicas que algunos ni siquiera las consideran como tal, yo sigo con eso del libro. El Teatro Real trajo al Royal Ballet y luego a Kaufmann, Plácido y Ermonela Jaho, cené con ella y mientras tanto… Ahora alumbro este Viernes mas un libro por escribir me espera, el desierto de la página en blanco se hace realidad frente a mí. 
Os quiero, 
Ed.

domingo, 15 de julio de 2018

Viernes... con la distopía al doblar la esquina

Hola a tod@s! 
Una vez más desde Madrid y con el retraso que impone el cansancio de una semana llena de urgencias, aquellas que restan tiempo a lo importante, escribo este Viernes tardío pensando en las distopías de moda y sus peligrosas cercanías.
Durante siglos el ser humano ha dado muestras de enorme plasticidad, de pronto hace gala de su nombre “humano” arremetiendo, con heroísmo, contra la injusticia e instantes después es capaz de cometer las mayores atrocidades contra sí mismo. ¿Qué nos hace suponer que no volverá a ocurrir en nuestro entorno? Por esta época está de moda una serie, recomendable, basada en una novela, probablemente también recomendable, y hablo de “El cuento de la criada”. Tres capítulos y me han bastado para que la sangre se me hiele y tenga pesadillas. En la superficie está el mensaje feminista, compartido por los conservadores, contrario a la gestación subrogada… sin embargo, no está ahí el meollo de la distopía. La pérdida de libertades en aras de la defensa de un bien superior es el comienzo de ese todo que se puede tornar irrevocable. Es curioso, sentados en el mismo sofá y enfrentados a la misma trama, mi esposo y yo tenemos niveles desiguales de sobrecogimiento… la diferencia está en lo vivido. Yo nací en una especie de Utopía que, paso a paso, se convirtió en lo contrario, y así vivíamos con el apoyo de medio planeta por aquello de sus primeros fogonazos de esperanza. No hablo de que en la Isla Metafórica, léase Cuba, tenía que ocultar mi homosexualismo… no, en eso ni pensaba. Las energías se invertían en mostrarte activamente fidelista, entusiasta con las medidas que te hundían, agradecido por las humillaciones que te harían un hombre nuevo y un largo etcétera. Al igual que la protagonista de la serie, muchos se mantenían vivos por dentro soñando con un pasado y, en mi caso, con el futuro, porque pasado no había tenido. No es difícil llegar a situaciones parecidas, ya algunos las hemos vivido. Cuidado con retroceder en libertades, atento a las medidas extremadamente conservadoras avaladas por flameantes abogados en burbujas opusinas, mirad hacia la izquierda y hacia la derecha… por ambos lados acecha el desastre. Más de una vez he reconocido la cara de asco disimulada de quien se percata que voy de manos con un hombre, mi Facebook está lleno de “bendiciones” que tienden a la arrogancia de quien se cree en posesión de un credo al que todos deben convergir, decenas de veces he sido apartado por no compartir populismos y conclusiones que motorizan a las grandes masas, cosa que huelo desde la distancia, he perdido la cuenta de las ocasiones en las que he detectado la sutil intención de dominar para destruir… todos son gérmenes que, de poder, invadirían el planeta. 
Os quiero, 
Ed.

sábado, 7 de julio de 2018

Viernes... diverso

Hola a tod@s! 
En Madrid las temperaturas no han subido, hay quien dice que no habrá verano, al menos no el que una vez conocimos y de aquí concluyen que eso del calentamiento global es un invento rojo para buscar votos azules… hoy estoy agotado, no tengo ganas de sacaros del error, os dejo con ese baile de colores que anima otras vidas. Mas lo cierto es que no hay calor en Madrid, olvidadas están aquellas escenas de bomberos, en forma, aliviando la temperatura de un orgullo antes gay y hoy diverso. Pero la capital rebosa de almas en busca de ese algo que pocas veces se materializa, las noches son días repletos de seres anónimos que intentan transcender en el siguiente segundo y, por lo general, fallan en el intento. Es esta una semana masiva, donde la excusa orgullosa llena de fiesta una ciudad que siempre ha estado abierta a la diversión diversa. Es entonces que, como cada año, me pregunto por el menester del desfase, algo que nada tiene que ver con la imperiosa y absoluta necesidad del orgullo diverso. Puede que todo esté relacionado con la propia condición humana, aquello de que el circo nos anega es una verdad palmaria. 
No seré yo quien diga que mover el cuerpo siguiendo un ritmo musical es algo detestable, nunca criticaré la necesidad de la risa salvaje y la ligereza puntual; pero hacer de lo eventual la norma me resulta incomprensible. Me cuesta asumir el apremio por la presencia de alcohol y otras sustancias para soltar lastre y fluir. Pero ese soy yo, alguien que puede bailar 5 horas seguidas sin una gota etílica en sangre, el mismo que no necesita café para despejar la mañana y trabajar… os aseguro que estoy hecho de los mismos materiales que los demás, ergo ni el alcohol, ni el café, ni las demás sustancias con nombres en claves son necesarias para funcionar. Son estas palabras impopulares, lo sé. Pero de la Isla Metafórica salí para decir y hacer lo que quiero. Y con la misma os digo que hoy me subiré a una carroza para celebrar mi diversidad, esa minoría, esa infrecuencia que muchos han querido que oculte por aquello de ser visiblemente invisible a los credos de los demás. Hoy celebro esa libertad de ser quien quiero ser, hablar de ello con tranquilidad y fluir sin artificios… luego, seguro que cenaré con amigos, hablaremos de mil cosas y me retiraré a horas prudentes sorteando charcos de fluidos humanos que podrían evitarse si la humanidad fuera distinta. 
Os quiero, 
Ed.