viernes, 5 de octubre de 2018

Viernes... de Nobel

Cuando Mdame Curie asumió la cátedra de física que dejó vacante su recién fallecido esposo, el anfiteatro en cuestión estaba rebosante de estudiantes, científicos, prensa y curiosos. Todos esperaban una entrada triunfal y un discurso sentido sobre la pérdida personal. Sin embargo, a la hora en punto, aquella personita apareció sin fuegos de artificio y retomó la conferencia en el mismo punto donde Pedro la había dejado antes de morir. Esta historia siempre me ha fascinado. Hoy retomo mis Viernes, en el mismo punto y haciendo lo que corresponde a la semana en curso… Los Nobel. 

Hola a tod@s! 
Cada año es igual, la semana escogida para anunciar quienes entrarán en el altar sueco-noruego de la sabiduría y el buen hacer humano da comienzo con el anuncio de premio de Medicina y Fisiología… algo que, por lo general, no se lleva un médico al uso, sino un biólogo, un bioquímico, alguien más cercano del laboratorio que de una consulta. Este año estamos de fiesta, al menos los de mi equipo. Ya es oficial, la inmunología o lo que es lo mismo, las defensas tienen un papel crucial en la lucha contra los tumores. James Allison y Tasuku Honjo son los premiados, ellos introdujeron la palabra “inmunocheckpoint” en el léxico médico y, mejor aún, sentaron las bases para que algunos tumores pasaran de incurables a tratables con éxito. La inmunoterapia ha sido coronada y aquella idea peregrina que algunos defendimos sin cuartel hace 20 años hoy es una realidad… esto es sólo el principio, os lo prometo. La semana no se detuvo y el martes Arthur Ashkin, Gérard Mourou y Donna Strickland festejaron aquello de ser proclamados Nobel de Física. El premio sorprendió a los más clásicos, esta vez la Academia Sueca ha mirado hacia las aplicaciones, no es la primera vez, tampoco será la última que los puristas eleven su voz más allá de la atmosfera. Una revista sajona sentenciaba “tools made of light”, y es tal cual. Se ha premiado la tecnología derivada de la Física del LASER incluyendo a las famosas pinzas de luz. Ya el miércoles tocaba su turno a la Química. En España estábamos expectantes porque sabemos que la tecnología de edición genética, el famoso corta y pega que lleva por nombre CRIPS/Cas9, se postula como candidato. Pero aún queda recorrido, esta vez fueron Frances H. Arnold por un lado, y George P. Smith y Gregory P. Winter por otro, los agraciados. Lo he escrito de esta manera porque el premio en este caso se divide a la mitad pero la segunda mitad se divide en dos ya que los últimos hicieron la misma contribución. Los tres emularon la evolución para solucionar, desde la Química, problemas de la humanidad. Entonces llegó el jueves, pero antes de hablar del premio más codiciado de los escritores, he de decir que se ha destacado enormemente la presencia femenina en esta edición. Con Donna en Física y Fraces en Química la balanza comienza a equilibrarse, no sabemos si por justicia o por presión. Yo voto por la justicia. Y seguimos ya en jueves… tocaba el premio de Literatura, pero tendremos que esperar un año. Desde hace varios meses se han ido conociendo algunos “problemillas” en el comité seleccionador que ha afectado seriamente la concepción del premio en esta categoría… todo parece indicar que el año que viene tendremos dos premiados en vez de uno. Si estuviera en mis manos, les instaría a premiar cada año dos o tres escritores en vez de uno, tal y como se hace en Física, Química y Medicina… veremos. Por lo pronto Murakami seguirá comiéndose las uñas ansiando el reconocimiento sueco, cosa que si por mí fuera seguiría haciéndolo por toda la eternidad. Ya viernes llega el más polémico y contradictorio de los Nobel, el de la Paz. Más de una vez se ha introducido una extremidad en un orificio con este premio, por no hablar de la lista de candidatos. Desde la revista Time se aseguraba que Trump sonaba y había campanas con el nombre de Puigdemont… sin ánimo de ofender a seguidores, detractores, votantes, simpatizantes y otros tanto, respiré al escuchar que el congoleño Denis Mukwege y la iraquí Nadia Murad fueron los escogidos por su labor en contra de la violencia sexual en conflictos armados. Sólo queda que el Banco Central de Suecia se pronuncie y conozcamos el de Economía, esto será el lunes y es la única opción que hay para un matemático puro de entrar en el altar escandinavo. 
Os quiero, 
Ed.

sábado, 28 de julio de 2018

Viernes...

Hola a tod@s! 
Con un contrato encima de la mesa, un viejo sueño se empieza a convertir en realidad… 
Escribir ha sido un acto de liberación durante toda mi vida. En Jovellanos garabateaba diarios y buscaba rimas fáciles, mas fue un cuento quien me señaló con un premio; demasiado prematuro para prestarle atención. En La Habana y mientras esperaba algún transporte, o simplemente hacía una cola interminable, seguía garabateando diarios, algún ensayo que nunca vio la luz, poemas malos o quizá buenos. En Madrid, aparecieron los Viernes y se quedaron para acompañarme en Alemania, en Estados Unidos y otros lugares. Escribir sustituía leer cuando las letras leídas se antojaban transparentes. Escribir me comunicaba conmigo mismo. Un día murió mi madre y con los ojos encharcados escribí y escribí y escribí. Más tarde llegaron columnas con opiniones no compartidas, criticables, elogiables. Una de ellas me abrió el camino a otro premio; demasiado tarde para prestarle atención… pensé y me equivoqué. Hoy tengo un contrato encima de la mesa y un viejo sueño comienza a convertirse en realidad. Alguien ha decidido apostar por mis letras, una editorial me ha abierto sus puertas y en primavera habrá un libro firmado por mí. Una amiga, siempre me recuerda aquello que reza: “cuidado con los deseos, se pueden convertir en realidad”. Pero la vida sigue, Madrid se calienta, no demasiado para las fechas, España se cuestiona todo, como siempre... y mientras tanto debo escribir un libro. En el laboratorio se abren paso los experimentos, los imposibles se diluyen uno a uno… y mientras tanto empiezo a escribir un libro. De la Isla Metafórica llegan cantos constitucionales que aseguran libertades para los LGTB, tan básicas que algunos ni siquiera las consideran como tal, yo sigo con eso del libro. El Teatro Real trajo al Royal Ballet y luego a Kaufmann, Plácido y Ermonela Jaho, cené con ella y mientras tanto… Ahora alumbro este Viernes mas un libro por escribir me espera, el desierto de la página en blanco se hace realidad frente a mí. 
Os quiero, 
Ed.

domingo, 15 de julio de 2018

Viernes... con la distopía al doblar la esquina

Hola a tod@s! 
Una vez más desde Madrid y con el retraso que impone el cansancio de una semana llena de urgencias, aquellas que restan tiempo a lo importante, escribo este Viernes tardío pensando en las distopías de moda y sus peligrosas cercanías.
Durante siglos el ser humano ha dado muestras de enorme plasticidad, de pronto hace gala de su nombre “humano” arremetiendo, con heroísmo, contra la injusticia e instantes después es capaz de cometer las mayores atrocidades contra sí mismo. ¿Qué nos hace suponer que no volverá a ocurrir en nuestro entorno? Por esta época está de moda una serie, recomendable, basada en una novela, probablemente también recomendable, y hablo de “El cuento de la criada”. Tres capítulos y me han bastado para que la sangre se me hiele y tenga pesadillas. En la superficie está el mensaje feminista, compartido por los conservadores, contrario a la gestación subrogada… sin embargo, no está ahí el meollo de la distopía. La pérdida de libertades en aras de la defensa de un bien superior es el comienzo de ese todo que se puede tornar irrevocable. Es curioso, sentados en el mismo sofá y enfrentados a la misma trama, mi esposo y yo tenemos niveles desiguales de sobrecogimiento… la diferencia está en lo vivido. Yo nací en una especie de Utopía que, paso a paso, se convirtió en lo contrario, y así vivíamos con el apoyo de medio planeta por aquello de sus primeros fogonazos de esperanza. No hablo de que en la Isla Metafórica, léase Cuba, tenía que ocultar mi homosexualismo… no, en eso ni pensaba. Las energías se invertían en mostrarte activamente fidelista, entusiasta con las medidas que te hundían, agradecido por las humillaciones que te harían un hombre nuevo y un largo etcétera. Al igual que la protagonista de la serie, muchos se mantenían vivos por dentro soñando con un pasado y, en mi caso, con el futuro, porque pasado no había tenido. No es difícil llegar a situaciones parecidas, ya algunos las hemos vivido. Cuidado con retroceder en libertades, atento a las medidas extremadamente conservadoras avaladas por flameantes abogados en burbujas opusinas, mirad hacia la izquierda y hacia la derecha… por ambos lados acecha el desastre. Más de una vez he reconocido la cara de asco disimulada de quien se percata que voy de manos con un hombre, mi Facebook está lleno de “bendiciones” que tienden a la arrogancia de quien se cree en posesión de un credo al que todos deben convergir, decenas de veces he sido apartado por no compartir populismos y conclusiones que motorizan a las grandes masas, cosa que huelo desde la distancia, he perdido la cuenta de las ocasiones en las que he detectado la sutil intención de dominar para destruir… todos son gérmenes que, de poder, invadirían el planeta. 
Os quiero, 
Ed.

sábado, 7 de julio de 2018

Viernes... diverso

Hola a tod@s! 
En Madrid las temperaturas no han subido, hay quien dice que no habrá verano, al menos no el que una vez conocimos y de aquí concluyen que eso del calentamiento global es un invento rojo para buscar votos azules… hoy estoy agotado, no tengo ganas de sacaros del error, os dejo con ese baile de colores que anima otras vidas. Mas lo cierto es que no hay calor en Madrid, olvidadas están aquellas escenas de bomberos, en forma, aliviando la temperatura de un orgullo antes gay y hoy diverso. Pero la capital rebosa de almas en busca de ese algo que pocas veces se materializa, las noches son días repletos de seres anónimos que intentan transcender en el siguiente segundo y, por lo general, fallan en el intento. Es esta una semana masiva, donde la excusa orgullosa llena de fiesta una ciudad que siempre ha estado abierta a la diversión diversa. Es entonces que, como cada año, me pregunto por el menester del desfase, algo que nada tiene que ver con la imperiosa y absoluta necesidad del orgullo diverso. Puede que todo esté relacionado con la propia condición humana, aquello de que el circo nos anega es una verdad palmaria. 
No seré yo quien diga que mover el cuerpo siguiendo un ritmo musical es algo detestable, nunca criticaré la necesidad de la risa salvaje y la ligereza puntual; pero hacer de lo eventual la norma me resulta incomprensible. Me cuesta asumir el apremio por la presencia de alcohol y otras sustancias para soltar lastre y fluir. Pero ese soy yo, alguien que puede bailar 5 horas seguidas sin una gota etílica en sangre, el mismo que no necesita café para despejar la mañana y trabajar… os aseguro que estoy hecho de los mismos materiales que los demás, ergo ni el alcohol, ni el café, ni las demás sustancias con nombres en claves son necesarias para funcionar. Son estas palabras impopulares, lo sé. Pero de la Isla Metafórica salí para decir y hacer lo que quiero. Y con la misma os digo que hoy me subiré a una carroza para celebrar mi diversidad, esa minoría, esa infrecuencia que muchos han querido que oculte por aquello de ser visiblemente invisible a los credos de los demás. Hoy celebro esa libertad de ser quien quiero ser, hablar de ello con tranquilidad y fluir sin artificios… luego, seguro que cenaré con amigos, hablaremos de mil cosas y me retiraré a horas prudentes sorteando charcos de fluidos humanos que podrían evitarse si la humanidad fuera distinta. 
Os quiero, 
Ed.

domingo, 24 de junio de 2018

Viernes... algo de azúcar entre tanta cal

Hola a tod@s! 
Aparentemente la semana sería serena, alguna reunión incongruente, con algunas personas incongruentes y poco más. Pero la serenidad es un privilegio que se vende caro. La reunión incongruente terminó y apareció un premio, el premio pasó y surgió una lista, la lista llegó y tuve un encuentro… y así hasta el infinito multiplicado por dos. “Todos son parabienes”, diréis. Y razón no os falta, mas lo rosales son espinosos y el camino lleno de sillas y piedras está. 
Es reconfortante recibir un premio, mucho más cuando no lo esperas y viene de un ámbito casi prohibido. Soy científico, entonces de acuerdo al consenso general aquello de escribir no es cosa para mí. Pero la polimatía existe y no quiere decir galimatías. Esto es algo contra lo que he tenido que luchar casi todos mis días: “eres físico nuclear, por qué estudias el cáncer y las infecciones”, “eres extranjero, no entiendes los giros del castellano”, “eres joven o lo aparentas, no puedes dirigir”, “por qué escribes sobre danza o cine, si lo tuyo son las ciencias”… en fin, el mar y la infinitud. Mas esto no viene de ahora, cuando vivía en la Isla Metafórica, léase Cuba, aquello de haber nacido en un pueblo alejado de la luces capitalinas me sembraba, según la lógica cenutria, en el polvo colorado que me vio crecer. De nada servirían estudios de núcleos y partículas, si en el campo naciste… la tierra es tu sitio. ¡Error! Nadie contó con mi empecinamiento. 
Pero volvamos al principio, la semana se mostraba tranquila y llegó un premio. El grupo editorial Sanitaria 2000 decide darme el Reflexiones de este año y, en consecuencia, mi red se inundó con felicitaciones y merecimientos. La semana siguió su curso y el sábado despertó con mi nombre en la lista que cada año el diario El Mundo publica con los cincuenta homosexuales más influyentes de España. De nuevo me llegan mensajes por todas partes con más felicitaciones y otros merecimientos. Es entonces que mi vida parece una celebración constante, una película americana con actores que reciben “Oscars” y “Golden Globes”. Siento decepcionar, no es así. Mientras recibía el Reflexiones, un investigador cuestionaba la evaluación recibida por un comité externo y me culpaba de su desgracia. Cuando mi Facebook se desbordaba con felicitaciones por ser referente para homosexuales, un número importante de whatsapps cruzaban el ciberespacio con diferentes combinaciones de las palabras “Eduardo”, “maricón”, “eliminarlo”, “hay”, “que”. Unos días antes de casarme, varios “progres” de mi instituto se mofaban del enlace y una de ellas intentó, sin éxito, llevarme a los tribunales por un supuesto, nunca probado debido a su inexistencia, abuso de poder verbal de mi parte. Y la lista continúa… pero mi sentido común me dice que no merece la pena. Detrás de cada éxito hay un camino, por lo general tortuoso, lleno de sillas que buscan tu desaliento y piedras que entorpecen el andar. Algún día caeré, es humano, lógico y natural. 
Os quiero, 
Ed.

sábado, 16 de junio de 2018

Viernes... de sábado por la mañana

Hola a tod@s! 
Es humano aquello de trascender y a veces, en el empeño, perdemos la oportunidad de realmente hacer algo trascendente o lo que puede ser peor aún… de vivir. Por estos días mi país adoptivo se estremece entre la pérdida y ganancia de poder, mas no es cuestión local esto que describo. Una parte de los habitantes del planeta viven pendientes de cuántos seguidores tienen, cuántos los han abandonado y cómo hacer para ganar otro puñado de “fieles” mientras retienen a los actuales. Pero siendo justos, debemos mencionar a la otra parte, quizá mayor, que vive ajena de este ajetreo humano, probablemente por no tener acceso, o una total desidia. Y todo esto ocurre mientras la Tierra da síntomas de agotamiento, un puñado de habitantes crean obras geniales, otro conjunto pequeño intenta romper moldes y cinco acumulan y acumulan. Quizá pensemos que es la fotografía de hoy, mas tiempos pasados no fueron distintos. Cambiando la guerra virtual por una más física, y la ganancia de seguidores en una red intangible por adeptos a una doctrina, ideología… el escenario, en esencia, ha sido el mismo. Visto desde afuera, con la lejanía que permite la mañana de un sábado tranquilo y una estancia en silencio, sólo me asalta la pregunta: ¿Cómo hemos logrado seguir? 
De cualquier manera, la suerte de vivir en Europa, alejados de polvorines y con la asepsia del siglo 21, crea una burbuja de aire limpio que propicia aquello de encontrar la vía para superar las barreras, humanas, de la creación y finalmente, trascender. Sin embargo, durante estas últimas semanas también me he preguntado si esto de dar a conocer tu yo vertiendo opiniones y evidencias gráficas a la red es, al final, una perdida de tiempo que nos aleja del propio empeño que nos hace luchar por la perpetuación. La urgencia que nos lleva a procesar miles de “virus” de información, evidentemente, trunca la profundidad que merece cada análisis. Si esto lo unimos al ingente número de aplicaciones que nos sitúa a varios años luz de la base del conocimiento, no me cabe dudas de que llegará el día en que no sabremos resolver una ecuación de segundo grado. El gran Hawking decía que su enfermedad lo había apartado de pertenecer a muchos estúpidos comités, comisiones y otras agrupaciones humanas, añadía que ese precioso tiempo lo había invertido en pensar… hoy yace en Westminster, entre Newton y Darwin, a pesar de su profundo ateísmo. Otra inmensa, Irene Curie, una vez elegida secretaria de estado de ciencias se levantaba de las reuniones, sin dar ninguna explicación, cuando le parecía que la relevancia estaba ausente. Ella, junto a su marido, descubrió la radiactividad artificial y ganó un Nobel por ello… yo, mientras escribía este pobre texto, he interrumpido el proceso “creativo” una docena de veces para consultar en mi móvil si alguien ha dado “like” a mi último estado o si un mensaje enviado había sido leído por su destinatario… es evidente que de esta manera no llegaré a ningún puerto deseado, no escribiré algo interesante, no responderé las preguntas que me intrigan… no haré nada que me haga trascender. 
Os quiero,
Ed.

sábado, 5 de mayo de 2018

Viernes... de evolución

Hola a tod@s!
Aunque me lo proponga sería difícil calcular la longevidad de mis Viernes. Sé que nacieron el siglo pasado y fueron hijos de la necesidad de mantenerme comunicado con aquellos que quería y lejos estaban, mas el día preciso del alumbramiento se pierde en la madeja de emails que luego devinieron entradas de un blog. 
 Al principio aquello era un mero pretexto para describir la España que descubría semana tras semana. Más tarde alguien lo clasificó como una guía de ocio particular y comentada de mi Madrid. En ocasiones se ha convertido en plataforma personal para verter pensamientos y otras tribulaciones mentales. Alguna vez fue un sitio para declaraciones sin y con intenciones. Siempre han sido textos paridos desde la atribulada inconsciencia de quien dejó una isla, plena de metáforas, para esparcir la palabra libre, ingrávida, leve. 
De cualquier manera, encontrar un estilo y seguir la disciplina del discurso semanal se ha transformado en una cuesta demasiado empinada. Las redes sociales y su instantánea “oportunidad” desvirtúan cualquier propósito de reflexión más o menos profunda. El conocimiento y su transmisión se han convertido en mensajes de pocas letras y una imagen. Hoy no se diferencia entre la verdad comprobada y una opinión que emerge tras pocos segundos de osada irreflexión; quizá esto siempre ha sido así pero el altavoz que proporciona una conexión a internet y la gratis membresía a un par de redes sociales provoca un tsunami de sólidas proporciones. Todo ello me ha llevado a un período de calmado recogimiento y distante meditación. ¿Cómo deberían evolucionar mis Viernes? Hacerse eco de la insoportable pesadez de nuestros tiempos tan sólo añadiría más lastre a la gravada mochila que la vida nos impone. Erguir una tribuna henchida de denuncias tampoco se me antoja una proyección, cien “cátedras” licuadas tendremos detrás de un clic en Facebook, Twitter o similar. Entonces, por qué no proyectar estos textos, invisibles, hacia la agudeza que sólo lo bello puede proporcionar. Y así será. Prometo cada semana hablar, que significa escribir, de aquello que provocó la sonrisa inteligente… el placer proporcionado que el recuerdo de lo leído, aprendido e integrado genera en un espectador de la vida que intenta, a veces en vano, moldear el futuro. 
Os quiero,
Ed.

viernes, 30 de marzo de 2018

Viernes... de las antípodas

Hola a tod@s!
Saltándome el hilo temporal, no hay remedio carpenteriano siempre he sido, me adelanto al Viernes que supuestamente debí dedicar al enlace-contrato-especial firmado y me centro en las antípodas. Nos fuimos a Australia y en el camino de vuelta pasamos unas horas en Dubái, pero de esto último hablaré en otra ocasión.
Luego de no sé cuantas horas en un avión y sin tener muy claro en qué día vivíamos, pusimos los pies en Adelaila, una ciudad pequeña y construida a medida del habitante. Era de noche, el cansancio se hacia hueco en nuestros cuerpos y debíamos madrugar a la mañana siguiente… decidimos pedir algo para comer en la habitación. Fue entonces cuando tropezamos quizá con el único defecto palpable del país-continente, la comida. No existe comida australiana típica más allá de las BBQ con carnes de cualquier animal incluyendo los canguros, por supuesto. Tal y como un amigo me describió, yo soy más de mostrar mis defectos en el primer momento para impresionar con el resto, Australia hizo lo mismo. La mañana llegó demasiado rápido y nos fuimos en un ferri hasta la Isla Canguro, una auténtica reserva natural, un sitio donde todo el mundo se llama por su nombre pila y que dos días bastan para recoger que no conocer, de punta a cabo. Nuestra guía, una señora cercana a los sesenta, autóctona y con un inglés para agradecer (abro un paréntesis para decir que el acento australiano es junto a su comida, lo peor), nos mostró aquel paraíso, resultado de sabanas y costas inimaginables. Canguros, ualabís, coalas, serpientes… y el desfile de bichos era infinito. Particularmente, lo de los ualabís nos costó más de una risa. La palabra aparecía siempre al final de una enumeración de animales reconocibles… ¿Qué era aquello? ¿Esa palabra? Daba por sentado que sería una expresión que usaba como “etc”. No sería raro, en España se usa el “y tal” para sustituir a “etcétera”, cosa que poca explicación, if any, tiene. Así fueron pasando las horas hasta que señaló hacia un canguro pequeño de color marrón y sentenció “ualabí”. Comenté con gracia el incidente a varios amigos y resulta que el ignorante era yo, hasta uno de ellos llama Ualabí a su perro porque en lugar de correr, salta. En fin, uno empeñado en ser culto y llega un canguro para destrozar su reputación. Regresamos en avioneta al continente y recuperamos los 30 minutos de diferencia horaria que, por casualidad y chateo con un amigo que iba camino de Quito, descubrí su existencia. Nuevamente en Adelaila, nos dio tiempo para ver algo de la ciudad, organizada alrededor de un parque donde los locales corren, hacen picnics… y quizá cruising, pero esto último, evidentemente, no estuvo entre mis prioridades descubrirlo. Eso sí, paseando por sus calles descubrí que la pequeña Adelaila ha parido tres premios Nobels. Dos de física, padre e hijo, y uno en Medicina. Luego, buscando en Google, me entero que el número sube a cinco. Un dato, cuanto menos, interesante. Con el tiempo justo, llegamos al hotel, recogimos las maletas y nos fuimos a Melbourne… y aquí otro punto interesante: la seguridad. Ya habíamos notado un aire despreocupado en los locales, un halo de “aquí no pasa nunca nada”. En toda Isla Canguro no vimos un solo policía. Otro tanto en Adelaila… pero lo que nos dejó perplejos es que no existe control de identificación para tomar los vuelos domésticos. Pensamos que sería algo puntual cuando en el pequeño aeródromo de la Isla Canguro, nos esperaron y no tuvimos que pasar ningún control para abordar aquella avioneta que nos regresó al continente. No, ese poco control es la norma. Una hora con algunos minutos de turbulencia y llegamos a la ciudad más europea fuera de Europa que he visitado. Melbourne imita el encanto del viejo continente pero con más verde, más modernidad, más alegría, más sol, más de todo. Por sus calles hay arte, hay personas, hay alegría. Sus museos están llenos de ideas rompedoras y cuadros relevantes. Las famosas “Arcades”, son maravillas que te transportan a los albores del siglo XX londinense para empujarte al XXI australiano… se toma té a toda hora y se endulza con cakes y más azúcar. Supongo que luego se matan en el gym, pilates, crossfit y otras sudadas porque cuerpos escultóricos sobran en ambos sexos. Dejando Melbourne y llegando a Sydney… la cosa cambia radicalmente. La no-capital del país es un hervidero. Se me antoja una mezcla proporcionada de Londres, NY y Madrid… sazonada a fuego lento con sol, playa y verde. Allí, otra vez, la arquitectura se envuelve de plantas, playas y personas. Descubrir el mil veces fotografiado edificio de la Ópera, a medida de que te acercas al puerto, es una experiencia disfrutable; pero se llega al éxtasis cuando te percatas que, en realidad, son tres estructuras independientes que desafían a Newton y dan cobijo a manifestaciones excelsas del arte escénico. Sin embargo, nada es comparable al ambiente de libertad y alegría que circunda a Sydney, donde casi cinco millones de habitantes persiguen sueños sin dejar de vivir el día a día. Poco tiempo y la interacción casual con locales y conocidos que por allí buscan futuro, es suficiente para percatarse que el sol ha transformado el empeño anglosajón de vivir para trabajar en un trabajar para vivir, más propio de los latinos. Pero no todo es paradisiaco en los confines del planeta. También conocimos historias de soñadores que abandonan sus orígenes para florecer en aquellos lares. Pasajes de vidas que empeñan años de existencia escarbando hondo para construir un futuro, aún incierto, en la nueva tierra prometida que se resguarda del emigrante no deseado con leyes férreas y costes elevados. Historias que se repiten aquí, allá y donde quiera que voy. Con el gusto dulce de la belleza encontrada nos fuimos al último destino australiano de nuestro viaje. A Cairns llegamos y otra vez la delicadeza y el trato como pareja de recién casados tuvo lugar en aquel sitio perdido de la Tierra. Al principio, recorrer sus calles nos trajo imágenes del oeste americano salpicado de barrios playeros… por momentos pensé estar en Varadero, para los cubanos y viajeros. Más tarde aquello se transforma en sitio celestial con piscinas públicas que aparentan playas urbanas de gusto refinado y como colofón: una habitación con vistas de 180 grados al océano. El segundo día en aquel confín nos deparó una sorpresa, una catalana afincada en el país nos hizo de guía particular por los parques nacionales y sitios aledaños. Cuando comenté que me iba de luna de miel a Australia, un conocido con mucho atino me dijo: “no te pega nada”… a lo que añadió: “un sitio lleno de animales”. No soy adicto al campo, más bien todo lo contrario, la ciudad me viene a medida. Sin embargo, y vuelvo al hilo de la sorpresa, lo que vi en Cairns me maravilló.
¡Cuánta diversidad de flora y fauna! Creo saber que en los sesenta y un día que Darwin estuvo en Australia no llegó a visitar esta zona… mas debió hacerlo. Si alguien duda del ateísmo, por favor id a esos parques naturales. Aquí se confirma que no hay dios que haya creado tanto bicho y tanta mata en sólo una semana. Bromas aparte, aquello es el auténtico paraíso para un biólogo. No hay verde más verde, decía yo que el de Pinar de Río era único y me equivoqué. Pero no todo culmina aquí, como guinda, nos fuimos a comer a un restaurante en medio del bosque, donde junto a un pescado local, de nombre ya borrado, pude degustar frutas tropicales incluyendo ¡Mamey y zapote! ¿Qué más pedir? Pues hubo más, al día siguiente abordamos un barco y nos fuimos a la barrera coralina más grande de la Tierra, la misma que se puede ver desde un satélite. Y la diversidad se multiplicó cual factorial en colores, formas y vida… entonces regresamos a casa, a Madrid, por supuesto.
Os quiero, 
Ed.
PD: Os dejo un link a facebook con un vídeo del viaje 
https://www.facebook.com/eduardo.lopezcollazo.7/videos/10155505199282874/

jueves, 8 de marzo de 2018

Viernes...

Hola a tod@s! 
Mañana firmo un contrato, otro más de los muchos que se rubrican durante la vida. Mas este parece tener tintes especiales, primero tuve que demostrar con papeles que estoy en plena forma para hacerlo; hubo incluso que rebuscar en los archivos de la vida. Más tarde se lo fui diciendo a los incondicionales y la mayoría mostraron palmario interés por asistir a la firma… pero, “sí es sólo una firma” pensé. Entonces fue creciendo el entusiasmo, muchos compraron billetes para vuelos sobre algún océano, otros tuvieron la suerte de la cercanía pero reservaron el día en sus teléfonos. Algunos se enfadaron consigo mismo por la imposibilidad de mover compromisos anteriores y perderse el instante del rubricado. Todo esto ha pasado en los últimos meses mientras que los días dejaron de llamarse lunes, martes… para formar parte de una cuenta atrás. ¡Una locura! 
Me dijeron que no podía ir ataviado de cualquier manera ese día y se crearon grupos de whatsapp para discutir sobre estilismos y tendencias. En algún momento alguien promocionó una lista colaborativa en spotify para buscar la música que se bailaría. ¿Bailar? pero, “sí es sólo firmar”, volví a pensar, esta vez tímidamente. Me dejé llevar por el frenesí intentando frenar la apoteosis… tanto fue así que hasta padecí una gastroenteritis que dulcifiqué con una faringitis y bajé cinco kilos, yo que soy, de base, escuálido. “No sigas bajando de peso”, me dijeron unos. “Quedarás horrible en las fotos”, vaticinaron otros. ¿Fotos? Sí, fotos y vídeos, parece que todo hay que documentarlo según la tradición. Pero “si sólo es una…” y dejé de pensarlo por temor a alguna represaría colectiva. Fue el momento en que me volqué en los preparativos… que si una cena, que si canciones, que si discursos y la pléyade se quedó corta. 
Mañana firmo un contrato, otro más de los muchos que se rubrican durante la vida. Mas este parece tener tintes especiales, mañana mi pareja y yo quedaremos amparados por la ley que creamos los humanos. Ninguno irá vestido de “novia” y es la respuesta que doy al “jocoso” comentario de una investigadora, supuestamente progresista, de mi instituto. Los dos seguiremos siendo hombres, pero unidos según lo que dicta la legalidad vigente. Mañana firmo un contrato, y estoy felizmente despierto desde las cinco de la mañana por ello. 
Os quiero, 
Ed.

sábado, 17 de febrero de 2018

Viernes... otra vez tardío y algo cósmico.

Hola a tod@s!
 ¿Volvemos al espacio?
En los años 70 la escalada armamentística y la guerrita entre soviéticos y americanos propició un desarrollo sin igual de la tecnología espacial. Lo de vencer la gravedad y luego volver a ella obsesionó a los políticos que vieron en la Luna el escenario apropiado para un discurso de campaña electoral. Pero aquello se apagó. Los soviéticos de entonces se transformaron en rusos interesados en los negocios y los americanos dejaron de mirar a las estrellas. El ¿mundo? optó por desarrollar la transmisión instantánea de información y aquí estamos, embelesados con eso de ver fotos por instagram y leyendo comentarios sin fondo de “influyentes”. Pero parece que algún resorte se ha activado. Volvemos a la carga con programas más ambiciosos. La Luna es demasiado vulgar, allí ya hay una bandera humana. El punto de mira se ubica en Marte, planeta de ensueño que ya deberíamos haber colonizado. ¿Tiene algo que ver el binomio Putin-Trump? ¿Es tan sólo el juguete anhelado de un puñado de millonarios? ¿Nos estamos preocupando realmente por el futuro de la humanidad? Pero la pregunta de siempre será ¿es necesario ese gasto con la que tenemos montada aquí abajo? La respuesta es SÍ. Y no pienso discutirla, parto de la premisa de que pocos, “if any”, alcanzan la visión de escala. ¡Cuántas cosas serán posible gracias a la tecnología que desarrollaremos para llegar a Marte! ¡Cuántas soluciones para la agricultura-alimentación inventaremos para alcanzar ese objetivo! ¡Qué gran oportunidad les estamos ofreciendo a nuestra especie expandiéndola por el espacio! Probablemente muchos no lo entiendan, pero los científicos tenemos que pensar en otra escala, pocos vemos la aplicación definitiva de lo que hacemos durante nuestras vidas. Pensar en grande es el acometido. A veces, como ocurrió con la Física Nuclear, sólo un conflicto de dimensión mundial acelera el conocimiento… como todos, dependemos de la política y a ella pocas mentes universales se dedican. Pero la ciencia es un ente con miras largas y alas enormes que no se pueden cortar. La humanidad se colapsa en la Tierra, hay que ampliar horizontes, buscar otras motas de polvo donde asentar nuestra especie. Entonces llegará el día que olviden su origen y serán otros científicos los que “descubran” el extinto planeta Tierra donde todo comenzó.
Os quiero,
Ed.

viernes, 2 de febrero de 2018

Viernes...

Hola a tod@s! 
El error es parte indisoluble del ser humano, viene en nuestro código. Los errores nos hacen vulnerables pero también nos dan un aura atractiva, ese punto macarra que nos convierte en terrenales. La perfección no es popular pero, al menos a mí, me fastidia no alcanzarla. Me retuerce enormemente reconocerme estúpido, una y otra vez, frente a la evidencia. Pero la edad, mientras te va quitando encantos juveniles y otras virilidades, te compensa con algo de olfato para identificar la metedura de pata en ciernes o, al menos, reciente. Nunca fui socialmente avispado. Sin llegar a los extremos, bueno a veces sí, se me daba mejor resolver mil integrales de funciones imposibles (hablo de matemáticas) que interpretar las señales humanas. Era capaz de reconocer en un libro la trama fallida que el pobre escritor no supo desarrollar pero pasaba por alto el verbo mordaz que, dirigido hacia mi persona, me atravesaba sin inadvertido. 
Ya hoy, el cuje social aún me hace caer de vez en cuando, pero a veces lo visualizo con algo de destreza… aunque he de decir que sigo esperando la caída para comprobar, con certeza científica, su existencia. Creo, por lo general, en la bondad y me cuesta reconocer la mierda aún cuando miles de moscas parecen dar fe ella. Sufro, cada vez menos, por las decepciones, pero cada día cobra peso aquello de que no quiero pertenecer al círculo de falsedades que muchos dibujan a su alrededor para lograr, sabrán supongo, no sé que objetivo divino alejado de lo importante. Afortunadamente, la vida nos va haciendo sabios o dejémoslo en menos tontos. Estoy contento de tener a las personas correctas en ese club que los años va conformando y para el cual no se puede comprar la membresía. 
Os quiero, 
Ed.

viernes, 12 de enero de 2018

Viernes... vuelven

Hola a tod@s!
Cada viernes, desde hace unos cuantos, me propongo escribir un Viernes. Cada viernes, desde hace unos cuantos, la misma duda me muerde y salgo corriendo cual cachorro apaleado. Antes no temía, me pensaba libre… “salí de la metafórica isla para serlo” repetía. Iluso mi yo de entonces. Las ataduras de hoy son sutiles amarras de sólido hierro. Cada palabra escrita o pronunciada en público se vuelve afilada y te corta, sin contemplaciones, el cuello. Las amistades apenas existen, nada te ampara cuando eres árbol caído y la leña es tu futuro. Pero existe el tiempo que teje la historia… ese es infalible. Mis Viernes vuelven y en el fuego arderá quien lo merezca.
Os quiero, 
Ed.