Hola a tod@s!
Desde finales del siglo pasado solía escribir todos los viernes un texto a mis amigos dispersos por el mundo. Al principio era un email que paría el último día oficialmente laborable de la semana, con el objetivo de contar algo sobre el sitio donde vivía, mis descubrimientos de cualquier tipo y, dependiendo del tono, transmitir el estado de ánimo por el que atravesaba. Luego, la tecnología y un amigo me hicieron mudar el email a un blog. Más tarde, ese blog aparecía en las redes sociales y el texto, que seguía generando para mis amigos dispersos por el mundo, comenzó a ser leído por futuros amigos y otros seguidores.
Hace mucho tiempo que no escribo mis Viernes, lo urgente va quitando peso a lo importante. Pero hoy he decidido retomarlo. Además, lo hago con el clásico que cada año escribía a raíz de la semana Nobel.
Haciendo como si la semana pasada hubiese escrito… comienzo: La semana empezó con un lunes habitual de espera. La reunión online con mi grupo, los ajustes de experimentos, el análisis de datos y la discusión habitual se alternaban con visitas y re-visitas a la página oficial del Comité Nobel. Era el día indicado para anunciar el premio de Medicina y Fisiología. Desde España (país con sólo 8 Nobel y de ellos 2 en ciencias), se esperaba que algún día, no lejano, el altar sueco le hiciera un hueco a la técnica CRISPR y con ella a un nuevo español, su descubridor, Francis Mojica. Esta vez tampoco fue así. El llamado corta y pega genético que nació de una observación española no se mencionó. Los agraciados fueron tres de los descubridores del virus causante de la hepatitis C. Los nombres de Harvey J. Alter, Michael Houghton y Charles M. Rice ya se han grabado en la historia borrando, injustamente, la contribución de muchos otros. Con algo de resignación algunos dijimos: el miércoles hay otra oportunidad. El hecho de que CRISPR es una técnica la hace también candidata a optar al Nobel de Química. Había que esperar. El martes llegaba el anuncio del premio de Física y con él una sorpresa. Otra vez la Academia Sueca se decide por un tema relacionado con Astrofísica, curioso. Los investigadores Roger Penrose, Reinhard Genzel y Andrea Ghez fueron los merecedores de la medalla. El primero por descubrir que la formación de los agujeros negros es una predicción robusta de la teoría general de la relatividad. Mientras que Genzel y Ghez lo ganan por el descubrimiento de un objeto compacto supermasivo en el centro de nuestra galaxia. De lo más comentado este día fue la presencia de Andrea Ghez entre los premiados. Ella se convierte en la cuarta mujer en recibir un Nobel de Física, algo que no debería ser noticia, pero la exagerada masculinidad de estas medallas lo ha provocado. Entonces llega el miércoles y he de reconocer que estuve algo despistado. El proyecto que llevo sobre la Covid-19 y otro trabajo a punto de enviar a publicar sobre mi teoría de la fusión en metástasis me entretuvieron hasta que, de pronto, en una de esas visitas compulsivas que hacemos a alguna red social vi una foto que me pareció un error visual: la caricatura de Emmanuelle Charpientier y Jennifer Doudna como únicas ganadoras del Nobel de Química por la tecnología CRISPR. Tuve que mirar fijamente durante segundos para dar crédito a la información visual. Sin dudas ambas científicas son merecedoras del reconocimiento, pero sin Mojica CRISPR no hubiese existido. Además, sólo dos premiadas cuando lo habitual es una terna. A raíz de ello, llovieron las reacciones más diversas. La CRIPación fue mayúscula de hecho, así titulé una editorial que publiqué en un periódico “CRISPación por un Nobel olvidado”. El enfado fue brutal y poco a poco se tuvo que convertir en resignación. Muchas son las conjeturas, lo cierto es que la oportunidad más segura de Nobel para el patio… se ha perdido y aquí a las “autoridades” ni se le ha movido el pelo. El jueves amaneció y las quinielas para el Nobel de Literatura se encendieron en la red. ¿Murakami? No, esta vez se ha ido a Estados Unidos y a las manos de una señora de la poesía. La misma que una noche de invierno cerrado en aquel Providence solitario me hizo sentir acompañado, hablo de Louise Glück. Varias veces, demasiadas quizá, el Nobel de Literatura ha ido a parar a un escritor ignoto para mí. Pero esta vez no ha sido así. Sus poemas, siempre en inglés, se me pegaron cual lapa cuando pernoctaba por Brown University hace mucho tiempo ya. Para finalizar, llegó el viernes… ese día deseado por tantos y señalado para anunciar el mil veces controvertido Nobel de La Paz. Tengo que decir que cuento entre mis amigos una persona que ostenta este reconocimiento, tengo que decir también, que nuestra amistad comenzó por una discusión, educada, pero discusión al fin debido a una conferencia que debíamos impartir entre los dos… me reservo su nombre. Este año el Programa Mundial de Alimentos se alzó con el galardón y yo aplaudo la decisión. Habría sido gracioso escuchar los gritos si la ganadora hubiese sido Greta. Tan sólo queda el premio de Economía que se anunciará el lunes… veremos.
… sí, sigo en Madrid. Una ciudad atacada por ese virus que ha fastidiado el 2020, sitio donde la congruencia pasea con displicencia, lugar bello en tiempos malos.
Os quiero,
Ed.
1 comentario:
Gracias por compartir. Mucha fuerza.
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