Hay ocasiones que las casualidades se pintan demasiado maduras como para creerlas, muy a pesar de mi ya conocido ateísmo. El viernes amanecí con un texto denso y bronco en la cabeza, sólo necesitaría unos minutos para transformarlo en palabras legibles y subirlo a la red. Mi Viernes versaría sobre algo en lo que había estado pensando toda la semana, tendría tintes de humor y un par de palabras cultas… pero los días, a veces, tienen otro plan.
A primera hora tenía una visita peculiar en mi instituto, el IdiPAZ para los que no me conocen. Se trata de una pequeña que apenas sobrepasa la década de vida y quiere ser científica. Su madre, amiga de amigos, me rogó que la recibiera y aquello no pudo ser más inspirador. Con puntualidad casi inglesa llegó una personita de carita inocente que llamaremos Alba aunque ese no es su nombre. En cada gesto rompía su timidez innata para intentar quedarse con el detalle de lo que le comentaba. Sus ojos, grandes, devoraban cada palabra que pronunciaba… aquello me emocionó. Probablemente recordé a cierta persona en su niñez. Minutos después de su partida, y mientras me preparaba para ir al seminario semanal, un mensaje de voz trastocó la rutina. Alguien cercano me contaba que su sobrino, aún sin llegar a la primera década de vida, tendrá que ser intervenido para extirparle un tumor sólido… “el cáncer infantil no debería existir” dice constantemente mi amigo Antonio. Respondí aquel mensaje con mezcla de contención y ciencia en el ascensor, llegaba tarde al seminario de Patrick. El aula estaba casi llena, yo suelo sentarme en primera fila y logré sitio. Antonio, el oncopediatra que menciono en mi libro, el mismo que tiene el propósito de acabar con el cáncer en el amanecer de las vidas, estaba presentando a Patrick, un alemán nacido en Tanzania que dice hacer ciencia porque es su hobby. Fueron treinta minutos de datos alucinantes, la pantalla se llenó de esperanza para niños con tumores sólidos que hoy no son tratados con éxito… queda mucho por hacer, pero Patrick ha encontrado una ventana, la ha abierto y comienza a entrar luz. No pude irme a comer con él y Antonio, pero la noche que en principio iba a ser de serie, sofá y poco más, se llenó de sushi, tallarines, vino y estrategias experimentales para engañar a los tumores.
Nos dieron casi las dos de la madrugada, allí estábamos Antonio, su esposa, Patrick, mi Ismael y yo mezclando anécdotas con datos, mirando al futuro.
La vida a veces tiene un plan que te hace cambiar tu Viernes…
Os quiero,
Ed.
6 comentarios:
Gracias, científico escritor
La vida está fulll de sorpresa amigo.
¿No puede dejar de hablar de su libro?
Bonito texto brother. La vida es asi de maravillosa.
Interesante entrada, con tono literario.
COMO SE TITULA EL LIBRO ????
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