A veces hay que esperar mucho, en el caso de Wilde se murió esperando, ni su genio, ni su pluma fueron suficiente para no condenar su otra forma de amar. Tampoco Alan Turing fue perdonado, aquello de servir a tod@s descifrando la maraña de códigos enemigos no le valió para ser aceptado. Por fortuna eso que llaman humanidad a veces, y sólo a veces, hace honor a su nombre y avanza, discretamente, en aquello de aceptar al poco frecuente. Ayer, el embajador de Estados Unidos en Madrid, celebró su primer año en esta ciudad invitando a muchos homosexuales a su residencia. Un amigo dijo: “esto es la alta homosexualidad madrileña” y no le faltó razón. Yo pensé: “este es el sueño de Wilde”. No tod@s eran homosexuales en la fiesta, pero si un porcentaje elevado de ellos. Muchos pensarán en lo frívolo, yo me quedo con el logro. En el mundo de hoy no tengo que esconderme, no tengo que mentir sobre mis gustos, no tengo que acudir a una fiesta con la soledad por compañía o una amiga cómplice. Pensé dedicar este Viernes-tardío a la semana horrible que he pasado contando euros para financiar ciencia, soportando insolentes que quieren sentar cátedra sobre sus tierras movedizas… quejándome, pero anoche cambié de parecer. Gracias @JamesCostos y @MikeSmith por proporcionarme la gota de esperanza que buscaba para seguir.
Os quiero,Ed.
3 comentarios:
te veo muy bien posicionado en esa alta sociedad.
pink power, los nuevos judios, miedito me dais.
ha llegado el tiempo en el que "los poco frecuentes" sean importantes.
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