Es una sensación rara la que se experimenta al
volver a sitios donde has vivido y sobre todo donde has sufrido. Quizá no
sepáis que cuando terminé el doctorado, ya hace mucho tiempo, empaqué mi música
y me fui a Freiburg. Allí me esperaba el Max Planck Institut für Immunobiologie
y toda su pompa científica de centro Europa. Pero no calculé que también me
esperaba un sitio todo verde lleno de lagos desolados, una catedral oscura y la
selva negra con todo lo que esto implica. Freiburg es pequeña, es fría, es
triste y yo, además, venía de dos separaciones simultáneas, mil decepciones y
una reconsideración de mi modo de vida. En fin, que finalizando el siglo lo mío
no fue la puntería. Recuerdo tomar el avión para Basel (Freiburg queda justo en
la frontera Franco-Alemana-Suiza) llorando, luego llegar al sitio y seguir
llorando, trabajé lo que pude llorando y aquello se hizo insoportable. De allí
salí corriendo en cuanto pude y me importó bien poco perder salario y estatus,
escuchar comentarios varios y viboreznos de mis supuestos amigos… no era feliz
y para calvario ya tuve bastante en la Isla de las Metáforas. Han pasado muchos
años, hemos cambiado de siglo y nunca mis pasos han tenido como destino esa
ciudad. Pero la vida da vueltas y ahora escribo este Viernes desde un tren que
me saca de Freiburg y me dirige a Zurich.
Resulta que por azares y otras circunstancias,
una reunión de la Europa unida se celebra en Freiburg. Resulta, además, que a
esta reunión debía asistir y allí fui. Al llegar tuve la misma impresión que
antaño: sitio gris, ambiente rígidamente-calmado, entorno propicio para la
intromisión sin estímulo… es decir, un no-lugar para mí. Aquí estaban los mismos
cielos grises, las montañas que vigilan, esa llovizna fina y fría que amenaza
con tornarse gruesa, empapadora. Pero al tomar un taxi hasta el hotel un detalle
me sacó del paso. El taxista era de raza negra, me advirtió que no hablaba bien
alemán pero que se comunicaba en inglés. Wao! Esto en el Freiburg de mis
recuerdos era impensable. Pero no paró aquí, luego de un par de calles veo
paredes enteras con grafitis y quizá merece un segundo “wao”, pero prefiero
guardarlo para más tarde. Entonces llegué a un hotel con aspecto de perfecto y
en realidad lo era, sólo que pertenecía a una cadena de establecimientos
católicos, la cruz precedía la entrada y un nuevo testamento me acompañaría por
las noches, el segundo “wao” lo dejo
para esto. Pero todo pasó a un plano secundario cuando reconocí a mis colegas,
nos fuimos a cenar, crema de espárrago que no falte, y nos pusimos en marcha
con lo que allí me-nos trajo. Otras consideraciones me vienen a la mente y
todas a colación de esta reunión. "Expertos” variopintos debíamos realizar
recomendaciones al poder europeo sobre temas que afectan a la experimentación
con humanos. No es la primera vez que Europa me usa para esto, no es la primera
vez que constato la lentitud, la redundancia, la excesiva democracia, el
respeto exagerado y el avance en círculos que caracteriza al viejo continente.
Por una parte, es admirable la manera en que se van tomando las decisiones donde
cada opinión es escuchada y cada recomendación consensuada. Mientras que por
otra, duele el tiempo invertido y el poco avance en vertical. Pero así es
Europa. A veces la comparo con los consejos interplanetarios imaginados por
tantos escritores de ciencia ficción, donde razas distintas intentan un punto
común, la mayoría de las veces con poco éxito. Lo cierto, es que la experiencia
fue buena y de allí me llevo enseñanzas, historias y nuevos amigos. Cosas
curiosas como encontrarme a un científico colombiano que vivió en Provindece
antes de pasar por NY y finalmente vivir en Barcelona. También un matemático
indio que se dedica a la bioestadística, con quien estuve hablando en inglés un
buen rato, antes de descubrir que bajo esa tez característica del país de las
vacas libres, había un borica (puertoriqueño) hijo de inmigrantes indios que
estudió en Estados Unidos y hoy vive North Caroline. El no-indio con un español
perfecto se descubrió un cuenta-cuentos magnífico. Nos pasamos una cena
contándonos batallas floreadas con la tintura inevitable con que salpicamos
nuestras historias quienes nos gusta contar historias. También intercambiamos
recetas porque, al igual que yo, le fascina la cocina y odia fregar. Lo cierto
es que estos dos días y medio en Freiburg han servido para borrar aquellos
meses oscuros y mirar con otros ojos esta parte del mundo vivido que sigue no
siendo para mí. Ahora continuo en un tren rápido que, tercer “wao”, se ha
retrasado 10 minutos y me está llevando por Suiza al encuentro de Any. Por la
ventana el verde duele por lo intenso y yo me preparo para abrazar a quien
tanto quiero y dice esperarme con una cena cubana en medio de este país
perfecto que para mí sigue siendo centro Europa y, por lo tanto, vetado para
vivir.
Os quiero, Ed.
PD:¿Qué pasa en España? Consultad internet :-)
7 comentarios:
Me ha gustado mucho tu viernes, parece un cuento. Que bueno lo del puertoriquegno.
Lilo
Me gusto este viernes!
Chelly.
Lo del consejo interplanetario me ha gustado y, para bien o para mal, me temo que es una comparación muy acertada. Por cierto, me alegro que te hayas reencontrado con tu pasado en un encuentro sin rencores.
T
Hola hermano:
Como siempre tus viernes excelentes , cada vez me recuerdas mas al gabo en tus escritos , siempre inteligentes y muy bien estudiados , cuanto me gustaria estar contigo alli, te imaginas poder bajarnos de ese tren y abrazarnos con any eso seria supergenial , pero por ahora saludala de mi parte un beso a ambos los quiero mucho.
ivo.
Bello texto amigo.
Que extranio como la misma ciudad nos llega en distinta alotropia. Creo que hubiera podido vivir en Freiburg, pero una nunca sabe pues una vista de trabajo no es es el vivir diario que tu llevas en la piel de tus recuerdos.
Cuando vuelves por Londres?
Un beso,
Miriam
Me alegro que la vuelta a un sitio donde habias sufrido por diversas circunstancias, en esta ocasion has tenido la oportunidad de apreciarlo desde otra optica. Asi se va aprendiendo que los golpes de la vida se superan y a veces uno no sabe el por que, pero no esta mal revisitar los lugares donde el tiempo o mejor dicho, el momento vivido no ha sido el mejor.
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