viernes, 29 de octubre de 2021

Volviendo para quedarse...

¡Hola a tod@s! 
Es difícil retomar estos Viernes luego del último texto. Han sido meses de mucha reflexión dónde las preguntas fueron encontrando respuestas insólitas, inesperadas. El sentido de todo lo que me rodea entró en fase de auto cuestionamiento, ¿para qué? y ¿por qué? Ya tengo una edad y una historia que sobrepasan el medio siglo. He ofrecido lo mejor de mí a muchos, he sacrificado miles de momentos en beneficio de otros, he intentado ser útil, de agradar, de integrarme, de consensuar. Todo ello con la difícil encomienda de no dejar de ser yo. 
Mis Viernes tienen una larga historia con raíz en el siglo pasado. Primero fueron emails colectivos que enviaba a amigos dispersos por el mundo. Luego se transformaron en textos que vierto al ciberespacio con la diana puesta en personas conocidas y queridas, mas al fácil acceso de todo quien tenga presencia virtual. En algún momento se convirtieron en blanco de críticas, en otros levantaron ampollas… siempre han estado presente quienes quieren modular mis letras, encuadrarlas en sus estrecheces. Pero si algo he hecho durante toda mi vida ha sido “comprar” cuotas de libertad, grados de liberación. 
La desaparición física de mi única hermana hizo temblar el suelo bajo mis pies, me he acercado a un abismo que, sin saberlo, tenía a pocos centímetros. Ha llegado el momento de un viraje, de un “mandar bien lejos” quizá la frase adecuada sería “a la mierda” a quienes no aportan, pero no se apartan. He decido que se acabó complacer al prójimo. La libertad que siempre he buscado, me la he ganado a pulso. Una vez dije al aceptar la dirección del instituto de investigación en el que trabajo, que aquello consistía en identificar al hijo de puta del gran hijo de puta, sin perder la sonrisa. Ocho años después, transformo mi máxima, simplemente no quiero ni oler a ese tipo de personas a mi alrededor. Ni un solo segundo he de gastar en las alimañas. 
Los Viernes vuelven, para quienes quieran leerlos, los escribiré pensando en Carlos, en Paloma, en Daryl, en las Anas… de quienes siempre me despido con un: 
Os quiero, 
Ed.