Hola a tod@s!
Pasado julio ya entramos en el temido agosto de parón y desvaríos. Yo aún en Madrid, añorando algo de agua a mí alrededor, me dedico a poner en negro sobre blanco todos los datos que mi laboratorio ha generado en los últimos seis meses y con esto se me alegra el corazón. También leo, leo y leo y ya terminé un “tocho” con firma cubana que se llama “El hombre que amaba a los perros” que para mi gusto se alargó, pero reconozco en él un trabajo titánico de composición histórica que merece la pena ser leído. Todos los días no encontramos un escritor de la talla de Padura que nos cuente la historia de la mayor de las utopías, aquella que en aras del hombre nuevo cayó en el mismo precipicio del ser anterior. Ahora otro libro me entretiene en el metro, pero este es un hueso para ex físicos nostálgicos como yo… “Quantum” o la historia, salpicada de fórmulas, de cómo la física clásica se “cuantisó”. Una vez más entiendo por qué me metí en esto de la biología molecular y la inmunología, quise formularla y aún no lo he logrado. Pero no sólo los libros y los datos han llenado mis días, también fui al cine y disfruté de una película argentina un pelín sobrevalorada, pero de agradable trago. “El hombre de al lado” nos plantea una disyuntiva interesante y una fotografía compleja desde su sencillez. Otra cosa fue asistir a un insufrible espectáculo de fusión que intentó versionar, una vez más sin éxito, la Carmen más conocida del planeta. Siempre ha sido un misterio para mí el hecho de que la mítica tabacalera haya tenido sus orígenes en otras partes y, lo que es peor, nada memorable han sido las versiones españolas del legendario drama. El creador de “aquello”, en un intento de “no sé que cosa”, quiso poner sobre las tablas todo lo que ha visto desde que nació. Entonces subió al escenario a la bailadora con tablao y taconeo, un intento de bailarines clásicos de esos que se formaron bajo la mirada de Ullate-padre y para rematar, exportó a la bailarina creada por Bejart y mil veces recreada por Mats Ek que no es otra cosa que una mezcla de monja con boxeadora. Con todo eso dentro de una batidora el resultado es nefasto. Gastar medio euro en verlo es no pensar en el hambre que sufre el mundo.
En otra cuerda y es que el mundo es una supercuerda, una vez bajada la marea provocada por el tsunami noruego, la conclusión debería estar clara: hay que vigilar el avance de la ultraderecha y el fascismo en Europa. En aras de la economía y en pos de la salvación del capitalismo modélico se están permitiendo el florecimiento de sectores que miran con cara de asco al diferente, el siglo pasado fueron los judíos… quien sabe cuál será el siguiente blanco. Por España, la noticia ha sido otra: elecciones el 20N y la fecha dice mucho. Nuestro particular partido del Té, con mantilla y cruz de misa se frota las manos. Esto promete ser movido y yo prometo, tal y como hacen los diarios americanos, manifestar mi posición.
Os quiero,
Ed.
Pasado julio ya entramos en el temido agosto de parón y desvaríos. Yo aún en Madrid, añorando algo de agua a mí alrededor, me dedico a poner en negro sobre blanco todos los datos que mi laboratorio ha generado en los últimos seis meses y con esto se me alegra el corazón. También leo, leo y leo y ya terminé un “tocho” con firma cubana que se llama “El hombre que amaba a los perros” que para mi gusto se alargó, pero reconozco en él un trabajo titánico de composición histórica que merece la pena ser leído. Todos los días no encontramos un escritor de la talla de Padura que nos cuente la historia de la mayor de las utopías, aquella que en aras del hombre nuevo cayó en el mismo precipicio del ser anterior. Ahora otro libro me entretiene en el metro, pero este es un hueso para ex físicos nostálgicos como yo… “Quantum” o la historia, salpicada de fórmulas, de cómo la física clásica se “cuantisó”. Una vez más entiendo por qué me metí en esto de la biología molecular y la inmunología, quise formularla y aún no lo he logrado. Pero no sólo los libros y los datos han llenado mis días, también fui al cine y disfruté de una película argentina un pelín sobrevalorada, pero de agradable trago. “El hombre de al lado” nos plantea una disyuntiva interesante y una fotografía compleja desde su sencillez. Otra cosa fue asistir a un insufrible espectáculo de fusión que intentó versionar, una vez más sin éxito, la Carmen más conocida del planeta. Siempre ha sido un misterio para mí el hecho de que la mítica tabacalera haya tenido sus orígenes en otras partes y, lo que es peor, nada memorable han sido las versiones españolas del legendario drama. El creador de “aquello”, en un intento de “no sé que cosa”, quiso poner sobre las tablas todo lo que ha visto desde que nació. Entonces subió al escenario a la bailadora con tablao y taconeo, un intento de bailarines clásicos de esos que se formaron bajo la mirada de Ullate-padre y para rematar, exportó a la bailarina creada por Bejart y mil veces recreada por Mats Ek que no es otra cosa que una mezcla de monja con boxeadora. Con todo eso dentro de una batidora el resultado es nefasto. Gastar medio euro en verlo es no pensar en el hambre que sufre el mundo.
En otra cuerda y es que el mundo es una supercuerda, una vez bajada la marea provocada por el tsunami noruego, la conclusión debería estar clara: hay que vigilar el avance de la ultraderecha y el fascismo en Europa. En aras de la economía y en pos de la salvación del capitalismo modélico se están permitiendo el florecimiento de sectores que miran con cara de asco al diferente, el siglo pasado fueron los judíos… quien sabe cuál será el siguiente blanco. Por España, la noticia ha sido otra: elecciones el 20N y la fecha dice mucho. Nuestro particular partido del Té, con mantilla y cruz de misa se frota las manos. Esto promete ser movido y yo prometo, tal y como hacen los diarios americanos, manifestar mi posición.
Os quiero,
Ed.